Opinión

La España de Luis Enrique liquida “haters”

En un año que va como va, la selección anima a pasar un buen rato

Luis Enrique, en la banda del RCDE Stadium, en Cornellá ante Albania
Luis Enrique, en la banda del RCDE Stadium, en Cornellá ante AlbaniaAlejandro GarcíaAgencia EFE

Hay partidos que van mucho más allá del resultado y su significado trasciende lo que refleje el marcador. Que se lo digan a Laporta después del 0-4. La goleada le permitió bajar al presidente azulgrana de la famosa lona preelectoral al césped del Bernabéu en una noche que merecía terminar en Luz de Gas. Luego hay que saber magnificar las cosas, pero dentro de un orden. Si se mira la parte superior de esta página y se ve la clasificación de la Liga, la euforia entre los culés debería moderarse de inmediato. Pero claro hablamos de fútbol. Que se lo digan a los madridistas que vivieron en directo la remontada ante el PSG. Que sí, que sólo era la vuelta de los octavos, pero nadie de los que acudió al Bernabéu aquella noche olvidará en su vida lo sucedido.

La España de Luis Enrique está en la fase de acumular méritos para que los que dudan de todo se conviertan en un grupúsculo. La Eurocopa, la Liga de las Naciones, el amistoso en Barcelona, el todos para uno y uno para todos que ha construido el seleccionador provocan que España vuelva a Barcelona y el partido sea una fiesta. Lo de menos fue el ganar a Albania; lo de más, el compromiso de unos jugadores y de una hinchada que muchos decían que no existía. Llevas a España a Cataluña, para un amistoso con una selección menor, en una fecha en la que el personal sólo tiene ojos para la Liga y para la Champions y el día se convierte en un guantazo de realidad para los «haters», los «antis» y demás morralla. En un año que va de la manera que va y con un Mundial en unas fechas en las que el personal está pensando en cómo digerir la Navidad, la selección es un motivo para pasar un buen rato. Y si además Luis Enrique se saca de la manga un par de sorpresas en cada convocatoria, la cosas se pone todavía más divertida.

Hay quien asegura que lo de Qatar llega un poco pronto para una generación con un aspecto envidiable. A los escépticos y a los que dudan de lo que viene habría que remitirles a Carlos Alcaraz. Talento, un entorno recomendable, la cabeza en sitio y todo con 18 años. Sus partidos trascienden más allá de lo que diga el marcador.