Opinión

La ambición debe llegar al Metropolitano

Para el Atlético quedar entre los cuatro primeros en 2012 era un éxito, ahora es una obligación

Saúl celebra con la grada uno de los goles a Osasuna
Saúl celebra con la grada uno de los goles a OsasunaAFP7 vía Europa PressEuropa Press

Lo que ha crecido en todos los aspectos el Atlético de Madrid desde que el Cholo Simeone llegó al banquillo rojiblanco es indiscutible. Todos, atléticos o no, saben valorar donde cogió el técnico argentino el equipo y hasta donde lo ha llevado. Durante más de dos lustros, con varios títulos ganados, los objetivos necesarios para que al club le cuadrasen los números, se han ido cumpliendo regularmente. El propio Cholo ha reconocido alguna vez que le pidieron meter al equipo en puestos de Champions durante los siguientes cinco años a su llegada y con la victoria ante Osasuna lleva once, sí once, temporadas seguidas. Esa constancia entre los mejores ha sido fundamental para que el Atlético multiplicara su presupuesto hasta pasar los 350 millones, estando cada vez más cerca del top 10 de equipos europeos.

De eso precisamente se ha visto beneficiado el propio técnico argentino que con absoluta justicia ha pasado en este tiempo de cobrar un millón de euros a alcanzar los 20 kilos anuales, de igual manera que han ido creciendo exponencialmente los sueldos de los jugadores, cifras que normalmente no se tienen en cuenta dentro del gasto de un club cuando periodistas y aficionados hacen las cuentas de la lechera cada verano antes de comenzar la temporada.

Es evidente que cuando un club se beneficia económicamente por los resultados deportivos del equipo, el reparto debe llegar tanto al banquillo como al vestuario, pero no deja de ser igual de justo que la exigencia hacia todos los estamentos del club también debe de crecer.

Igual que nadie se conforma con los salarios de hace diez años con toda la razón del mundo, tampoco debería venderse como un éxito lo que en aquel entonces sí lo era. Quedar entre los cuatro primeros en 2012 era un objetivo a celebrar, pero hoy es una obligación.

Si el club, aficionados incluidos, quieren seguir creciendo y no conformarse con lo logrado hasta ahora, la exigencia tiene que ser ya la de competir y pelear por todos los títulos, teniendo en cuenta la forma de caer en cada competición y no fijarse únicamente en la foto final. De momento, para lograr la segunda plaza final, los rojiblancos vuelven a depender de sí mismos.