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Champions League. El Bayern arrolla al Atlético (4-0)

La sensación de inferioridad fue creciendo con el paso de los minutos. El Bayern ejerció de campeón

Koman remata el cuarto con tres jugadores del Atlético mirando
Koman remata el cuarto con tres jugadores del Atlético mirandoAlexander Hassenstein / POOLEFE

Tiene el Bayern el alma que tenía el Atlético de Simeone en sus mejores tiempos. Esa que le lleva a presionar sin dejar respirar al contrario, sin dejarle otra salida que entregarle la pelota. Rendición o muerte. Pero los alemanes acompañan ese despliegue físico y defensivo con mucho fútbol. El mejor resumen es Joshua Kimmich. Se tiró al suelo para recuperar una pelota que Joao Félix no se atrevió a discutirle, levantó la cabeza y puso la pelota perfecta en los pies de Coman para marcar el primero.

Kimmich defiende como el lateral derecho que fue en la pasada fase final de la Liga de Campeones cuando Pavard no estaba a la altura física de sus compañeros y juega como el mediocentro que es. El centrocampista alemán tiene una cabeza prodigiosa, que le hace saber en cada momento lo que necesita su equipo. Y la humildad suficiente para asumir un papel secundario cuando es necesario en el costado de la defensa, desde el que también termina siendo protagonista.

Tiene el Bayern a Kimmich, pero tiene sobre todo una ambición desmedida que le hace no parar cuando tiene el partido dominado. Un gol no es suficiente y dos no son bastantes.

Marcó Goretzka el segundo y el campeón de Europa siguió buscando más, metiendo al Atlético en el fondo de su área. Incómodo el equipo rojiblanco, que vivió en ese mismo campo una de sus noches más gloriosas después de un partido lamentable cuando se clasificó para la final de la Copa de Europa en 2016.

No tuvo esta vez el Atlético un penalti salvador parado por Oblak que le arrimara al lugar deseado y la sensación de que el equipo de Simeone se convertía en un rival insignificante para el Bayern iba creciendo con el paso de los minutos.

El Atlético desaprovechó sus oportunidades, especialmente en los primeros minutos. Luis Suárez, que ha llegado para aportar el gol que le faltaba al equipo de Simeone, desperdició una jugada extraordinaria de Carrasco en la banda izquierda con un disparo mal elegido.

Aunque la jugada clave estuvo en el comienzo de la segunda mitad. Marcó Joao Félix, pero Luis Suárez, en posición adelantada, tapaba la visión de Neuer. Gol anulado y el Atlético se quedaba con la sensación de que era imposible. El gol del portugués era hijo de la casualidad, pero casualidades como ésa hacen que los partidos cambien. Pero todo siguió igual y para el Atlético fue a peor.

No tenía el impulso necesario para llegar al área con peligro –sólo una ocasión de Carrasco, que no apuntó bien– y tampoco protegía su espalda como acostumbra.

Coman, que había encontrado un chollo a la espalda de Trippier en el costado derecho de la defensa del Atlético, aprovechó el despiste de todo el fondo rojiblanco para arrancar desde su campo y marcar un gol maravilloso. No encontró oposición hasta que llegó al borde del área. Lo solucionó con un recorte para eliminar un enemigo y con otro para ponerse la pelota en el pie bueno, en el derecho. Oblak, al que le faltó meterse dentro de la portería, no tuvo otra cosa que hacer que recoger la pelota de la red.

Antes Tolisso había marcado un gol espectacular en un disparo desde fuera del área. Lo que en los años 80 se llamaba un gol de Bundesliga, cuando en España apenas llegaban unos resúmenes en Estudio Estadio con los zurriagazos de Augenthaler.

El Bayern ha cambiado de temporada, pero no ha cambiado de estilo. El Atlético, tampoco. Y lo que tiene no le llega ahora para competir con el campeón de Europa.