Selvático animal

Pasión Vega: "Las mujeres tenemos que seguir luchando al lado de los hombres"

La artista, que actúa esta semana en Madrid (Recoletos Jazz, días 13 y 14), repasa su trayectoria y anuncia gira con canciones del imaginario almodovariano

La cantante Pasión Vega
La cantante Pasión VegaDavid JarLa Razon

El disco que hizo que nuestros oídos se fijaran en ella, «Pasión Vega», se publicó hace ya un cuarto de siglo, y dos años después se consagró con el magnífico «Banderas de nadie». Pero esta madrileña criada en Málaga empezó a cantar en pequeños concursos, y ganándolos, en sus años escolares, y de esa época remota datan sus primeras grabaciones. ¿Sabía entonces que esa iba a ser su profesión, su vida? «Jamás pude soñar tan alto –confiesa–. Recuerdo que veía a Liza Minnelli o a Rocío Jurado y pensaba: “Ay si yo pudiera ser una artista así…”. Me quedaba embobada; me ponía delante de un espejo a soñar que podría ser artista. Pero mi toma de conciencia con la profesión fue muy poquito a poco. Empecé haciendo grabaciones muy humildes con pequeñas compañías discográficas de Andalucía. La primera fue de una canción de mi tío Manuel, que fue con quien aprendí a cantar. Entonces era muy joven, no tenía bagaje de vida y sí muchos miedos, porque era muy tímida, y esperé mi momento. Estuve aprendiendo cómo moverme en el escenario, cómo interpretar esas canciones, y fui mejorando mis posibilidades hasta que me sentí más preparada para poder comenzar mi carrera con canciones propias y un estilo auténtico. En mi caso –prosigue–, lo natural era empezar con la copla o la canción popular, porque es con lo que crecí. Pero luego te preguntas qué puedes aportar a la música desde tus cualidades y tu voz, y el mensaje que quieres lanzar, y creo que es ahí donde empieza el verdadero camino del artista».

«Me siento una conductora de esas emociones que cualquiera puede sentir»

Pasión Vega

Joaquín Sabina fue muy importante en sus inicios. Le escribió hermosísimas canciones («Cómo te extraño», «Y además…», «Por algo será») que ella engrandeció con su voz única: «La producción de mi primer disco con Sony corrió a cargo de Pancho Varona y Antonio García de Diego –relata–. Son ellos los que me llevan a Sabina, los que me lo presentan en su casa. Me acuerdo perfectamente de ese día porque me dijeron: “Venga, que le hemos puesto a Joaquín la ‘Habanera de los ojos cerrados’ (que me había escrito Antonio Martínez Ares) y le ha encantado y te quiere conocer”. En su casa le canté esa canción y se volvió loco, ja, ja, ja, ya sabes cómo es. Y me dijo: “Toma, yo tengo aquí una letra dedicada a Camarón de la Isla. Le tenéis que poner música. Era para Morente, pero te la voy a regalar a ti. Ya le haré otra a Enrique”, ja, ja, ja. Y por eso “Cómo te extraño” habla de Granada, del Sacromonte… Ese día fue para mí de película. Sabina es enorme. Por todo lo que significa. Con sus misterios, sus virtudes y defectos, pero, sobre todo, con su generosidad. No se deja nada en el bolsillo, es muy apasionado, cultísimo, magnético. Y yo soy una de esas fans peregrinas que van a sus conciertos». Además de la copla, Pasión ha incorporado a su cancionero el flamenco, la canción de autor, el fado, el bolero, la ranchera. Es una cantante de las emociones hondas, del desgarro de unos géneros sin fecha de caducidad: «Todo eso sobrevive a cualquier moda –asiente–. Una de las mejores cosas en las que el artista puede concentrarse es en estar atento a los demás, al alma humana. Yo me siento una conductora de esas historias que le suceden a todo el mundo y de esas emociones que cualquiera puede sentir. Y todos esos estilos que nacen de la pérdida, de lo que ya no se tiene, del dolor, son muy parecidos».

«Rosalía tiene una enorme personalidad y talento y sabe lo que quiere»

Pasión Vega

El rap, el trap, el reguetón son los géneros que arrasan entre la juventud. ¿Lo entiende? «Sí, claro que lo entiendo –afirma–. Todas esas músicas reflejan una capa de la sociedad en las que creo que es más importante cómo suena, y el ritmo, esa parte a nivel corporal y emocional, que la letra. A mí me cuesta identificarme y no pensar: “Mira, ha dicho culo”, ja, ja, ja. O: “Aún huele a verano aquí, qué tiene de malo si eso es para usarlo”, la última letra de Shakira. Pienso: “Por Dios, ¿no se podrá decir eso de una manera mucho más poética?”. Aunque de esas generaciones surgen también artistas muy auténticos –concede–, como Rosalía, que tiene una enorme personalidad y talento y sabe lo que quiere. Lo más importante en un artista es tener un mensaje, un lenguaje y una estética propios». Esos estilos son tildados de machistas. Pasión dijo una vez que no había sufrido en su piel el machismo y cargaron contra ella en las redes sociales: «Recuerdo que lo que dije entonces –rememora– es que hay muchos hombres machistas porque sus madres han sido machistas, y me decían: “¡Sí, al final la culpa la tenemos también las madres, las mujeres!”. Yo no quise decir en ningún momento nada por el estilo. Esos micromachismos, o macromachismos, nuestras madres y abuelas los han tenido mucho más presentes. En el momento en el que la mujer sale de ese patriarcado y empezamos a tener la posibilidad de estudiar y de tener trabajos de mayor altura, y no simplemente ser limpiadoras o cuidadoras, es más difícil que se reproduzcan esos valores de desigualdad en una casa. Hemos avanzado mucho, aunque nos queda mucho por hacer, por supuesto. Pero las mujeres tenemos que seguir luchando y al lado de los hombres, por supuesto».

