El Juli hace historia al indultar en Gijón al primer toro en 135 años (curiosa encerrona)

Julián López, El Juli, Don Julián como lo llama mi amiga Raquel, vino a Gijón a pasárselo bien, porque está de despedida y se lo sabe todo. Ha dedicado no los 25 años de alternativa a esto del toreo sino casi todos los que tiene a maquinar lo que hace el toro y conoce al animal como pocos. Hoy ha estado en Gijón como en el patio de su casa. Lejos de su finca extremeña se le recibió con una ovación y un “Gracias por tanto” pintado sobre la arena que el propio toro y el torero se encargarían de desdibujar en ese terreno sagrado que es el ruedo. Juli aceptó matar seis toros en esta feria cuando todavía no sabíamos que se iba. Ya sí, por lo que cada paso tenía sintonía de despedida.

Se le nota desengrasado, porque es agosto y porque es un cuarto de siglo de muchas cosas. El primero de Daniel Ruiz, muy terciado de presencia, fue un regalo para los sentidos por su bondad infinita en la muleta del madrileño. Juli lo toreó a placer, sin prisa, por uno y otro pitón. Disfrutando de quien ha hecho todo y ha tomado una decisión importante. La estocada fue fulminante y emotiva. Tras de ella el doble premio.

El de Garcigrande segundo fue otro bombón, bueno a rabiar y con ritmo. Eso sí impresentable para una figura de la talla de Julián. Era un becerrote gachito. Eso hacía que la faena resultara difícil que alcanzara interés. Eso y que anduvo Julián hacía fuera y con circulares, pero sin transitar el toreo fundamental. La estocada le valió las dos orejas de un público a favor.

El tercero fue el único que se lidió al final con el hierro de La Quinta. El toro tuvo nobleza e iba y venía con largura pero ninguna entrega. Al animal no le dio por humillar en ningún momento. Julián tiró de oficio y montó faena con él teniendo al público de su parte en todo momento. Hasta cuando no quiso que le tocaran la música.

Apretó para dentro el cuarto. sobre todo a los banderilleros. El terciado toro de Garcigrande, que tenía una cara muy pobre de pitones, y se había justificado en el caballo, echó los restos en la muleta. Tuvo el picante de la bravura para tomar el engaño por abajo con codicia y repetición. Juli lo vio claro y también el desenlace que vino después de "Caritativo". De ahí que en esta ocasión fuera él quien pidiera a la música hasta en dos ocasiones que no parara de tocar y los tiempos se alargaran hasta que la gente comenzó a pedir el indulto. En esa dilatación de los tiempos se precipitó un indulto que hacía historia pues en los 135 años de vida de la plaza de El Bibio nunca había ocurrido. Los trofeos máximos para el torero, la vuelta al ruedo para el ganadero también. El toro fue bueno... ¿El indulto? Forzado.

De oficio fue la faena al quinto, noblón y con la virtud de poner la cara abajo. Las lopecinas y un par de banderillas que compartió con Ambel y Sánchez fueron lo más destacado de la faena al sexto, que era irregular en el ritmo. Se clausuraba así una encerrona peculiar, de muchos trofeos y populachera. La gente se divirtió. Otra cosa fue el calado de su toreo.

Ficha del festejo

GIJÓN (ASTURIAS). Segunda de feria. Se lidiaron dos toros de Daniel Ruiz, 1º y 5º, tres Garcigrande, 2º, 4º y 6º y uno de La Quinta, 3º. El 1º, noble y bueno; 2º, bueno; 3º, va y viene y se desplaza pero sin entrega; 4º, «Caritativo», indultado; 5º, noblón; 6º, de irregular ritmo. Media entrada.

El Juli, de nazareno y plata, estocada fulminante (dos orejas); estocada trasera (dos orejas); media (oreja); dos orejas y rabo del toro indultado; pinchazo, estocada (saludos); pinchazo, estocada trasera (oreja).