cultura
Crítica de «Las pequeñas mudanzas»: Romper con el pasado o aferrarnos a él
Autora y directora: Vanessa Espín (en un diálogo a partir de «Don Gil de las calzas verdes». Interpretación: Cris Blanco, Julia Rubio y Elena González. Teatro de la Comedia (Tirso de Molina), Madrid. Hasta el domingo.
La idiosincrasia familiar, y cómo esta determina para bien y para mal nuestra personalidad, se ha convertido últimamente en fuente de abundante inspiración para nuestros dramaturgos y, muy especialmente, para nuestras dramaturgas. Tal y como ya hiciera Lucía Carballal en La fortaleza la temporada pasada, Vanessa Espín explora en "Las pequeñas mudanzas", echando mano de la autoficción, la influencia en su desarrollo de un padre ausente y, en su caso particular, su condición de hija de madre soltera en un tiempo en el que tal circunstancia era bastante extraordinaria y no estaba precisamente bien vista.
Curiosamente, tanto el trabajo de Carballal como este nuevo de Espín se inscriben dentro los ‘Diálogos contemporáneos’ que puso en marcha el anterior equipo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con Lluís Homar al frente. Y, curiosamente también, ambos montajes están entre lo mejor que ha salido de ese ciclo tan poco exitoso. El objetivo del mismo era, o es, que los autores del presente “dialoguen” con los autores clásicos a través de las obras de estos que la propia CNTC decide poner en escena. De este modo, se supone que este espectáculo “dialoga” con Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina, que es la obra que se está representando al mismo tiempo, en un montaje bastante fallido, en la sala principal del mismo Teatro de la Comedia.
La condición de posible hijo de madre soltera del propio Tirso en la vida real y el periplo que emprende en su Don Gil el personaje de doña Juana en busca de su honra y de su prometido -no sería descabellado pensar que quizá tras haber quedado embarazada de él- son los pretextos conceptuales y argumentales que utiliza Espín para armar una función que en verdad, como ocurre con todas las de este ciclo, guarda poca relación en su auténtico meollo con el texto del que parte y en la que a veces este, por ser un material tan ajeno que hay que justificar de algún modo en la dramaturgia, se convierte en su mayor lastre. No se trata de que la intertextualidad sea un peñazo; muy al contrario, Espín crea algunas escenas realmente hermosas resucitando y haciendo hablar al personaje de doña Juana. Lo que ocurre es que parece que su texto tuviera que pedir permiso al de Tirso para existir -algo que provoca la propia naturaleza de la propuesta-, como si no tuviera entidad propia; y claro que podría tenerla.
‘Las pequeñas mudanzas’ cuenta la historia de Valeria (Cris Blanco) tratando de resignificarse a sí misma en el mundo después de que su pareja la haya abandonado. En ese proceso, en el que desea asimismo localizar a un padre del que nunca ha sabido nada, la protagonista trata de resolver su relación con una madre muy singular (Elena González) y a la vez con esa otra Valeria (Julia Rubio) que habita dentro de sí misma y que representa un pasado, o una realidad conocida, de la cual no es capaz de desprenderse definitivamente. Planteada en clave simbólica, y escenificada con desenvoltura y humor, la obra es tanto mejor cuanto mayor es su distanciamiento de lo estrictamente personal, algo que siempre ocurre con la autoficción. En este sentido, es digno de aplauso el disparatado personaje de la madre, interpretado espléndidamente por Elena González. La relación que la autora establece entre Valeria y ella, lejos de resultar trivial por su carácter fantástico, es, precisamente por él, la más amplia, compleja, universal y poética entre todas las que se dan en la obra.
Hay, además, un gran trabajo de Antonio de Cos en la composición y el diseño del espacio sonoro –precioso y delicado en los momentos que aparece doña Juana- y en los arreglos de las canciones que Julia Rubio interpreta en directo con increíble talento. Asimismo, la escenografía de Elena Sanz y el vestuario de Malena Lainez han sido concebidos con una sencillez que no hace sino evidenciar el significado que encierran.