Crítica de teatro

"La discreta enamorada": La Joven CNTC recupera su energía

La Compañía Nacional de Teatro Clásico levanta el telón esta temporada con un proyecto concebido por y para su nueva promoción de actores canteranos

Lluís Homar (izda.) dirige e interpreta este nuevo montaje del texto Lope de Vega
Lluís Homar (izda.) dirige e interpreta este nuevo montaje del texto Lope de VegaSergio Parra

Autor: Lope de Vega. Director: Lluís Homar. Intérpretes: Íñigo Arricibita, Xavi Caudevilla, Cristina García, Ania Hernández, Nora Hernández, Antonio Hernández Fimia, Pascual Laborda, Cristina Marín-Miró, Felipe Muñoz, Miriam Queba, María Rasco y Marc Servera. Teatro de la Comedia, Madrid. Hasta el 26 de noviembre.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) levanta el telón esta temporada con un proyecto concebido por y para su nueva promoción de actores canteranos. Lo curioso, en esta ocasión, es que los miembros del elenco, compuesto por doce actores, no interpretan siempre los mismos personajes en cada función, sino que hay tres repartos distintos que cubren el total de las representaciones. Los únicos intérpretes veteranos que acompañan a esa voluntariosa nómina de jóvenes son Lluís Homar, que asume además la dirección del montaje, y Montse Díez. Ellos dos son, precisamente –la experiencia es un grado–, quienes más destacan en las escenas que comparten dentro de una maravillosa comedia de enredo cuya trama está centrada en la astucia de una mujer casadera para ejercer su propia libertad individual abriendo algunas grietas en las rígidas convenciones sociales de su tiempo.

La función, sin duda una de las más dinámicas y briosas de cuantas ha estrenado Homar en su etapa al frente de la CNTC, está servida con originalidad, ingenio y desparpajo, y al mismo tiempo con un gran respeto por el texto original de Lope de Vega. Y es curiosamente ese respeto, en cierto modo "excesivo", el único lastre que cabe advertir en la propuesta, toda vez que algunas escenas podrían haberse recortado –atendiendo mejor el sentido del ritmo de hoy en día– y, sobre todo, podrían haberse retocado gramaticalmente para que se entendieran mejor. Algunas de ellas, como por ejemplo la del “menudo”, resultan hoy difícilmente descifrables leídas y releídas sobre el papel, cuanto más sobre el escenario escuchadas –probablemente por primera vez en el caso de muchos espectadores–. Asimismo, hay numerosos términos (“lición”, etc.), enclíticos y giros propios del Barroco que podrían haberse adaptado con facilidad sin sacrificar un ápice de la belleza de la poesía en la que se insertan.

No obstante, como digo, son pequeñas tachas en un montaje divertido y eficaz que sirve muy bien, como ha de ser toda producción de la CNTC, para descubrir o redescubrir con placer, y para poner en valor, nuestro extraordinario e inabarcable patrimonio literario y teatral. Merece, por cierto, una mención especial la ambientación musical que ha ideado Marc Severa –presente en el escenario también como actor– y que interpretan con mucho talento todos estos jóvenes intérpretes, algunos de los cuales apuntan ya un futuro prometedor.

  • Lo mejor: La función tiene toda la energía y la frescura deseables en los montajes de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico
  • Lo peor: Hubiera sido conveniente, como ocurre con todos los clásicos, versionar mínimamente el texto