Fútbol

Betis-Sevilla, el empate de costumbre (1-1)

Cuarta igualada consecutiva en un derbi sevillano equilibrado, pero con mejores ocasiones locales

Isco protege un balón ante Lucien Agoumé
Isco protege un balón ante Lucien AgouméJulio MuñozAgencia EFE

Por cuarta vez consecutiva, a pesar de que el Betis contiende desde la temporada pasada por Europa y el Sevilla ha peleado por no bajar, el derbi hispalense concluyó en tablas. Dos goles a balón parado, de penalti para los verdes de Isco en la primera mitad y de Kike Salas a la salida de un córner para los rojos en el segundo periodo, hicieron (más o menos) justicia en el marcador en un partido que fue equilibrado pero en el que las mejores oportunidades fueron para los locales, que fracasan en su primer asalto a la sexta plaza y defienden con angustia la séptima.

El buen comienzo del Sevilla, que sorprendió con un 4-4-2 asfixiante para el Betis, se malogró poco antes del cuarto de hora, cuando Isaac se lesionó al intentar culminar una prometedora combinación ofensiva. Se echó la mano al muslo el lebrijano y hubo de suplirlo Lukebakio, quien tuvo culposa incidencia en las dos jugadas clave de la primera parte: falló increíblemente a puerta vacía un servicio de En-Nesyri, que había recogido su propio rebote en el palo, y no escondió los brazos, como manda la prudencia, para interceptar un centro de Fornals. Estaba de espaldas el belga y con las extremidades casi pegadas al cuerpo, dos atenuantes que no ablandaron a Sánchez Martínez. Isco transformó el penalti.

La igualada, a los diez minutos del segundo tiempo, también llegó como consecuencia de un cambio. Bakambu, que se lesionó en la galopada, y Ayoze, que exigió una buena parada de Nyland, se habían plantado solos en sendas contras para extender la ventaja y Quique Flores, mosqueado, volvió a su esquema habitual de tres centrales. Sacó para ello a Kike Salas, cuyo primer contacto con el balón fue para cabecear a la red un córner de Acuña. Partido nuevo con menos tiempo, claro, y muchos más nervios.

Enseguida, Isco quiso forzar un penalti de pillo en un forcejeo con Badé. Picó el árbitro de campo pero no Del Cerro Grande, que advirtió a su compañero desde la sala VOR para que deshiciese el entuerto. El crack malagueño, entre algodones toda la semana, buscaba atajos ante falta de oxígeno. No tardaría Pellegrini en activar a Fekir para echarle una mano en la creación.

Pero más allá de los movimientos tácticos de los entrenadores, que se saludaron cordiales al principio y se dedicaron elogios versallescos al final, el tramo final fue el de todos los miedos. El Sevilla se encerró para ensayar contragolpes que no montó por la escasa inspiración de Suso y el Betis atacó con escasa fe, casi por obligación, aunque Nyland tuvo que despejar un remate de Isco, bien servido por Fekir, y Abde tocó la cruceta en un cabezazo a centro de Rodri. Ese gol, si llega a entrar, habría bendecido el cambio de Pellegrini, que acababa de sacarlos.

Este derbi ensancha la leyenda de invencibilidad del Sevilla en el Benito Villamarín. Da igual cómo lleguen los vecinos: los colorados casi nunca pierden. En el siglo XXI, han visitado en veinticinco ocasiones la guarida de su vecino y sólo han cosechado cuatro derrotas. Con poco fútbol y un plan pobretón, de acuerdo, Quique Flores ha salvado con la gorra a un equipo que se iba para Segunda que escarbaba y le ha puesto una piedrecita al vecino en su camino hacia la cuarta clasificación europea consecutiva. Todos tienen motivos para estar satisfechos y todos, también, sienten algo de resquemos por no haberle ganado al eterno rival.