Tenis

Novak Djokovic

Djokovic resucita ante Thiem para ganar su octavo Open de Australia

El serbio remontó y se impuso por 6-4, 4-6, 2-6, 6-3 y 6-4 después de cuatro horas de pelea. Nole arrebata el número uno del mundo a Nadal

Tennis Australian Open 2020
Djokovic celebra un punto importante en la final ante ThiemMICHAEL DODGEEFE

Ocho finales en Australia y ocho títulos. Novak Djokovic se impuso a Dominic Thiem en cinco sets (6-4. 4-6, 2-6, 6-3 y 6-4 en cuatro horas de partido) de una final dramática. Nole alcanzó su décimo séptimo Grand Slam ante un jugador que lleva tiempo reclamando su presencia entre los mejores. Durante un buen tramo de partido el austriaco dominó. Tuvo al serbio contra las cuerdas, pero el de Belgrado terminó a dos Grandes de Nadal (19) y a tres de Federer (20). La remontada llegó después de un tercer set en el que pareció muerto. Nada de eso. Regresó y demostró que en la pista dura de Australia no hay nadie en la historia como él. Cuatro títulos ante Murray, dos ante Nadal, uno ante Tsonga y el último ante Thiem. Djokovic sigue siendo el rey en Melbourne y el rey del circuito porque arrebató el número uno del mundo a Rafa.

Nole fue en el arranque el jugador inalcanzable que había sido en las dos semanas anteriores. Cuando pone el modo robotico no hay una raqueta en el circuito capaz de toserle. Es tan perfecto, tan inabordable que resulta desesperante para cualquiera. Thiem se topó con ese muro de salida, con un rival que cuando está así parece que juega a otra cosa. Y se situó con 4-1. La sensación de control absoluto, de dominar el juego incluso con el resto desapareció cuando Thiem logró empezar a levantar la bola. El austriaco respondió con su derecha salvaje, con un revés que corre tanto como el drive y el combate se convirtió en algo salvaje. El serbio todavía fue capaz de dar un nuevo acelerón y cerró el set gracias a una doble falta de Thiem. Pero Dominic ya se había metido en el partido. El monólogo inicial se había terminado.

Djokovic dejó de mandar y Thiem empezó a crecer. Justificó las camisetas de “Carpe Thiem" que llevaban algunos de sus seguidores. Dio igual que hubiera tenido un día menos de descanso, dio igual que hubiera estado seis horas más en pista que Nole, dio igual todo... su tenis fue tan dominador como en los mejores momentos ante Nadal. Logró un break en el cuarto juego que puso al serbio en la primera situación límite. La respuesta de Novak no fue explosiva. Se fue reenganchando poco a poco. Lo logró en el octavo juego para establecer el cuatro iguales y que el set volviera a empezar. El noveno juego y su resolución fueron determinantes. Hubo de todo con la bola en juego y con la bola parada. Una doble falta del serbio, una dejada mal medida y dos warning por el tiempo de saque. Uno llegó cuando estaba a punto de servir, apenas le restaban un par de segundos. El otro llegó después de un intercambio de más de 20 golpes. Y el serbio estalló. Sufrió un break. Se fue hacia su banquillo y tocó tres veces la zapatilla del juez de silla visiblemente mosqueado. Se sentó y empezó a dirigirse a él: “¿Quieres hacerte famoso?”. El mosqueo le arrastró al lodo, pero no fue lo único. El tenis de Thiem le hacía tanto daño o más como que su monumental cabreo con el juez de silla.

El incidente se llevó por delante al que había sido el mejor jugador del torneo. La secuela del cabreo le duró casi todo el tercer set. Dos breaks en sus dos primeros saques, cinco juego seguidos perdidos, pidió la presencia del fisioterapeuta y el médico, cabizbajo, ni un gesto positivo... el bajón del serbio era comparable a la peor de las resacas. Los problemas estaban en su cabeza y en la raqueta de enfrente. Thiem necesitó cuatro pelotas de set, pero se puso por delante.

Nole huyó a vestuarios. Regresó tan “muerto” como estaba, pero llegaron las primeras señales de que algo podía cambiar. Ganó desganado su primer saque, salvó una situación límite el tercer juego, ganó en blanco el quinto... Seguía cabizbajo, como si jugara por obligación, pero el robot volvía a estar enchufado. Lo peor para Thiem es que se percató de la situación. Su juego decreció y cedió dos bolas de break en el octavo juego para que la final se resolviera en la quinta manga.

Ahí el cupo de errores de Thiem aumentó. El de Djokovic apenas existió. En el tercer juego el austriaco perdió su servicio con cuatro errores no forzados. ¿La prolongación? Djokovic salvó dos bolas de break en su siguiente servicio. Sin un gesto de más, sin un grito, con una frialdad en la que sólo cabían golpes milimétricos. A Thiem se le empezaron a agotar los recursos por el muro que tenía enfrente. Segundos saques imposibles, intercambios de más de 20 golpes con casi cuatro horas en pista, el robot había vuelto para llevarse su octavo Open de Australia.