Historia

Del “Batallón del fútbol” al “Batallón Azov”: futbolistas en guerra

Muchos jugadores e hinchas engrosan las filas de la resistencia ucraniana frente a Rusia, algo que ya ocurrió en la Primera Guerra Mundial

Del "football battalion" a la resistencia ucraniana
Del "football battalion" a la resistencia ucranianaTwitterlarazon

Las guerras cambian el curso de la historia y el fútbol no se han mantenido ajeno a ello. Demasiadas reseñas históricas convierten al deporte rey en protagonista de los grandes conflictos bélicos mundiales. Ocurre en Ucrania y ya ocurrió en la Primera Guerra Mundial e incluso en la Guerra Civil española.

Ucrania, en la voz del presidente Volodimir Zelenski, llamó a los hombres a luchar y numerosos deportistas de élite no lo dudaron. Muchos de ellos futbolistas, que ya lamentaron sus primeras bajas al inicio de la invasión rusa con la muerte de Vitalii Sapylo, de 21 años, y Dmytro Martynenko, de 25.Vitalii Sapylo, jugador del equipo juvenil del Karpaty Lviv, perdió la vida durante una batalla cerca de Kiev después de unirse al ejército como comandante de tanque. Dmytro Martynenko, jugador aficionado del club regional FC Gostomel, murió junto a su madre cuando las fuerzas rusas bombardearon el bloque de apartamentos en el que vivía.

Con el fútbol parado, Zelenski también reclutó soldados en las hinchadas de los clubes de fútbol, de corte hooligan y neonazi, ahora convertidos en “combatientes de la libertad”. Con formación paramilitar ya saben lo que es estar en guerra. En 2014, ultras ucranianos fueron incorporados al Batallón Azov, un grupo de ultraderecha. Nació durante el conflicto de 2014 con la autorización del Ministerio del Interior para la formación de grupos de civiles armados destinados a luchar contra las fuerzas separatistas prorrusas, algunas de ellas también señaladas como neonazis, que finalmente se quedaron con el control de los territorios de Donetsk y Lugansk.

De hecho el batallón Azov tiene como raíz al Sect 82, sector de hinchas del Metalist Kharkiv (F. C. Metalist Járkov), que en 2014 ocupó la sede del gobierno de Jarkov (Kharkiv). Del Sect 82 nació un grupo policial con “tareas específicas”: el Cuerpo del Este. Los mismos que ahora han conformado milicias armadas para defender a su país de la invasión rusa.

El batallón Azov y el “Ejército de la Patria” son conocidos en nuestro país por la polémica suscitada por el futbolista Roman Zozulya, que fue tachado de “nazi” por los ultras del Rayo Vallecano, que incluso frenaron su fichaje, por apoyar a los paramilitares ucranianos en la guerra contra los prorrusos en el Donbass.

Un ultra al mando en Mariupol

Y es que el futbol se ha convertido, a su pesar, en protagonista de esta guerra, que ha tenido consecuencias devastadoras también para el deporte. Los hinchas comandan batallones de defensa, el dueño del Chelsea -Roman Abramovich- se erige como negociador clave por la paz y un legendario líder de los ultras del Dínamo de Kiev, Denis Projipenko, lidera la resistencia en Mariupol. En la edición rusa de Wikipedia, el nombre Denis Projipenko se coloca en la parte superior de la lista de comandantes del batallón Azov. El más alto en rango. El enemigo número uno de Moscú, el hombre que personifica sobre el terreno esa Ucrania “nazi” de la que Putin quiere liberarla. Es uno de los fundadores del Batallón Azov. Entrenado como raider (fuerzas de asalto), se calcula que tiene entre 45 y 55 años y lleva años en primera línea contra el Donbass prorruso y ahora, está atrapado en Mariupol, ciudad totalmente sitiada por las fuerzas rusas.

Pero no solo los hinchas de equipos locales han decido empuñar un kalashnikov y sumarse a la resistencia ucraniana. “Los Leopardos”, nombre que recibe los fans del Barça en kiev también decidieron permanecer en la ciudad y sumarse a la lucha armada contra el invasor.

“El Batallón del Fútbol”

Un escenario que recuerda a historias pasadas porque, al igual que en Ucrania, el fútbol también jugó un papel fundamental en otros conflictos como la Primera Guerra Mundial, donde el “Batallón del fútbol” escribió su nombre con letras de oro o, más bien, con sangre.