«Sabina es enorme. Con sus misterios, virtudes, defectos y, sobre todo, su generosidad»

Pasión Vega

Pasión es una de las artistas que actúan esta semana en el Recoletos Jazz de Madrid (días 13 y 14) acompañando al armonicista Antonio Serrano dentro del ciclo «Creadoras»: «El protagonista es Antonio Serrano –explica–, que invita a distintas compañeras para compartir diferentes puntos de vista musicales. Antonio es muy ecléctico, un gran músico de jazz, pero bebe de la fuente del clásico, de la música popular, del flamenco, y ese mestizaje aparece a lo largo de toda la semana. Conmigo estará también el pianista Moisés Sánchez e interpretaré canciones de toda mi trayectoria». Tras dos años haciendo conciertos con su disco «Lorca sonoro», gira que acaba de cerrar, la vocalista planea la siguiente, «Pasión Almodóvar», espectáculo que presentó el pasado verano y que reúne clásicos de la canción popular que han sonado en distintas películas del cineasta manchego: «Lo estrenamos en el Castillo de Peralada y no lo hemos vuelto a hacer. Los arreglos al piano de Moisés Sánchez son una auténtica locura, una maravilla, y merece mucho la pena poder hacer una gira con el repertorio de las canciones que aparecen en las películas de Almodóvar. No habrá nuevo disco, pero sí ese proyecto de directo», concluye.

SINCERAMENTE NUESTRA

Por Javier Menéndez Flores

En el barro de las emociones, de ahí no se piensa mover. Con la boca llena de dolores ajenos que se vuelven propios en cuanto les inyecta la temperatura de su sangre excitada. Pasión sabe que da igual que las melodías y las palabras sean de otros, que las hayan imaginado, vivido y vertido otros, pues toda canción es de quien la escucha, y más aún de quien la canta. El tango, el fado, el bolero, la bossa, la ranchera, la copla…, todos ellos son los hijos convalecientes de un mismo dios. Y ella ha destilado, excelentemente, la pulpa acre de Buenos Aires, Lisboa, La Habana, Río de Janeiro, México DF y de esa Andalucía desmesurada que alcanza su clímax en los adioses sin retorno (¡ay pena, penita, pena!).

La primera vez fue como una ola interior, un temblor nuevo, inédito, un mordisco en el cerebro. Pasión sintió que un huracán se había hecho con las riendas y encontró en aquella sacudida el consuelo de quien advierte que el suelo que pisa es territorio amigo. Y ya nunca se apeó de esa montura, la de cantar el fuego mismo. Si digo Aznavour, «La Bohème» le lleva a ciertos recodos de la niñez que permanecen más nítidos que lo sucedido anteayer. Y si digo Eladia Blázquez el corazón le apunta al sur donde creció y donde transcurren sus días largos con sus cortas noches, pero también a ese espacio sentimental en el que ni siquiera la pomada del sol logra aplacar un desánimo atávico.

En Nueva Málaga, periferia sin catedral manca ni obelisco ni alcazaba, la gente vivía de lo que producían sus manos y el milagro consistía en que la prole estuviera siempre aseada y jamás le sonaran las tripas. Pero las plegarias a la Virgen de Nueva Esperanza nunca caían en bolsillo roto y María Isabel, Toni y Ana cenaban cada noche a Gardel y a Mercedes Sosa, y se dormían con una canción en la boca. Porque Málaga canta y gana, sí. Y si queréis conocer los detalles, pedídselos al tío Manuel.

Madrid, explanada de brazos abiertos, luces a cualquier hora, el mar chico de la Ribera del Manzanares a su vera mientras el abuelo se reía como un gigante. Y años después, esa ciudad fue decisiva cuando tocó jugarse el futuro a triple o nada y los ángeles de la buena fortuna se pusieron de su parte. Pero acabó Pasión echando el ancla en Cádiz por amor y por la sangre de su sangre. Y en La Viña, entre una rosa y una cruz verde, la vida avanza a cámara lenta y esa rubia de pelo corto tarda en pisar el agua cómplice de la playa de La Caleta menos de lo que dura un parpadeo. Ya quisieran los neoyorquinos vistas semejantes.

En los cimientos del camino que sigue abriendo están Quintero, León, Quiroga, Perelló. Y Martínez Ares, un tal Sabina y un tal Lorca, el eco eterno de Carlos Cano y las canciones con las que lloraba un niño apellidado Almodóvar en un pueblo de La Mancha tan distante de Hollywood como de Saturno. Todo ese polvo de oro le cabe en el paladar, que lo filtra y lo devuelve al exterior unos centímetros más esbelto.

Pasión supo que Serrat era un mago el día que descubrió que había escrito su biografía, y la de todos nosotros, en un único verso: «Uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto». Y se declaró sinceramente suya por siempre, y la hicimos nuestra.