Roger Federer
¿Cuánto hace que Federer no le gana a Djokovic en un Grand Slam?
Se han enfrentado 49 veces en total, con 26 victorias del serbio por 23 del suizo
«Creo en los milagros», dijo Roger Federer después de ganar 6-3, 2-6, 2-6, 7-6 (10-8) y 6-3. Y elevó un poco la mirada a la grada, al cielo. No es exagerado tildar de milagro lo que acababa de suceder en su partido contra Sandgren de los cuartos de final del Abierto de Australia: las molestias en la ingle desde el segundo set («esperemos que no sea nada, tengo dos días para recuperarme», dijo), la remontada del estadounidense, la apatía en el cuarto parcial, en el que el suizo iba a toda prisa, como queriendo que todo acabara. Que metía una derecha a la línea, ni se inmutaba. Que tiraba otra un metro fuera, ni se inmutaba. Que el rival le hacía un golpe ganador, nada. Si salvaba una bola de partido, y otra y otra, como si fuera un 15-0. Porque las oportunidades empezaron a llegarle a su rival. Primero tres al resto con 5-4 en ese cuarto set. Federer fue conservador, puntos largos y que falle el rival. Escapó. Y después en el tie break, el no va más: 6-3 para el estadounidense, dos opciones al resto y una con saque. La misma táctica del suizo primero y después, cuando sirvió Sandgren, pasó la pelota como pudo al otro lado y resistió. Sólo ahí levantó el dedo. En tercera ronda le pasó algo similar contra Millman, que iba 8-4 en el supertiebreak del quinto set. Otra vez el suizo venció por el respeto que impone su figura a los demás.
Pocos jugadores pueden presumir de algo así. Uno de ellos es Djokovic, aunque el miedo no tuviera nada que ver en su victoria ante Raonic.
El serbio volvió a mostrar la versión salvaje de todo el torneo. El canadiense llegaba con su saque como argumento: nadie había conseguido romperlo en las cuatro rondas anteriores, entre las que tuvo a rivales como Tsitsipas. Pues al tercer juego de servicio, tres bolas de break para Nole. Una más al cuarto. Y al quinto, bingo. No hay restador más eficaz que el serbio. Así se desmonta un plan y de ahí, a la victoria, pese a ciertos momentos de apuro por unos problemas con las lentillas en el tercer parcial (6-4, 6-3 y 7-6 [7/1]).
Por tanto, el gran duelo de semifinales está servido: Djokovic y Federer se enfrentarán por quincuagésima vez. Por si lo visto durante el torneo fuera poco para señalar al favorito, ahí va otro dato: desde 2012 el suizo no vence al serbio en un Grand Slam. Por el camino, tres finales de Wimbledon (2014, 2015 y 2019), una del Abierto de Estados Unidos (2015) y unas semifinales en Australia (2016). «Pero Roger es Roger», dice el número dos. La vez que el helvético más cerca ha estado de superar a su oponente ha sido la última, con las dos pelotas de partido que tuvo en el All England Club. Ahí el que creyó en milagros fue Djokovic.
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