Opinión
El Atlético y la estafa eterna
La denuncia de Miguel Ángel Gil no sólo afecta a los aficionados rojiblancos, muchos otros se sienten ultrajados cada vez que se enfrentan al Real Madrid
Era cuestión de tiempo que alguien pusiera el grito en el cielo ante el calamitoso nivel arbitral y fue Miguel Ángel Gil quien estalló, después del partido de Copa en el Bernabéu, dando voz, no sólo a todos los aficionados del Atlético, también a una buena parte de seguidores de otros equipos que se sienten ultrajados cada vez que se enfrentan al Madrid. No servirá de nada, porque el consejero delegado del club rojiblanco no ha dicho nada que no dijera su padre hace décadas, ahora con mejores formas, pero con un fondo que sigue siendo el mismo y es que todos los equipos deberían poder competir bajo las mismas reglas. El alevoso arbitraje de Soto Grado estuvo acompañado de una actitud chulesca y prepotente que ningún futbolista debería tener que aguantar. Más allá de la jugada puntual de la expulsión de Ceballos que se fue al limbo, pudiendo haber cambiado el partido y la eliminatoria, es evidente que los colegiados tienen distintos listones a la hora de pitar faltas y sacar tarjetas al club blanco. Ni la queja es por una sola jugada ni es cosa de un único partido.
El propio Ancelotti lo sufrió cuando se enfrentaba al equipo que hoy entrena y son muchos los jugadores que reconocen lo mucho que condiciona el juego la diferencia de criterio. Era evidente que el comunicado de Gil iba a levantar ampollas en el estamento arbitral y que la maquinaria mediática madridista se pondría rápido a trabajar acusando a los colchoneros de la muerte de Manolete, pero cuando tanta gente se ha sentido identificada con las palabras del mandatario rojiblanco, lo importante no es señalar al que denuncia sino al que altera la competición. Los de Simeone están haciendo una temporada lamentable y al equipo le espera una travesía por el desierto que ha comenzado con victoria en Pamplona, pero esa no es razón para guardar silencio ante una vergüenza que sufrimos la mayoría de aficionados al fútbol. Una vez denunciado, puede continuar la farsa
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