Opinión
Se busca presidente honesto para la Federación de Fútbol
El fútbol español está compuesto de gente poco fiable y sigue dando una bochornosa imagen
Resulta difícil entender que a estas alturas de la temporada, con las competiciones más importantes llegando a su momento decisivo, haya un parón de selecciones y nos encontremos, de repente, con un fin de semana sin fútbol. Como España ya había hecho los deberes en la clasificación tocan dos amistosos que interesan bastante poco en esta época del año. Independientemente de la alta calidad de los rivales, la gente desconecta estos días mientras espera, probablemente en vano, una reestructuración del calendario futbolístico que, por muy necesario que sea, parece que no llegará nunca.
Mientras tanto, el fútbol español sigue dando una bochornosa imagen, con registros policiales en la sede de la Federación y varios detenidos en los despachos de Las Rozas. Después de como terminó la «era Villar» ha tenido que venir un personaje como Rubiales, sospechosamente en las playas de Republica Dominicana durante los registros, para hacer bueno al presidente anterior. Tras la lamentable actuación en la final del Mundial femenino, que acabó con el presidente abandonando el cargo por exigencia de la UEFA, el Gobierno parecía tener en la figura de Víctor Francos, un secretario de estado con capacidad, ganas y disposición de cambiar el funcionamiento de la RFEF, pero con el nombramiento de Uribes es evidente que no hay intención alguna de reformar nada. El fútbol español esta compuesto de gente poco fiable, deseosa de que sea este deporte quien haga algo por ellos y no al revés. Se trata de aprovechar el talento de nuestros y nuestras futbolistas para enriquecerse personalmente.
Ahora todo apunta a que el futuro presidente será Pedro Rocha, puesto a dedo por Rubiales y que parecía no tener apego al cargo hasta que ocupó la presidencia. Mientras el mundo del fútbol no se avergüence del bochorno que genera su manera de hacer las cosas y tengan intención de dejar de ver este negocio como un chiringuito del que llenarse los bolsillos, todo seguirá desprendiendo el mismo hedor insoportable que produce arcadas en cualquier aficionado.
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