Nadal

Nadal no puede con un fantástico Thiem en los cuartos de final del Open de Australia

El español, finalista el año pasado, lo dio todo y rozó una remontada espectacular, pero cedió por 7-6 (7/3), 7-6 (7/4), 4-6 y 7-6 (8/6)

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Un duelo colosal, maravilloso, emocionante, al límite, llevó a Dominic Thiem a las semifinales del Open de Australia ante el incansable Rafa Nadal (7-6 [7/3], 7-6 [7/4], 4-6 y 7-6 [8/6]), que amenazó con otra de sus remontadas milagrosas y se quedó cerca. Ahí estuvo... Pero no pudo avanzar para luchar contra Zverev por un puesto en la final. La otra semi la juegan Federer y Djokovic.

En partidos así, tan justos, tan parejos, aprovechar las oportunidades se convierte en fundamental, en decisivo. Thiem desperdició unas cuentas hasta el éxito final, agónico. Y Rafa Nadal las tuvo también ante un oponente fantástico, que daba la sensación de ser el que mandaba, el que dictaba lo que pasaba en la pista, pero que en los dos primeros sets se vio con un break en contra. Sí, pese a todo, el número uno del mundo fue por delante en el marcador, pero no logró mantenerlo. En el primer parcial, incluso, sirvió con 5-3 para llevárselo. Fue un juego intensísimo que empezó con un contrapié que acabó con el austriaco por el suelo. Se levantó rápido, pulgar en alto, no pasa nada, a seguir. Así de intenso es y fue el oponente de Rafa Nadal, que no sólo se levantó literalmente, también moralmente, para seguir martilleando y lograr la ruptura a la tercera oportunidad. En el segundo set el break del español fue antes, pero en un mal juego de saque se lo remontó poco después y también se llegó al tie break, donde la inercia del partido se plasmó en el resultado.

Esa inercia era que los golpes de Thiem hacían daño al español. En la estadística de puntos largos, el austriaco tenía la delantera, algo que no sucede casi nunca cuando el zurdo de Manacor está enfrente. Pero Dominic encontró el antídoto contra las pelotas altas del manacorense contra su revés a una mano. Se colaba en el bote, intentaba no perder mucha pista y golpeaba con violencia. Y cuando se ponía él de derecha a la pelota sólo le faltaba temblar porque sabía la violencia con la que iba a llegar el impacto. Es muy difícil lograr lo que él logró. Pero qué sensación de energía transmite, qué vitalidad en cada golpe, en el que parece que se deja la vida, con un grito que parece empujar un poco más a la pelota. Desde el fondo mandaba Thiem tanto con la derecha como con el revés. Era él, que también juega con mucha carga de liftado, el que hacía daño. La pelota bota y tiene vida, brinca, sale alta, y es un incordio. Y con el saque estaba muy seguro. Hacía mucho daño con el abierto y encontraba el momento justo para cambiarlo de vez en cuando y jugar a la "T". Se descuidó dos veces, que fue cuando Rafa le rompió, pero no se vino abajo de cabeza. El primer desempate lo empezó Nadal 2-0, pero un error de derecha terminó de ponerle por detrás y su rival voló a partir de ahí. El segundo tie break lo empezó el austriaco 4-0 y Rafa amagó (por primera vez en la noche) con una de sus remontadas, se puso 4-4, pero remó para caer. Empezó a encontrar el español la derecha paralela, su golpe dominador, pero ni así...

Mostró su tenis Thiem y también su físico. Porque hizo correr a Nadal como pocos, pero él también fue de lado a lado sin problema. Y llegaba incluso para colocarse de derecha en el lado de revés y poder sacar el cañón.

En el tercer parcial siguió buscando cosas Nadal. Ha remontado tres veces en su vida un partido que empezó dos sets abajo, ¿por qué no una cuarta? Thiem no podía mantener el mismo nivel todo el rato... O sí. Buscó el zurdo cambios de ritmo y ser más agresivo, por mucho que su gesto siguiera mostrando síntomas de desesperación. Es un jugador muy expresivo y se le nota cuando sufre. Especialmente se enfadaba cuando no metía el primer saque. El amor propio que demostró Rafa fue tremendo para agarrarse a su última esperanza. Seguía sacando el puño cada vez que conseguía un punto importante. No faltaron los “vamos”, pero Thiem, que ha jugado muchas veces contra él, sabía que no podía relajarse. Entró el duelo en una fase extraña, con ambos ganando su saque de forma cómoda. Era como una tensión contenida hasta que le llegó la pelota de set al español y lo consiguió. La Rod Laver Arena estalló. El partido seguía con un par de cuestiones que en realidad iban de la mano: ¿se hundiría Thiem? ¿Lo volvería a hacer Rafa?

Amenazó con ello cuando tuvo tres pelotas de break al comienzo. Estaba al límite el austriaco en ese momento y logró sobrevivir con buenos saques y su atómica derecha. Y después aprovechó la opción que tuvo para hacer él la ruptura. Se puso 1-3 Thiem, pero todavía no podía cantar victoria. Nadal se ha visto otras veces así y siguió y siguió con agresividad. Ni con 2-4 y 0-30 se rindió. Salvó ese servicio que olía a definitivo y obligó a su rival a ganarle hasta el último punto. Lo forzó al momento de máxima tensión: 5-4 y saque para el partido para Thiem. Sólo ahí tembló con un mal juego en el que, entre otras cosas, cometió una doble falta y mandó el último tiro fuera por dos metros, una derecha cruzada de las mil que había metido en el partido. Vuelta a empezar en esta manga y otra vez la pregunta de si el golpe sería demasiado duro para el austriaco. Si Nadal demostró su capacidad de sufrir Dominic mostró su fuerza mental con otro tie break espectacular. Todavía quedaban puntos increíbles, como el que dio el 4-2 a Thiem en el desempate, en el que Rafa corrió a una dejada imposible, llegó y volvió para atrás y casi consigue lo imposible. O el siguiente, el del 5-2, en el que Dominic hasta se fue al suelo, pero se levantó y continuó para llevarse el punto. La situación llegó de nuevo al filo: 5-4 y dos saques para Thiem. El primero abierto no volvió: 6-4 y dos pelotas de partido. La primera al servicio: le entró el primero, se le quedó una derecha soñada... Pero la tiró a la red. Se agarrotó otra vez. Quedaba otro capítulo de emoción cuando Nadal paró una bola que no cantaron fuera. Era un globo y el español pidió el ojo de halcón. Si era buena, fin del encuentro. Pero era fuera. La tercera pelota de partido que se generó el número cinco del mundo fue con un passing de revés que tocó en la cinta. Todas esas pelotas le favorecieron. El mismo Woody Allen lo hubiera filmado. Tuvo que jugar con segundo saque después, pero la última derecha del balear se quedó en la red.