
Vuelta a España 25. Etapa 16
Palestina detiene la Vuelta a España otra vez
La etapa terminó ocho kilómetros antes de lo previsto porque una masa de manifestantes ocupaba la carretera antes de comenzar el último puerto. Ganó Bernal
Quedaban ocho kilómetros para el final de la etapa cuando Egan Bernal y Mikel Landa esprintaron en un repecho para llegar primeros a la pancarta. Era un letrero mentiroso. Marcaba ocho kilómetros para el final, pero el final estaba ahí. Las protestas, otra vez, igual que sucedió en Bilbao, cortaron la carrera. Pero esta vez la organización estaba preparada para cualquier cosa y aparte de la toma de tiempos sí decidió que hubiera un ganador. Egan Bernal, el colombiano que volvió de la muerte para ganar una etapa que todo el mundo recordará por otras cosas.
Porque un grupo de manifestantes cortaba el paso de los ciclistas a dos kilómetros y medio de la llegada. En el punto en que los autobuses de los equipos esperaban el retorno de los ciclistas para cuidarlos y llevarlos al hotel estaba la barrera. Mil personas se estima, unas 150 sobre la calzada. No hubo dudas esta vez en la organización. La etapa tenía que terminar antes de que se pusiera en riesgo la integridad del pelotón. La etapa terminaba en cuesta, en un puerto de segunda, y en cuesta terminó, en un repecho que debía advertir a los ciclistas de que todavía quedaban ocho kilómetros. Fue un final brusco, como todo lo que no se espera. Al final de la pancarta estaba la nada. La espera interminable de los ciclistas que tenían que aguardar todavía el rescate.
Porque a falta de dos kilómetros y medio de donde debía estar la llegada en lugar de ciclistas esperaban banderas palestinas armadas con gritos de protesta y antidisturbios. Una barrera por la que era imposible que pasara la carrera. Un muro que ya había hecho que muchos coches de la organización tuvieran que desviarse antes de tiempo al grito de «cómplices» y de «Palestina vencerá» desde la carretera.
La carrera vive en una tensión constante. Los equipos y la organización afrontan cada día con la duda de qué sucederá y cuándo. En esta etapa la trampa estaba mucho antes de la protesta que cortó la carrera, en el kilómetro 140 de la etapa. Allí el tronco de un árbol cruzaba la carretera de lado a lado. Los corredores aún estaban lejos y la organización y la Guardia Civil habían previsto que hubiera alguna protesta de este tipo. Se habían equipado con motosierras para emergencias como esa y tuvieron que ponerlas a funcionar. En la base del árbol se veía el corte limpio que indicaba que no se trataba de un accidente de la naturaleza. Un sabotaje, uno más, al paso de la Vuelta a España que pone en riesgo a los ciclistas y a todas las personas que van en carrera. Cuando los ciclistas pasaron por esa zona ya no quedaban restos del sabotaje. Javi Romo, que se fue al suelo el domingo por las protestas, tuvo que abandonar la carrera.
En el pelotón el nivel de la indignación sube. «Es una pena, con lo bonita que es esta carrera y lo que nos ha dado», se lamentaba un antiguo ciclista que ahora ejerce de conductor y al que las protestas impidieron llegar a la meta. «Casi ha sido una copia de la etapa de Bilbao. Nos dijeron que estaba bloqueada la carretera. Tenemos que respetar las decisiones de la organización. Podíamos haber intentado algo en el último puerto», se lamentaba Matxin, el mánager del UAE. Y como él, otros equipos, que diseñan estrategias que no pueden cumplir porque la etapa acaba de manera abrupta.
«Es una pena que esto haya vuelto a ocurrir. Todos tienen derecho a protestar, pero es una pena que tenga que ocurrir aquí y de esta manera, y que no podamos terminar la carrera. Eso no debería ocurrir. El equipo ha trabajado bien hoy, y me habría encantado reconocer su trabajo en el final. Es una pena que la afición ciclista española no haya podido disfrutar», se lamenta Vingegaard.
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