Música

Ian Anderson (Jethro Tull): “La gente que escribe canciones no tiene la capacidad intelectual para ser peligrosa”

Jethro Tull publican “RökFlöte”, un nuevo disco inspirado en la mitología nórdica y el Ragnarok

Jethro Tull, con Ian Anderson, en el centro
Jethro Tull, con Ian Anderson, en el centroLa Razón

Vuelve Ian Anderson al frente de Jethro Tull, solo dos años después del último disco. Los británicos publican “RökFlöte”, un álbum que mantiene la flauta como santo y seña del grupo y que se inspira en la mitología nórdica y el concepto de Ragnarok para hablar, claro, de los tiempos que corren. “No estoy más ni menos inspirado que habitualmente. He publicado dos trabajos bastante seguidos, pero el primero estaba hecho desde antes de la pandemia. Ser creativo nunca ha sido un problema para mí. Las buenas ideas vienen y a veces no son suficientemente buenas y hay que trabajar en ellas. Nueve de la mañana, uno de enero es cuando suelo empezar un proyecto musical”, dice en una apretada videollamada durante una jornada promocional. “Si esperas para los grandes momentos, los de enorme inspiración para que te visiten, puedes estar años esperando. Yo trato de ir a por ello”, explica.

¿Qué le dice la mitología nórdica a un oyente de Jethro Tull de 2023? “Puede contar muchas historias improbables y entretenidas, cuentos sobre los tiempos de las creencias politeístas. Historias que han circulado a la deriva desde oriente a Grecia y, de ahí, al norte. A las tribus germánicas... y bueno, hasta llegar a Noruega, Islandia, Dinamarca. Hay una evolución de esos muchos dioses que tienen conexiones, comparten cosas en común y forman el sustrato de nuestra cultura de hoy. Son historias de interés potencial pero quizá no sean importantes para según qué mentalidad de hoy. O lo son, en la medida que ponen de relieve que no somos únicos, que estamos conectados por esas historias”, explica Anderson.

Sin embargo, la idea del Ragnarok, del fin del mundo o armagedón, es algo que tenemos más presente que nunca en el inconsciente colectivo y hasta en las noticias. “Bueno, pero el Ragnarok no es exactamente el fin del mundo, es el final y el renacimiento de algo. Pero sí, entiendo lo que dices porque el señor Putin ha hecho del mundo un lugar mucho más peligroso ahora que hace dos años. Es el resultado de un hombre que tiene delirios y paranoia. Desafortunadamente, Putin es la figura de algo que está integrado en la historia y la tradición rusa. Un hombre de la KGB siempre será un hombre de la KGB. Putin está rodeado de hombres que odian a Occidente porque les han hecho sentir alguna vez como de segunda clase. Es un hombre profundamente trastornado que siente la necesidad de enmendar los fracasos de Rusia en el mundo desde los tiempos del final de la guerra fría. Está en una misión”, dice Anderson, que, a pesar de todo, aprecia “cierto talento político” en la figura del presidente ruso. “Podía haber sido lo contrario, pero eligió incorrectamente. En su entrada de Wikipedia será recordado como un hombre muy malo. Pero era un hombre de talento político, de considerable entendimiento de los hechos históricos, y tenía cierta pasión por las tradiciones de su país. Hace 20 años podría haber sido un gran líder para Rusia y ahora solo lo es para el Kremlin, no para su pueblo, que ignora la verdad. Le apoyan porque ven en él un tipo que lucha con osos y esos valores anticuados porque monta a caballo con el pecho desnudo en plan macho. Es un hombre pequeño en muchos sentidos, físicos y morales”.

En 1971, el inolvidable “Aqualung” fue prohibido por la censura franquista en España. Por alguna razón, les pareció peligroso. ¿Es la música peligrosa? “Comparada con lo que lees en Twitter, la música es inofensiva. Las tendencias más peligrosas en las sociedades en todo el mundo de hoy vienen de las redes tanto como de los partidos populistas que usan los medios públicos para mantenerse en el poder. Creo que la música no es nada peligrosa. Pero afrontémoslo, la mayor parte de la gente que escribe canciones no tienen la capacidad intelectual para escribir algo que sea peligroso. Pueden ser ligeramente inflamables o asustar levemente porque hablen de bandas, drogas o armas... eso sí. Pero ya nadie se toma eso en serio. Quizá en los 60 hubo ese momento para que la música fuese una plataforma política, pero hace mucho que eso no sucede. Al contrario, el pop es más bien naive o simplista, así que no creo que la música sea la plataforma para el pensamiento político subversivo. Es más bien un narcótico”.