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Contracultura
El sanchismo de Luis García Montero como sistema cultural autoritario
El director del Instituto Cervantes relega la defensa del español para priorizar su militancia gubernamental

Octubre ha sido el mes de quitarse las caretas para Luis García Montero, poeta, ensayista y crítico literario de referencia en el Grupo Prisa. En vez de alimentar un clima de cooperación con la Real Academia Española, decidió arremeter duramente contra su director, Santiago Muñoz Machado. «La RAE está en manos de un catedrático de Derecho Administrativo experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias y eso, personalmente, también crea distancias», afirmó hace diez días en el Foro de la Nueva Comunicación, ante el periodista Xabier Fortes. «Estaba acostumbrado a hablar en la RAE con Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha, Darío Villanueva... grandes filólogos y grandes hombres de la cultura», remató, dejando claro que para él Muñoz Machado no está a la altura de la institución.
Pasados unos días, le respondió de manera contundente Álvaro Pombo, uno de los mejores escritores vivos de España, premiado con el Cervantes en 2024. «Luis García Montero es un burócrata, tiene vocación de burócrata, como la mayor parte de comunistas que yo conozco. Los comunistas rojos burócratas que yo conocía ahora se han vuelto rosas, porque el comunismo no es una moda fiable», compartió en una tribuna del diario ABC. También le calificó allí de «poeta menor, agradablemente menor, chiquito pero faltón». El revuelo fue enorme y Pombo reapareció el lunes en el programa matinal de Carlos Herrera en la COPE. «Quien ha sacado a la academia de la ruina, literalmente de la ruina, ha sido don Santiago Muñoz Machado. Esa de decir que tiene amigos multimillonarios o millonarios en su bufete es una cosa cutre. La gente que se está imaginando el videoclip que tienen los demás son envidiosos y cutres», añadió Pombo.
¿Por qué esta actitud tan chillona y desagradable de Montero con una institución hermana? A pesar de su militancia en Izquierda Unida, el actual director del Cervantes siempre tuvo excelentes relaciones con el PSOE. Distintas fuentes periodísticas y literarias coinciden en Montero es un protegido de José María Albares, nuestro sonriente ministro de Exteriores. El presunto plan era apostar por peones, líderes blandos a los que imponer las consignas y prioridades del gobierno. La sospecha resulta creíble por muchos motivos, entre ellos que Montero ha puesto en primer plano la defensa del catalán, vasco y gallego, en sintonía con las alianzas de Pedro Sánchez con el separatismo. Habla en sus discursos sobre «la necesidad de borrar cualquier sesgo imperial» en España y Salvador Illa resucitó el premio Blanquerna –muerto durante ocho años por el procés– para condecorarle por convertir el Instituto Cervantes «en un puente para fomentar el diálogo entre todas las culturas españolas en una apuesta por la diversidad». Diversidad lingüística y homogeneidad tribal. Todo queda en casa.
El vínculo de la lengua
En sus declaraciones en prensa, Montero presume de tener su teléfono móvil repleto de mensajes de apoyo, pero la verdad es que solo su círculo íntimo ha salido a defenderle en público. En cambio, el escritor superventas Arturo Pérez Reverte sí se ha animado a defender la tesis de que hoy la labor del Cervantes es más partidista que cultural. Lo resumió en un tuit sin desperdicio: «La incompetencia de los sucesivos ministros de Exteriores, en especial del último, nos ha hecho perder la América hispana. El único vínculo de prestigio diplomático que aún se mantiene con ella, gracias a la RAE, es la lengua española. Exteriores, a través de su mediocre y paniaguado director del Cervantes (criatura de Albares) pretende meter mano ahí también; colonizar el ámbito natural de la RAE abriéndose paso a codazos para protagonizar la fotografía», denunció.
Luego el tuit continuaba: «A ser posible, de cara al futuro próximo, prepararse para controlar también la Academia, si se le permite hacerlo. O sea, ponerla a su servicio y contaminarla como han hecho con todas las instituciones españolas. Lo que se traduce, en el caso que no ocupa, de una siniestra mezcla de egos revueltos y mala fe», remata Pérez Reverte. Sus palabras fueron ratificadas días más tarde por el filósofo Fernando Savater, en declaraciones a la agencia Servimedia. Allí dijo que Montero es «un mandado» del Gobierno cuya actual misión es «colonizar la RAE».
Savater lamenta que estamos ante una estrategia de «ocupar todas las casillas vacías» para evitar que lo haga «alguien que no le sea afín». Siguió otra columna demoledora de Juan Luis Cebrián, académico y otrora máximo directivo de Prisa, recordando las diferencias entre ambas instituciones. La RAE tiene 300 años y el Cervantes fue creado en 1991, por tanto cuenta con mucha menos tradición y empaque. Subrayó además el hecho de que la RAE siempre tuvo una feroz independencia, hasta el punto de resistir a las órdenes de Franco de expulsar a miembros republicanos.
"Javier Rioyo, periodista cultural que dirigió el Cervantes, pinta a García Montero como trepa, aficionado a la cocaína y machista, esto último por su trato vejatorio a la viuda de Alberti"
Por encima de todo, Cebrián subrayó la mezquindad de que en pleno Congreso de la Lengua de Arequipa el Cervantes esté dando que hablar por ambiciones personales de control en vez de por los exigencia de ayudar al español con los retos de la Inteligencia Artificial, que era el objetivo de este congreso y lo que interesa a casi 600 millones de hispanohablantes. No hacer tu trabajo también es corrupción. Montero no tiene más apoyo que las élites del sanchismo y los veinte fieles con los que firma cada dos años obsoletos manifiestos donde invita a excluir de la vida pública a todo aquel que no vote a nuestra decadente izquierda.
Quien quiera conocer la verdad del personaje, que busque un texto implacable de Javier Rioyo, periodista cultural que dirigió el Cervantes en Nueva York, Lisboa y Tánger. Le pinta como trepa, aficionado a la cocaína y machista, esto último por su trato vejatorio a la viuda de Alberti, cuando Anna Caballé publicó en una biografía la actitud de Montero y su círculo, además de sus tejemanejes por cualquier baldosa de poder. Pero, sobre todo, Rioyo le acusa de sectario y de mediocre cultural. Un fragmento: «Hace tres años publicó Muñoz Machado su muy interesante y renovador estudio sobre el tiempo y la obra de Cervantes. Aquella publicación fue muy alabada por Vargas Llosa, académico, taurino, humanista y liberal como su amigo Muñoz Machado. El artículo que le dedicó en El País nos animó a comprar y añadir a nuestra biblioteca cervantina uno de los estudios más renovadores sobre nuestro genio. Cuando lo comenté con el director del Cervantes, me espetó que era un ‘‘facha’’. No me extrañó. Lo mismo había asegurado, en una cena con testigos en San Sebastián, sobre Fernando Savater y Félix de Azúa. Dos fachas sin fisuras. Además, había que echarles de El País. Lo consiguió dos años después». Y así todo.
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