Opinión
¡Ramos, selección!
Es hora de que Luis Enrique se replantee lo del central del PSG. Salvo Laporte, ninguno en su puesto es indiscutible
Los amistosos son parecidos a las pruebas de coches en carreteras abandonadas: permiten calibrar las fortalezas y las debilidades sin poner en riesgo la vida de los demás ni la propia ni, en condiciones normales, la carrocería. En el encuentro frente a Suiza observamos más debilidades que fortalezas. Lo cual, por otra parte, es ya casi un clásico. Los helvéticos nunca se nos han dado demasiado bien en los últimos tiempos. La noticia buena es que, por ejemplo, aquel 1-0 en el primer partido de Sudáfrica 2010 representó el inicio de la mayor gesta del fútbol español en toda nuestra historia. Y eso que la mayor parte de los comentaristas anticipaba el apocalipsis o poco menos. Esa misma noche escribí, ahí está la hemeroteca del diario Marca, que no había que alarmarse más de lo necesario porque acabaríamos siendo campeones del mundo y fuimos campeones del mundo. De la misma manera que ahora vaticino que este tropiezo lo convertiremos en un incentivo para, retoques mediante, llegar muy lejos en este surrealista campeonato del mundo montado en medio de la temporada liguera. El equipo no es tan superlativo como el del marqués de Del Bosque en 2010, pero tampoco moco de pavo, como certificamos en la Eurocopa del año pasado, donde si no pasamos a la final y fuimos campeones fue porque Dios o, más bien, el diablo, no quiso.
En el deporte, como en la vida en general, es de los fracasos de donde se extraen las mejores conclusiones. Este gatillazo zaragozano debe servir para perfeccionar un equipo que lo ha ganado prácticamente todo en categorías inferiores y que, como digo, consumó una Eurocopa que casi nadie preveía. Luis Rubiales no lo pudo describir más gráficamente: “Este equipo estaba pensado para hacer algo grande en el Mundial, no ahora”. El tropiezo de anteayer en la ridícula Liga de Naciones representa una oportunidad para enmendar errores, para pulir defectos y también para potenciar aún más nuestras virtudes, que no son precisamente pocas. La primera y perogrullesca gran conclusión que hay que extraer es que nuestros centrales son manifiestamente mejorables. Tan excelsos jugando la pelota como madres a la hora de inutilizar a los contrarios. Los dos goles suizos a balón parado son perfecto y desgraciado paradigma de mi tesis. Pau Torres y Eric García son técnicamente inmejorables, pocos centrales hay tan finos en el panorama planetario. Tan cierto como que carecen del instinto asesino de muchos de sus antecesores, desde Andoni Goikoetxea hasta Fernando Hierro, pasando por Marchena, Sergio Ramos y, si me apuran, Puyol. Luis Enrique debería analizar si no hay mejores opciones que Eric García, que no es plenamente titular en el Barça, Guillamón, Diego Llorente e incluso Pau Torres. El único de los habituales que se me antoja indiscutible es Laporte.
La otra lección intra y extramuros que dejó el cara a cara con la selección de la estrella es que Marco Asensio es un pelotero superlativo. El jugadón maradonesco que propició el tanto de Jordi Alba demuestra el acierto de Luis Enrique en convocarle pese a no disponer de minutos en el Madrid y el error que está cometiendo Ancelotti.
Volviendo al tema de los centrales tal vez sea hora de que Luis Enrique se replantee lo de Sergio Ramos, que figuraba en la prelista de esta convocatoria. El camero no sólo es el mejor central de la historia de España sino que, además, se está saliendo del mapa en el PSG dejando con un par de narices a los listillos que le daban por desahuciado para el deporte de élite. Bastaría un dato para dejar en ridículo a los antirramistas: el camero ha disputado todos los partidos con el equipo parisino esta temporada. Once encuentros, 895 minutos y un gol anotado. En esa eterna asignatura pendiente que es la Champions para los de Galtier ha estado sobre el terreno los 90 minutos en los dos encuentros disputados en esta edición. Luis Enrique debería olvidar el incidente ocurrido en el parón de selecciones de marzo de 2021, cuando implícitamente acusó a SR4 de forzar más de la cuenta para sumar su internacionalidad 180. Y tener bien presente que, por mucho que los maledicentes juren y perjuren que está acabado por culpa de su lesión en el sóleo, su recuperación es total médica y futbolísticamente y, en consecuencia, tan seleccionable es como el que más. Querido Luis Enrique, recuerda que rectificar es de sabios. Pues eso.
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