Balonmano

Silvia Navarro, decían que era bajita... Y lleva más de media vida con las Guerreras

La portera de España cumplió 42 años y pide un regalo: la clasificación para los Juegos de Tokio, para lo que tienen que ganar o empatar con Argentina en el preolímpico de Llíria

Silvia Navarro se estira para detener un balón en el primer partido del preolímpico de Llíria, que España empató con Suecia (28-28)
Silvia Navarro se estira para detener un balón en el primer partido del preolímpico de Llíria, que España empató con Suecia (28-28)Juan Carlos CárdenasEFE

En la escena de Star Wars en la que la princesa Leia conoce a Luke Skywalker, que va con el traje de Stormtrooper, le dice: “¿No eres un poco bajito para ser guardia de asalto?”. Silvia Navarro escuchó en muchas ocasiones algo parecido, pero quitando las interrogantes: “Eres un poco bajita para ser portera”. Pero no.

Bajita es, con sus 169 centímetros. Y portera, también.

“¡Buah! Me lo han dicho una barbaridad de veces, pero los tiempos están cambiando. Antes eran porteras enormes y ahora se ven más de otro tipo. Las que no somos tan grandes lo tenemos que suplir de otra manera. Te las tienes que apañar”, explica la guardameta del Rocasa Gran Canaria desde la concentración de las Guerreras, que buscan la clasificación para los Juegos de Tokio en el preolímpico que se está disputando en Llíria, Valencia. Tras el agónico empate del primer día contra Suecia, el billete para Japón se saca con otro punto o la victoria el domingo ante Argentina (19:30, Tdp). “La clasificación sería el mejor regalo que me pueden dar. Ya no estar yo, lo importante es que España tenga presencia en esos Juegos. Con eso me conformaría”, cuenta Silvia. Y lo de “regalo” es literal, porque justo este sábado ha cumplido 42 años y hace ya mucho que, claro, nadie se atreve a decirle eso de que es demasiado pequeña. Porque donde no llega su envergadura lo hacen sus piernas, forjadas a base de trabajo y sentadillas para alcanzar las escuadras o lo que haga falta.

Debutó con España en 1998, cuando todavía ni se les llamaba las Guerreras, y lleva más de media vida en la selección, con un parón en medio hasta que Jorge Dueñas en 2007 volvió a confiar en ella. Y las ha visto de todos los colores: de esos años del siglo pasado en los que el equipo nacional no lograba la clasificación para los Mundiales hasta la primera medalla, la plata en el Europeo de 2008, a la que siguieron el bronce Mundial, el bronce olímpico en Londres 2012, otro segundo puesto continental y la plata Mundial en Japón 2019 en pleno relevo generacional. “He tenido la suerte de poder vivir todos los cambios de la selección. Lo que sucede ahora es también por el trabajo que se hizo anteriormente, me estoy remontando a 1998, 2000... Es un trabajo hecho por seleccionadores, jugadoras, y está dando sus frutos”, reflexiona la portera.

Como el partido con Suecia acabó tarde, la madrugada del viernes ya escuchó el cumpleaños feliz de sus compañeras. Y el sábado por la mañana también, por supuesto. “Me temo que va a ser la sintonía de todo el día”, suelta Navarro con gracia. Y se ríe. Su familia habló la felicitó temprano desde la distancia, aunque ella es valenciana, pero el torneo se está disputando en una burbuja. Nadie se puede acercar a ellas. Ni salir a dar un paseo pueden. Silvia es de esas mujeres que ha logrado salir adelante siendo deportista y madre. “Con la selección te exige estar un mes, mes y medio fuera y es complicado, pero si tienes un buen arrope familiar como yo... Pero en un momento tengo que poner una barrera para disfrutar de la familia”, afirma. Está “bien física y psicológicamente” y cada día se levanta “con esa sensación de alegría y de disfrutar” de lo que le gusta, pero la palabra “retirada” empieza a aparecer en su diccionario. “He dedicado mi vida a este deporte, tengo familia y creo que va siendo hora...”, admite. Ha tenido una especie de ensayo y no terminó muy contenta. “En la cuarentena decía que veía mi retirada anticipada y lo pasé fatal. Pero todo en la vida tiene un fin. De verdad, me levantaba y decía: “¿Cuándo va a terminar esto?” No me gustó nada. Voy a tener que trabajármelo de cabeza. Pero es ley de vida”, reconoce