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Diego Urdiales: “El toreo clásico, el puro, es la mejor garantía de futuro”

El diestro riojano ha protagonizado varias de las mejores faenas de la temporada taurina de 2021
Emilio NaranjoEFE
La Razón

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En una entrevista con EFE, el torero de Arnedo analiza su campaña de este año, que ha sido, con 24 actuaciones, la más intensa de su ya larga carrera de 22 años de alternativa, pero sobre todo reflexiona sobre un estilo y una filosofía del toreo que le han convertido en uno de los referentes de la renovación clásica del actual escalafón.
“Desde luego que esta ha sido la temporada más importante de mi carrera -reconoce Urdiales, quien no llegó a hacer ningún paseíllo en 2020- pero no tanto por los números sino porque al torear con más continuidad he alcanzado la regularidad suficiente para conseguir triunfos más rotundos, como el de la feria de San Miguel de Sevilla”.
El riojano señala esa faena del pasado 2 de octubre en la Maestranza, premiada con las dos orejas de un toro de Garcigrande, como “la más intensa de las de este año y una de las mejores de mi vida, porque es en la que más y mejor he podido compaginar el conocimiento con el sentimiento para dejarme llevar por las emociones”.
“Todo ha merecido la pena para llegar hasta ahí. La de Sevilla era la plaza grande que me quedaba por conquistar y la que más me obsesionaba, pues se supone que es en la que mejor debe encajar mi forma de torear. Pero más que por mí -confiesa- ese día me alegré por el maestro Curro Romero, porque sus elogios marcaron un antes y un después en mi trayectoria. Fueron como un aval de cara a los aficionados sevillanos”.
“Sinceramente -insiste Urdiales-, me preocupaba mucho menos el triunfo que cumplir con la gran responsabilidad de dejar en buen lugar al maestro. La generosidad de esa leyenda del toreo al hablar como habla de mí, de un torero tan alejado de Sevilla y al que ni siquiera conocía en su día, extrañó a todo el mundo. Por eso tenía que estar a la altura y darle la razón en esa plaza donde se le adora”.
Conseguido ese último objetivo, y tras triunfar también repetidas veces en Madrid y Bilbao, Urdiales afirma que ha entrado “en una fase muy especial” de su carrera, pues, después de sus años de lucha con corridas complejas y medidas actuaciones, ha conseguido ser “el torero que quería ser”.
“Ya desde hace unos años estoy disfrutando de unas sensaciones que me hacen revivir la ilusión de cuando empecé a querer ser torero con apenas doce años. Picasso decía que después de muchos años consiguió pintar y disfrutar como un niño y, salvando las enormes distancias, algo así es lo que me está sucendiendo también a mí”, considera el de Arnedo.
“Claro para para llegar hasta ahí -explica- hay un largo y duro proceso de búsqueda interior y de asimilación de un gran oficio. Solo así se puede alcanzar ese estado en que el toreo te fluye con naturalidad, sin tener que pensarlo demasiado. Y solo así pueden aflorar tus sentimientos y esa creatividad que te conmueve delante del toro”.
Con todo, Diego Urdiales está considerado también como un de los toreros con una técnica más amplia y precisa de la actualidad, que ha adquirido “con una dedicación diaria e incesante con la que, contra todo pronóstico, he podido llegar a la meta que siempre tuve marcada, sin buscar atajos”.
“Incluso ahora -reconoce- sigo buscando, porque en cuanto dejas de buscar y mejorar mueres como torero. Tienes que intentar ser mejor cada día, en cualquier detalle, para que el lance o el muletazo dure más y sea más lento. Hay que ser un permanente inconformista, pero sin llegar tampoco a la obsesión que impide que salga lo que llevas dentro”.
Esa asimilación de toda la compleja técnica del toreo sirve finalmente, según Urdiales, “para simplificar, para hacer el toreo de la manera más sencilla posible, para hacer fácil lo difícil con la máxima naturalidad, pero, eso sí, sin dejar de lado nunca toda esa verdad que hace sentir y emocionarse a la gente”.
“En el fondo y en la forma -añade- estamos hablando del clasicismo del toreo, esa manera de hacer que nunca he querido traicionar, y de respetar una pureza que consiste en dar al toro a elegir, en dejarle la opción de embestirte a ti o a la tela, sin tomarte ventajas”.
“Es cierto que para eso también se requiere una técnica, la que se aplica en la sinceridad para colocarse ante los pitones, en la distancia a la que se cita, en torear con los vuelos de la muleta... Eso recursos tienen unas normas éticas que buscan más la creación que la defensa de un cuerpo del que te tienes que olvidar, como decía Juan Belmonte”, continúa.
Como resumen de su concepto, Diego Urdiales afirma tajante que para torear con pureza se necesita “una entrega total del torero, hacer una apuesta vital para pasar esa raya que marca las diferencias. Ese es el fondo del toreo clásico, el auténtico, el que conmueve a la gente y el que nunca morirá, porque es inigualable e insuperable como expresión artística. Y así es como la tauromaquia siempre tendrá vigencia”.