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Música

Saura, por coplas

Fue un género que siempre estuvo presente en el cine del director como una suerte de recordatorio nostálgico del pasado preguerra

Una jovencísima Ana Torrent (izda.) junto a Geraldine Chaplin en la película «Cría cuervos»
Una jovencísima Ana Torrent (izda.) junto a Geraldine Chaplin en la película «Cría cuervos»Imdb

Si el título de la autobiografía de Anita Loos era «Adiós a Hollywood con un beso» («Kiss Hollywood Goodbye»), qué mejor despedida a Carlos Saura que la canción «Porque te vas»: «Todas las promesas de mi amor se irán contigo / Me olvidarás / Me olvidarás / Junto a la estación hoy lloraré igual que un niño / Porque te vas». Fue el primer gran éxito de José Luis Perales, escrita para Jeanette, que el director aragonés hizo famosa en medio mundo durante la mítica escena de Ana Torrent y sus hermanas bailan agarrado en «Cría cuervos» (1975), ganadora del Festival de Cannes de aquel año. En esta misma película Carlos Saura volvió a poner de moda una vieja canción de Salvador Valverde, Rafael de León y el maestro Quiroga cantada por Imperio Argentina: «Ay, Mari Cruz / Mari Cruz / Maravilla de mujer».

Imperio Argentina siempre estuvo presente en el cine de Carlos Saura. En «La prima Angélica» (1974) redescubrió la canción «Rocío», de la genial cantante nacida en Buenos Aires. Y la repitió en el drama rural «El séptimo día» (2004), donde Victoria Abril canta y baila vestida de novia la vieja copla: «Rocío / ay, mi Rocío / manojito de claveles / capullito florecío / de pensar en tus quereres voy a perder el sentío / porque te quiero mi vía / como nadie te ha querío / Ay, Rocío, ay, mi Rocío». Unos años antes en «Dulces horas» (1982) volvería a rendirle un sentido homenaje a Imperio Argentina con esa melancólica canción sobre la nostalgia del pasado: «Recordar las dulces horas del ayer / Recordar aquel amor de antaño».

La copla siempre estuvo presente en su cine como recordatorio de un pasado nostálgico de «antes de la guerra», en contraposición con un presente moribundo, como era para Saura el tardofranquismo, agonizante por aquellos años. Ese presente fue variando a lo largo de su carrera representado por la música pop. En los años 60, con explosiva vitalidad, y en los setenta con ese deje de tristeza de los amores maternales añorados. De hecho, la música pop estuvo siempre presente en el cine de Carlos Saura desde el comienzo de su carrera internacional. En «Peppermint frappé» (1967) suena la canción escrita por Teddy Bautista para la escena en la que una Geraldine Chaplin rubia baila entre hojas otoñales al ritmo de esta melodía soul, bajo la mirada lasciva de José Luis López Vázquez, fotografiándola con la «Hasselblad» de Saura, como el reprimido que desnuda a la extrajera sexualmente liberada.

Una vez agotada la temática en clave política de su cine, el artista, tras una deriva por distintas temáticas, entre ellas, la que puede que sea su mejor película, «Deprisa, deprisa» (1981), con temática del cine quinqui, dedicó sus esfuerzos a un cine documental sobre el cante y el baile: «Sevillanas» (1991),«Flamenco» (1995), «Iberia» (2005), «Fados» (2007), «Flamenco, flamenco» (2010), «Zonda, folklore argentino» (2015) y «Jota de Saura» (2016). Filmes tan poco apreciados por la crítica española como elogiados en los festivales internacionales de cine.

Con Los Chunguitos

En «Deprisa, deprisa», con gran tino, Carlos Saura introdujo dos temas de Los Chunguitos: el lolailo lailo «Ay, qué dolor» y «Me quedo contigo», una desoladora canción que desnuda el desarraigo de estos nuevos golfos adictos a fumar chinos de heroína y atrapados en las áridas afueras de la gran ciudad: «Si me das a elegir / entre tú y mis ideas / aunque yo sin ellas / soy un hombre perdido / ay, amor / Me quedo contigo». Quedó pendiente una colaboración del director con Rosalía a raíz de su interpretación de «Me quedo contigo» en la anterior gala de los Goya. El filme imaginado por Saura trataba de la modernización del arte del flamenco. La estética refinada del viejo cineasta y la provocadora vitalidad de la diva de «El mal querer» hubiera sido un gran espectáculo, sin duda.