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Entrevista

"El negro de Vargas Llosa": Eduardo Riestra convierte la literatura en un divertimento

El editor publica un divertido libro, al que llama novela, un paseo por la literatura hispanoamericana del siglo XX con el escritor peruano como hilo conductor

Una imagen del editor y escritor Eduardo Riestra
Una imagen del editor y escritor Eduardo RiestraZenda

Dice Eduardo Riestra que la idea del libro le surgió donde suelen surgir todas las ideas buenas, en la ducha. “Llevaba tiempo queriendo escribir sobre mis lecturas, organizarlas por escrito y contar cosas sobre ellas y un día –en la ducha- pensé en hacerlo de forma que tuviese posibilidades de editarse y leerse y para eso tenía que ser algo con chispa, entonces se me ocurrió este libro. Yo, que soy editor desde hace 20 años, en realidad siempre quise ser escritor y me da mucha envidia de los autores que publico, era mi ilusión desde adolescente y enseguida empecé a leer libros de adultos para conseguirlo”.

“El negro de Vargas Llosa” (Pepitas de Calabaza), es un paseo a través de la literatura hispanoamericana del siglo XX, con la obra de Mario Vargas Llosa como hilo conductor. En 2010, superado por los innumerables compromisos al ganar el Nobel, Vargas Llosa le encarga al editor revisar su libro “El sueño del celta” y, posteriormente, y para su sorpresa, la terminación de una novela que ha dejado inconclusa: “El héroe discreto”. Realidad y ficción se dan la mano en esta obra, mitad ensayo, mitad novela, donde el juego literario y el humor pueden hacer albergar dudas sobre el territorio donde nos movemos, la verdad o la mentira.

“Es ensayo por mi bagaje como lector, un recorrido para recuperar todas aquellas lecturas de juventud, un recordatorio de aquellos jóvenes que vivimos el boom y leíamos las primeras ediciones de Cortázar, García Márquez, Sábato…que ahora parecen mirarse un poco de lado, aunque también abordo Proust o el "Ulises" de Joyce. Yo lo llamo novela –prosigue- porque es un ensayo muy peculiar, descarado, desenfadado, sin una pretensión erudita o académica, en realidad, es el libro de un lector que es real, como casi todos los personajes, que hacen de sí mismos”, afirma Riestra. ¿Por qué estructurarlo en torno a la figura de Vargas Llosa? “Porque era el escritor de más larga trayectoria, cuando yo empecé a leer ya estaba y ahora que tengo 66 años, sigue ahí y porque tiene algo que me encanta, que es un gran lector y una persona que ama la literatura y la respeta. Para mí es un mito desde muy joven, cuando leí “Conversaciones en la catedral” empecé a considerarme un lector de peso, por eso me parecía que nadie como él para vertebrar esta historia”, asegura el editor.

"Cuando Vargas Llosa leyó el libro me invitó a una fiesta porque quería hablar conmigo"

Eduardo Riestra

Por otro lado, tiene también algo de “pequeñas memorias de la vida de un editor “de provincias” en cuanto que hablo de viajes, encuentros con escritores y editores en ferias del libro como Madrid, Guadalajara o Frankfurt, anécdotas literarias, muy seleccionadas y anecdóticas, algunas inventadas, que quería contar, como mi encuentro con el tal Jorge Riestra, que se apellidaba como yo y me llamaba la atención, me apetecía dejar por escrito cosas así que han hecho que me lo pasara muy bien escribiendo, aunque en el fondo todo esto es una excusa para homenajear la obra de Vargas Llosa, del que me río bastante y al que falto al respeto de forma bien intencionada, sin mala baba, como me río de mí mismo y de mucha gente, siempre desde el sentido del humor y el respeto”, significa Riestra.

“La verdad es que lo escribí con absoluta libertad de cátedra –asegura-, pero cuando se lo mandé a mi editor, me dijo: ¿Y si nos metemos en un lío? ¿Y si nos pone una demanda? Sacar su nombre en la cubierta, de manera confusa…porque, a todo esto, sus lectores creían que la historia era totalmente cierta y que éste es el negro de Vargas Llosa. El caso es que no se lo hice llegar hasta que estuvo impreso y metido en cajas -prosigue-, cuando faltaban tres días para sacarlo le envié un ejemplar sin miedo a que tomase medidas legales, porque él siempre ha defendido la libertad de expresión y la literatura por encima de todo, entiende como nadie el juego literario y ha hecho ficción de su propia vida en libros como “La tía Julia y el escribidor”, por ejemplo, así que más que problemas, si acaso molestar”.

Riestra manejaba dos opciones, “un elegante silencio por su parte o que contestase su secretaria dando las gracias. Lo que no pensaba de ninguna manera es que a los cuatro días me escribiese un correo diciéndome: “Querido Eduardo, estoy desconcertado” Y me explica que su desconcierto es porque no entiende cómo sé tanto de su vida, cosas que ni él mismo recordaba y que le había encantado, tanto que me invitó a una fiesta que daba porque quería hablar conmigo. Después me volvió a escribir para que fuera a su casa porque leyó dos veces el libro y estaba encantado con él. Y yo, sorprendido y feliz porque conseguí hacer lo que quería, ahora, escritor”, concluye.