Opinión
El Atlético, cuesta abajo y sin frenos
No se le puede exigir menos al equipo de Simeone que entrar en Champions y competir, por fin, en la Copa del Rey
Volvía el Atlético al Metropolitano después de la humillante eliminación europea. Y lo hacía con la urgencia de conseguir una victoria que apaciguase los ánimos del club y su entorno, pero el ambiente no era demasiado propicio para ello. Gran parte del fondo sur no accedió al campo hasta el descanso. ¿Las razones de la protesta? Nadie sabe muy bien los motivos, pero es evidente una división en la masa social rojiblanca. El resto de la hinchada no aprobó semejante comportamiento.
La situación actual del equipo no es casualidad. Ya se advirtieron demasiados nervios en la segunda jornada del campeonato cuando se perdió ante el Villarreal allá por el mes de agosto. Desde entonces no se ha levantado cabeza. Los hay que piensan que la plantilla no es lo suficientemente competitiva; los hay que creen que existe una evidente falta de actitud de los jugadores y los hay que ven al Cholo Simeone muy lejos de dar con la tecla que mejore el rendimiento del equipo.
Independientemente de quién sea el máximo responsable de la situación deportiva actual, Miguel Ángel Gil, como principal accionista del club, volvió a reunir al equipo para centrar el tiro en el objetivo común de entrar en la próxima Champions y competir, por fin, por la Copa del Rey. Son dos objetivos mínimos para lo que deberían ser las metas en una temporada con una ambición lógica. El problema de tanto gabinete de crisis del consejero delegado, que suelen tener siempre el efecto deseado, es que se están repitiendo demasiado a menudo y cada vez con más antelación.
El año de la pandemia fue por las últimas once jornadas; la que se ganó la Liga, otras tantas, ante el recorte de la distancia por parte del principal perseguidor y el año pasado, llegó en las últimas catorce para poder alcanzar el objetivo final. La de la pasada semana ha sido la primera de todas que se produce en el primer tercio del campeonato y ni siquiera sirvió para ganar a un Espanyol que jugó con diez futbolistas durante una hora. El Atlético sigue perdido, a la deriva, sin rumbo y deseando que el parón por el Mundial de Qatar de una tregua a tanta tensión que tiene al equipo y al club en un estado preocupante.
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