Fútbol
El alma y los goles de Luis Suárez resucitan al Atlético en Getafe
Dos goles del uruguayo dan la victoria a los rojiblancos ante el Getafe, que se puso por delante con un gol de Mitrovic al borde del descanso
Luis Suárez lleva el gol tatuado en el cuello. Los tres dedos que tiene allí estampados son la imagen clásica de sus celebraciones, en las que siempre se acuerda de su familia. Y el gol no lo abandona nunca, por más que cumpla años y las rodillas se lo recuerden. La victoria del Atlético en Getafe lleva su nombre, como los dos goles que marcaron los rojiblancos para remontar el tanto del Getafe al borde del descanso.
Lo había buscado el uruguayo, pero siempre se había encontrado con David Soria. En un espectacular remate de volea en la primera parte después de un error de Djené o en la doble parada que hizo el guardameta del Getafe en la segunda mitad a un disparo de Correa y al rechace posterior que empujó el uruguayo. Y si no era el portero era el larguero, que desvió otro cabezazo del uruguayo.
David Soria recordaba al Atlético que tenía problemas para llegar al gol. Llegaba de dos empates a cero consecutivos pero, como toda situación es susceptible de empeorar, gol llegó pero en la portería de Oblak. Mitrovic puso fin a una maldición milenaria, la que arrastraba el Getafe contra los rojiblancos desde que Simeone se sienta en su banquillo. Eran diez años sin ganar al Atlético y sin marcarle un gol hasta que Mitrovic enganchó un remate con la cabeza que dejó sin reacción a Oblak después de pegar en el poste.
Era un castigo para el Atlético, que había renunciado al centro del campo, en parte por obligación y en parte por decisión de Simeone. El Cholo no podía contar con Koke, Kondogbia y Lemar, que en muchos partidos han sido los tres centrocampistas del equipo. Pero el entrenador del Atlético renunció también a De Paul desde el comienzo para hacer sitio a Correa, Luis Suárez y Griezmann en el campo.
Y a los rojiblancos les costaba armar el juego porque sólo tenían a Herrera para hacerlo. Lo acompañaba Llorente, pero al internacional español se le ha olvidado ya que una vez fue mediocentro. Ahora es un llegador, desde el centro del campo o desde el lateral derecho. Pero lo suyo es llegar al área y crear peligro para él y para sus compañeros.
El año pasado fue el segundo máximo goleador del equipo, pero en Getafe el protagonismo fue del primero. De Luis Suárez, como casi siempre. Al Atlético se le da mejor jugar con el alma que con la cabeza y ya no le quedaba más remedio cuando el reloj corría y el Getafe se quedaba con un jugador menos por la expulsión de Aleñá. Clavó los tacos en el gemelo de Matheus Cunha y no había más opciones que la roja para el árbitro.
Y para eso, para poner el alma, Suárez es el mejor. Llegó tarde y sin hacer pretemporada y hasta ahora sólo había marcado un gol en los seis partidos que había disputado el Atlético. Pero el gol no se entrena. El gol se tiene y se marca y Luis Suárez tiene más que nadie en su equipo.
Pero no fue sólo el acierto del uruguayo el que venció la resistencia del Getafe. Esa expulsión de Aleñá fue un pequeño suicidio. Dejó a su equipo desvalido cuando más necesitaba tener a todos los jugadores preparados para contener el vendaval rojiblanco, que ya había comenzado a empujar en busca del empate.
Simeone ordenó el equipo con los cambios, regresó a la defensa de cinco después de haber comenzado el partido con cuatro. Una rareza que corrigió, además, dando el mando en el centro del campo a De Paul. El Atlético se quedó la pelota y demostró las ganas de dar la vuelta a un partido que le había nacido complicado . Para eso tuvo que quitar a Griezmann, que se fue sin dejar más detalles que un remate desde fuera del área.
El Getafe ayudó. Además de quedarse con diez, perdió un poco la concentración en defensa. Luis Suárez encontró los huecos que le había costado encontrar en la primera mitad para devolver las cosas a su sitio, al lugar que se espera del campeón.
Le faltaba el gol al Atlético, pero tiene a Luis Suárez. El instinto no le falla, aunque le vayan fallando ya las piernas y las fuerzas.
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