Rafael Cadenas: "Es urgente defender la democracia de todo lo que la acecha"

El escritor venezolano Rafael Cadenas habló de pedagogía, ciencia, religión, política, armas y literatura en un discurso comprometido y de tintes reivindicativos. "Es sabido que nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero en este tiempo, el mundo, gracias al desarrollo de la comunicación, debería ser cosmopolita; ya en cierto modo lo es, pero a ello se oponen los factores que he mencionado, sobre todo el nacionalismo, que, según Einstein, es el sarampión de la humanidad. Sin embargo, existe un ego nacional que no aceptaría semejante cambio".

El Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares volvió a acoger la entrega del Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras españolas. En una ceremonia presidida por los Reyes y el ministro de Cultura, Miquel Iceta -el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no asistió al acto y delegó en él la responsabilidad-, el poeta venezolano convirtió su discurso de recepción en una ponencia de aires y tonos reivindicativos. Entre menciones, citas, frases y alusiones a escritores y físicos renombrados, señaló: "Karl Jaspers afirma que no existe ninguna concepción del mundo valedera, lo cual nos deja a la intemperie, pero a la vez nos fuerza a indagar".

Acto seguido de pronunciar esto, corrió a apuntar: "Él tenía dos temores. Uno, al totalitarismo; y otro, a la bomba. En este tiempo, aquel avanza, y esta, ha crecido. Resulta paradójico, por cierto, el que las naciones más civilizadas se encuentren entre las principales fabricantes de armas. Se trata de una industria muy próspera", afirmó al final, sin que quedara claro si era una conclusión o una sutil ironía.

Rafael Cadenas, que durante estos días ha sido un hombre discreto, que ha rehuido pronunciamientos y declaraciones sobre la situación de su país, ayer, sin embargo, aprovechó para mencionar algunas preocupaciones y trabar ciertas reflexiones sobre las distintas amenazas que cercan la convivencia. "Yendo hacia la idea de revisión, pienso que esta también debe aplicarse a la democracia. Es urgente defenderla de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado".

Con esta advertencia hacia la importancia capital que poseen las aulas para formar una ciudadanía responsable, con capacidad crítica, afirmó que la democracia "necesita en los países donde ya existe, una pedagogía que la robustezca; en los otros, que no la han conocido, es vano tratar de introducirla. Los demócratas deben pedir a voces su renovación. Ha de interiorizarse, volverse transparente, dar primacía a lo social aboliendo la pobreza, apoyar la cultura. Esto no es ningún sueño, sino un trabajo de todos".

Su demanda, en este sentido, fue más allá. La convirtió en denuncia. Por eso puso sobre la mesa algunas deficiencias y problemas vigentes en nuestra lengua y que a él le inquietan. "Nuestra lengua anda maltrecha, por lo que hemos de cuidarla como amadores suyos, pero no puedo señalar sus fallas, en esta ocasión, porque son demasiadas, algunas procedentes de traducciones del inglés en la televisión y en otros medios. Antes, a comienzos del siglo XX, los académicos se enfadaban con los galicismos; los que se deslizan hoy en nuestro vivir son los anglicismos". Después de sacar a colación una cita de George Orwell -"el actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje y podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal"-, introdujo una opinión: "Creo que puede haber llegado el momento de revisar las bases de toda la cultura".

El escritor no dejó de aludir a los personajes de Miguel de Cervantes. Don Quijote y Sancho Panza. Al primero lo citó, quizá identificándose con él, como el caballero idealista que, a pesar de los tropiezos y desventuras, aspiraba a mejorar el mundo, igual que Rafael Cadenas, o esa impresión deja después de recalcar en su discurso los diversos males que aquejan a nuestras sociedades contemporáneas y nuestro idioma.

Pero, el poeta también hizo una reivindicación clara del famoso y desvalido acompañante del hidalgo. "La locura de don Quijote puede verse como un proceso de la normalidad, después de pasar por pruebas que al cabo sanarían. Con respecto a su escudero, que, a mi ver, ha sido subestimado por los quijotistas, representa lo real y probablemente nuestro tiempo lo realce, ya que asistimos a una revaloración de la vida corriente, y es que también en ella está el misterio". Y añadió, como si se tratara de él mismo: "La impronta del Quijote estuvo en los creyentes de la utopía que lo arreglaría todo y terminó en un desengaño". Una referencia clara a tantas naciones que se han acogido al banderín de una idea y han terminado bajo estandartes inesperados.

Rafael Cadenas, con chaleco de rayas y americana azul, que trasladó la sensación de que viaja con una mochila cargada de reveses, afirmó también que "hay afinidades y diferencias entre los místicos de las diversas religiones. Solo ellos podrían modificarlas, pero es necesario diferenciar esa mística de lo que Wittgenstein llama lo místico, que designa el mundo no como es, sino que es. También resulta útil distinguir entre pertenecer a una religión y una religiosidad. Creo que cuando el pensamiento ve su límite, aparece una apertura hacia lo indecible".

El escritor, que estuvo acompañado de dos de sus tres hijos y sus nietos, expresó también su deseo para que el "escritor nicaragüense Sergio Ramírez, a quien admiro, pueda volver a su país", y concluyó recordando unas palabras de Cervantes: "Por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre".

Felipe VI glosó la figura de Rafael Cadenas y recordó durante su intervención que "dentro de poco, el Premio Cervantes cumplirá medio siglo de existencia. Repasar los nombres de quienes lo han obtenido es en sí misma la historia contemporánea de la literatura iberoamericana". El Rey expresó que "estamos hoy bajo el manto de Miguel de Cervantes, fundador de la novela moderna", recordó que "Don Quijote" es "casi un espejo casi perfecto de lo que somos, queremos ser o hemos dejado de ser". Y recalcó que bajo su legado, la lengua, se "agrupa a casi 600 millones de hablantes y potenciales lectores". Por eso señaló que "eso nos une y nos invita a reconocer que siempre habrá más razones para estar juntos que separados".

El Rey insistió que "en los escritores iberoamericanos de todas las edades, de todos los siglos, debemos reconocer un colectivo admirable, pues en la literatura y en toda la creación cultural siempre admiramos cómo la humanidad crece para bien". Y puso como ejemplo a Rafael Cadenas: "Su obra es la de un gran poeta moderno. La de alguien que no quiere estilo, sino honradez, una valiosísima ambición; una aspiración que comporta rectitud de ánimo, integridad en el obrar".