En el momento de estallar la guerra, a mediados de 1914, el papel el mundo del fútbol distaba mucho de lo que vendría después. En un principio la decisión fue que los futbolistas se quedaran en sus ciudades, en sus equipos, e incluso se mantuviera la competición doméstica, con el objetivo de mantener entretenido al pueblo. Pero la prolongación en el tiempo de la guerra, el recrudecimiento de ésta, y la gran cantidad de vidas humanas perdidas que se iba acumulando hizo que se planteara su llamada a filas.

La afirmación de Sir Arthur Conan Doyle, el novelista creador de Sherlock Holmes y una de las voces más importantes del país en aquellos momentos, de que “si un futbolista tiene fuerza en sus extremidades, que las use en el campo de batalla” fue el detonante definitivo.

Así, el 12 de diciembre de 1914 se formó el 17º Batallón de Servicio del Regimiento Middlesex, el conocido como ‘Football battalion” o Batallón del Fútbol. William Joynson-Hicks formó el batallón el 12 de diciembre de 1914 en el Ayuntamiento de Fulham después de que el secretario de Estado de Guerra , Lord Kitchener , lo sugiriera como parte del plan del batallón de Pals . El internacional inglés Frank Buckley se convirtió en el primer jugador en unirse, de los treinta jugadores que se inscribieron en su formación. La formación se anunció al público en general el 1 de enero de 1915.

Poco después, en mayo de 1915 se formó un segundo batallón de futbolistas, el 23º Batallón de Servicio del Regimiento Middlesex.

Varios futbolistas profesionales, por patriotismo, sin estar obligados al tener contratos vigentes en una liga que seguía, acudieron a la llamada del batallón. Tuvieron un efecto magnético arrastrando con ellos centenares de jugadores amateur y miles de hinchas que soñaban con luchar a la par de sus héroes futboleros.

En el Batallón, al futbolista lo curtían y entrenaban al oficio militar. Recibían un entrenamiento de 5 meses antes de ser enviados a las trincheras. El fútbol seguía siendo una herramienta esencial en esa preparación a la guerra. Los mantenía unidos y solidarios; creaba compañerismo y lealtad; espíritu de equipo. Alrededor de 200 soldados compusieron la primera camada del Batallón; muchos de ellos futbolistas.

Durante el entrenamiento, a los jugadores se les permitió salir un sábado para regresar a sus clubes y participar en los juegos. Sin embargo, los clubes se vieron obligados a subvencionar las tarifas del tren, ya que el Ejército no las pagaba.

El fútbol y La Batalla de Somme

Participaron en varias batallas entre ellas la Batalla de Somme -la más sangrienta de la Primera Guerra Mundial- que terminó en noviembre de 1916 y en la fallecieron 500 hombres de los 600 enviados por el Batallón del Fútbol.

Quizás por los hombres que formaban estos batallones la cruenta batalla del Somme, fue planificada como si de una final de Champions se tratara. El capitán Nevill imaginó el campo de batalla como uno de fútbol: Balones, contrataques y hasta un cartel en el que se podía leer: “Sin árbitro”.

Horas antes del inicio del combate, Nevill reveló el plan a sus hombres: repartiría los balones entre sus cuatro pelotones y cada uno tendría la misión de llevarlo hasta campo enemigo hasta marcar un hipotético gol en Montauban. “La Gran Final de la Copa Europea: East Surrey contra los Bávaros”, escribió el capitán en uno de ellos. En otra el mensaje era “sin árbitros”. A las 7.27 de la mañana del 1 de julio de 1916, Wilfred Nevill salió de su trinchera y dio la señal para iniciar el avance pateando la pelota en dirección a las alambradas alemanas.

Llegó hasta tierra de nadie con una granada en la mano y cuando se puso a tiro de los rifles enemigos fue alcanzado por un disparo en la cabeza muriendo en el acto. Bobby Soames, otro de los encargados de golpear uno de los balones, tampoco sobrevivió. Murió el capitán, pero sus soldados consiguieron llevar la pelota hasta la portería alemana.

Uno de esos balones se conserva en el museo del Regimiento de Surrey y el otro en el Castillo de Dover, en el Museo Real de la Princesa de Gales. El daily Mail dedicaría el siguiente poema al batallón del capitán Neville: “Conducen el balón, para ellos el miedo a la muerte es una expresión vacía. Fieles a la tierra que los parió los de East Surrey, jugaron el partido”.

En total, al concluir la Guerra el 11 de noviembre de 1918, más de 1500 hombres que habían servido en los Football Battalions en algún momento de la contienda habían perdido la vida.