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Contracultura
¿Es pop el "antisanchismo"?
El insulto jamás está justificado, pero los cánticos contra el presidente, que tanto se han escuchado este verano, sumados a otros eslóganes –como el de la fruta y el de Txapote– , invitan a pensar que lo antisanchista trasciende el fenómeno político

Finalizado su descanso estival en La Mareta, el pasado lunes, 1 de septiembre, volvió Pedro Sánchez al ruedo nacional concediéndole a Pepa Bueno una entrevista en «prime time» en La 1. La periodista pacense, tras un cuestionario menos amable de lo esperado, acabó interpretando el presumible papel de masajista al afirmar con indulgencia que el presidente del Gobierno había sido víctima «de una campaña de deshumanización extraordinaria». «Hemos escuchado todos cánticos con insultos en conciertos masivos este verano y a muchas personas expresar con mucha naturalidad el odio que le tienen a usted personalmente», exponía Bueno dando por buena la tesis que sostiene este artículo: el antisanchismo es un fenómeno pop.
También, pocos días atrás, pudimos leer en «El País» una crónica que inauguraba la temporada política, tras la tregua veraniega, firmada por Carlos E. Cué, quien destacaba en el primer párrafo que «El antisanchismo también parece muy activo, con jóvenes gritando abiertamente ‘‘Pedro Sánchez, hijo de p...’’ en fiestas, conciertos, estadios». Más leña para este fuego. Desde este reportaje queremos dejar bien claro que el insulto no es un arma lícita, ¿pero qué hay detrás de este fenómeno?
Cierto es que parece que dicho cántico que rima con fruta ha sido la canción de este verano –más si cabe por la incomparecencia de otros temas merecedores de tal distinción–: se ha escuchado en fiestas patronales, en conciertos, en estadios de fútbol, en «beach clubs», en veladas, en discotecas y en verbenas de pueblo. Hasta el propio Juan Magán, artista y productor musical, afirmó en un concierto en una sala de Marbella, después de que la concurrencia corease el «Pedro Sánchez, hijo de tal», que era la canción del verano. ¿Y quién soy yo para, musicalmente hablando, contrariar al autor de «Ayer la vi bailando por ahí/ con sus amigas en una calle de Madrid»?
Pero más allá de la repercusión mediática, la génesis de este artículo está en la experiencia propia. Cuando a finales de agosto me digné a pisar uno de los cuatro «beach clubs» que animan Puerto Sherry –«la meca del pijerío de fiesta», lo llamó «El País» en un sonado reportaje veraniego– comprobé que, como un ritual, la juerga se cerraba con un ensordecedor cántico contra el líder del PSOE (bueno, o contra su madre, que la mujer no tiene culpa...). Es, por lo visto, algo habitual, tal y como me confesó uno de los gerentes del local. Más me sorprendió toparme al día siguiente, mientras sudaba los cubatas con una carrerita, con dos pintadas contra el presidente por las paredes de la ciudad de Cádiz –«SANXE DIMITE», recuerdo que rezaba una–, en una zona que no es precisamente la esquina de Juan Bravo con Claudio Coello.
Todo ello –sumado a anteriores episodios: del «Que te vote Txapote» al «Me gusta la fruta»– es indicativo de que el llamado antisanchismo trasciende lo político, alcanzado la dimensión cultural, popular y, sobre todo, transversal. Porque si es cierto que el perfil más activamente antisanchista es el llamado cayetano –es decir: varón, joven y conservador–, no se puede limitar este fenómeno a ellos. Claro que hay gente de izquierdas que, llevadas por el clamor de la masa, ha cantado el «Pedro Sánchez, hijo de tal», como no hay bético que no haya tarareado alguna vez el himno del Sevilla. ¡Son pegadizos! También, por supuesto, hay señoras de la quinta de mi abuela que durante el telediario le han gritado al televisor aquello de «Que te vote Txapote, Sánchez», además de funcionarias de Albacete que lucen su camiseta de «Me gusta la fruta» para bajar a la piscina.
«El villano pop perfecto»
Para tratar de entender este fenómeno le preguntamos a Cristian Campos, autor de «Me gusta la fruta» (Deusto, 2025), un ensayo que analiza «cómo Isabel Díaz Ayuso se erigió en bastión del antisanchismo y cambió a la derecha española para siempre». Opina este periodista barcelonés que «El antisanchismo es pop porque Pedro Sánchez es el villano pop perfecto. Puedes matarlo cien veces, como en las películas de terror, y siempre resucita. Es egocéntrico, narcisista e histriónico (la carta de amor a su mujer no se le habría ocurrido a la más diva de las folclóricas)».
«Su apariencia física se está degradando a ojos vista porque la maldad le corroe –prosigue Campos–. Asesina a sus propios secuaces. Se ríe como un maníaco de sus rivales, demostrando un rencor anclado en lo más profundo de su persona. No siente ni padece. No tiene empatía. Cuando le preguntan por desgracias con cientos de muertos responde que él ‘‘está bien’’. Y tiene un origen traumático (las burlas de su propio partido cuando sólo era ‘‘el más tonto de los becarios de Pepiño Blanco’’) que justifica todo su odio posterior».
Asimismo, May Sharona –«nom de plume» de Luz López-Bleda- es cofundadora de la marca de ropa y complementos masculinos «Canallita», donde agotaron el stock de gorras con el lema «Que te vote Txapote». «No sé si se puede ser una marca más antisanchista que nosotros. Nuestro público está en Ferraz gritando verdades», asegura esta joven empresaria, que respecto a la posibilidad de hacer negocio con el antisanchismo expone que «siempre hemos defendido que la moda es un vehículo de expresión social, y lo cierto es que había un hueco sin explotar en el mercado para este público, harto de marcas grises, blancas y fácilmente sustituibles. No explotamos nada: simplemente hablamos el mismo idioma que nuestra gente».
No considera en cambio May Sharona que el antisanchismo sea pop, ya que, a su juicio, «es una respuesta natural ante un gobierno corrupto, totalitario y vergonzoso. El sanchismo es una desgracia, pero el español tiene una virtud: ante las desgracias aplica sentido del humor e imaginación, y eso no nos lo puede quitar nadie, ni gravarlo con ningún impuesto. Por eso surgen canciones, cánticos o frases que prenden en la calle». Y agrega: «Que marcas, empresas o personalidades se atrevan a meterse en política no es casualidad: lo hacen porque hay un público detrás que lo respalda. Y ese público está cada vez más cansado y también más dispuesto a expresarse».
Miguel Ángel Sastre Uyá, además de diputado nacional por Cádiz, es coordinador general de Nuevas Generaciones del PP; o sea, una voz autorizada, o de interés si se quiere, para hablarnos sobre el particular: «¿Qué es algo pop», se pregunta, antes que nada. «Imaginemos una canción de este género… Suele ser pegadiza y para casi todos los públicos. Lo “pop” frecuentemente es lo que está de moda y aparece en muchos lugares. Incluso, fuera de su hábitat natural», se responde para, a continuación, deducir que «el cansancio de España con Pedro Sánchez es ya un fenómeno pop». ¿Los motivos de Sastre Uyá? «Primero porque es mayoritario, sin entender si eres joven o no tan joven, a qué dedicas tu vida o en qué punto del país has nacido. Y segundo, porque ha desbordado más allá de lo político: está en la calle, en bodas, en conciertos de todo tipo o, incluso, en la Velada de Ibai».
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