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Un Nadal a prueba de balas vence a Opelka y llega a la final de Roma, donde espera a Djokovic

El español domesticó los cañonazos del gigante estadounidense para lograr un triunfo cómodo: 6-4 y 6-3. Buscará su décimo título en la capital de Italia ante el ganador del Nole-Sonego

Nadal responde a uno de los cañonazos de Opelka en las semifinales del Masters 1.000 de Roma
Nadal responde a uno de los cañonazos de Opelka en las semifinales del Masters 1.000 de RomaGregorio BorgiaAP

Que Reilly Opelka llegara a las semifinales del Masters 1.000 de Roma sin haber cedido ni una vez su servicio en todo el torneo no es algo que vaya a asustar a Rafa Nadal a estas alturas de la película. Que el primer saque directo que le metiera el estadounidense fuera a 229 kilómetros por hora, tampoco. Sabe el español que contra jugadores así hay una palabra: paciencia... Y buena letra con tu saque, que las oportunidades llegarán. La teoría estaba escrita pero en la práctica las oportunidades llegaron más rápido de lo esperado. Eso sí, Opelka tuvo cuatro posibilidades de rotura en el cuarto juego, demostrando todas sus armas. Mide 211 centímetros, entonces las pelotas altas de Nadal, cuando puede golpear parado, para él son un caramelo, porque se le quedan a la altura perfecta para reventarla. Y pegaba duro y la pelota ni se veía. Otra cosa es cuando su rival consigue que esté en movimiento. Ya en carrera no puede pegar tan cómodo el norteamericano y pierde precisión. Empieza a tirar más bolas fuera y la cabeza se le va al limbo. Sacó esos cuatro puntos complicados Nadal y en realidad a partir de ahí tuvo un partido cómodo. Tras el 2-2 y el alivio del español, llegó esa opción de quebrar y lo aprovechó. Consiguió restar un primero el zurdo, un saque de esos que normalmente no vuelven, pero el se estiró y metió la raqueta y Opelka se pasó con su golpe y la mandó fuera.

Ya estaba hecha la parte más difícil del trabajo. Con rotura a favor, de la “paciencia” Rafa tuvo que pasar a la “concentración” con su servicio. Y lo hizo de maravilla. Sacó bien, con buen porcentaje de primeros (75 por ciento), y no volvió a haber ninguna noticia o amenaza en contra ni nada parecido. El golpe cortado del español molestaba mucho a su rival. Es la contrapartida que tiene su altura: la pelota se le quedaba baja y ahí sufre más. Jugó a gusto el balear y como también comenzó el segundo set con break a favor, pues el partido ya entró en una dinámica fácil de gestionar para una raqueta con la experiencia que tiene la suya. Sólo se puso un poco más tenso de lo normal para cerrar el choque. Lo lógico. Pero vamos, tenso fue tener que hacer frente a un 30-30.

Ganó por un doble 6-4 en apenas hora y media y ya espera rival en la final, Djokovic o Sonego, que se enfrentan a las 18:30. Será el segundo partido que tanto el serbio como el italiano disputen en el día, ya que tuvieron que jugar los cuartos aplazados el viernes por la lluvia. Ha ido de menos a más Rafa en este torneo. Con Sinner y Shapovalov pasó un mal trago en las dos primeras rondas. Después, contra Zverev, su verdugo en Madrid, subió mucho su nivel, y contra Opelka entendió perfectamente y rápido dónde estaba el partido. Sonríe Rafa en la última cita antes de intentar el asalto a su decimocuarto Roland Garros.