Fórmula Uno

Así fue la lección de Sainz a Leclerc y a su jefe en Monza

Sainz no sólo luchó contra los Red Bull. También lo tuvo que hacer contra las decisiones de su equipo

Carlos Sainz, en el podio de Monza
Carlos Sainz, en el podio de MonzaDaniel Dal ZennaroAgencia EFE

Carlos Sainz no olvidará un fin de semana como el vivido en Monza. Tampoco lo harán los miles de «tifosi» ni su compañero Charles Leclerc ni el jefe Frédéric Vasseur… La historia se resume así: el que consideran segundo piloto de la «Scuderia», aunque no lo reconozcan, el madrileño, logró el sábado la «pole» y en carrera peleó con el mismísimo Max Verstappen durante 15 giros que la afición italiana recordará a pesar de que el Red Bull al final le acabó adelantando. En Ferrari se valoran esta clase de acciones más allá de la victoria. No hay más que ver qué pilotos que no fueron campeones con ellos son recordados: Gilles Villeneuve o Fernando Alonso. Sainz también debió pelear con Sergio Pérez, que vino desde atrás y conquistó la segunda plaza. Y cuando el tercer puesto para Ferrari estaba asegurado, en los giros finales, Sainz debió aguantar que los responsables del equipo permitieran a Leclerc luchar con él para optar al podio. Otras veces impiden a Sainz hacerlo, pero en Monza dejaron que hubiera pelea entre los Ferrari poniendo en juego un buen resultado y un importante número de puntos, algo de lo que el equipo italiano no está sobrado. El objetivo de Frédéric Vasseur, el capo, era que su pupilo superara a Sainz y demostrara en la casa de Ferrari quién es realmente el más rápido. La decisión de permitir la lucha no estaba justificada, pero se hizo notar la influencia que tiene Nicolas Todt sobre Vasseur.

Nicolas Todt es el representante de Leclerc que pulula con fuerza en el automovilismo desde hace más de una década. Lo hace en parte aprovechando el enorme poder que durante mucho tiempo ostentó su padre, Jean Todt, jefe de Ferrari en los 2000 con Schumacher y presidente de la Federación Internacional de Automovilismo hasta hace cuatro días.

El pequeño Todt hizo negocios con Vasseur cuando ambos crearon el equipo ART Grand Prix, uno de los mejores en la F2, la categoría que está justo por debajo de la Fórmula Uno. Además, Todt maneja otros pilotos y Leclerc es uno de sus mejores productos. Ambos urdieron el plan para acabar con Mattia Binotto, el jefe de equipo que puso en la senda del éxito a Ferrari hasta que lo despidieron hace unos meses. Binotto tenía situados al mismo nivel a Sainz y Leclerc, pero eso no hacía ninguna gracia al monegasco ni a su representante. Ambos no pararon hasta colocar a Vasseur al mando de Ferrari. Durante toda la temporada han dado tumbos a la hora de decir que había igualdad o que había que hacer labor de equipo.

Cuando Sainz está detrás, órdenes de equipo; cuando está delante, Leclerc es libre de luchar. Pero en Monza no pudo con el madrileño. En tres ocasiones le atacó y en una de ellas, una pasada de frenada casi da al traste con los dos coches.

Quizá sea el momento para que Ferrari se cuestione si el trío Vasseur-Todt-Leclerc es lo mejor para la escudería frente al esfuerzo, el trabajo y el cariño que tiene Sainz por el equipo. Carlos vive y reside a pocos kilómetros de la factoría, a la que acude a diario. Leclerc vive y reside en su lugar de nacimiento, Mónaco.

Sainz se ganó ayer a los «tifosi» y quizá Italia ya se haya cansado del sobrenombre con el que bautizaron a Leclerc hace ya años: «El elegido». Quizá ya no lo sea.

Lección de diplomacia

A pesar de no ganar, Sainz se mostró contento: «Lo he intentado todo. Desde la salida hasta todas las vueltas que podía aguantar a Verstappen. Eso me ha costado también gastar más neumático y parar antes de lo que debería, pero prefería intentarlo antes que quedarme con las ganas». Sobre la actuación de su compañero, su exquisita educación le impidió expresarse y mantuvo un planteamiento de equipo: «Se nos ha dicho que corramos, pero con cuidado. Considero que son parte de las carreras, sobre todo en Monza, los dos queríamos el podio. Ha sido una batalla dura».