Cádiz - Barcelona: Xavi rota en Cádiz pero la Liga aún sobrevive

Tres puntos y un millón de bostezos. El ADN será lo que Xavi Hernández diga, faltaría más, pero el partidito que perpetró su equipo en Cádiz (0-1) fue una castaña, en la que se limitó a vencer gracias a uno de los dos disparos que ejecutó entre los tres palos, una tijereta de Joao Félix que bastó para atornillar a los locales a la zona de descenso. El Barcelona, así, sigue a ocho puntos del líder, el Real Madrid, que no ha fallado en Mallorca, y se ha ganado el derecho a disputar un match-ball la próxima jornada en el Santiago Bernabéu. La Liga apenas respira, pero aún vive.

Xavi sólo mandó repetir titularidad a tres de los integrantes del once del Parque de los Príncipes: Ter Stegen, Sergi Roberto y Cubarsí, que es una alhaja. El adolescente peleó con mañas de cabo de la Legión frente a Chris Ramos, un tío grande, fuerte y veloz; un mal cliente en su casa, al que se permitió el lujo el chico Pau hasta de tocarle la carita en una pugna lejos del balón. No compareció el Cádiz en toda la primera parte por el área culé y tampoco lo hizo el Barça por los dominios de Conan Ledesma hasta el tramo final del primer tiempo, a excepción de un centro de Fort que el viento le envenenó al portero local.

Al olor del descanso, espabilaron los catalanes, que jugaban con el atenuante de la rotación masiva: por más que la colección de nombres de la alineación sonase prestigiosa, era muy difícil manejar cualquier automatismo. Por eso se descerrajó el partido en un córner mal despejado por la zaga amarilla, que permitió una chilena de Joao Félix desde cerca. Bonito gesto y precioso gol del portugués, que poco después mandó un pase telegráfico a Sergi Roberto, cuya prolongación con la cabeza remató Fermín y salvó sobre la raya Chust.

La segunda mitad fue un absoluto pestiño. Tres cuartos de hora de puro tedio en los que Xavi repartió minutos con la calculadora en la mano, con los cambios que traía hechos desde el hotel. El Cádiz, al que se le van las esperanzas de permanencia, intentó cercar a Ter Stegen en los primeros minutos tras el intermedio, en los que sacó un par de córneres que tocaron sus torres. Juanmi, tras una pérdida de Oriol Romeu, batió a Ter Stegen pero se había metido tres metros en fuera de juego, un error impropio de un delantero de su experiencia.

El técnico barcelonista, que purgaba en la grada su segundo partido de sanción, pretendió matar el partido con alguna carrera de Lamine Yamal, más empeñado en la jugada «maradoniana» que en dañar a un adversario que cada vez concedía más espacios. Sólo se asustaron una vez los catalanes, con un tiro lejano de Samassekou que tocó en un defensa y obligó a su portero alemán a realizar una meritoria estirada. Demasiada poca pólvora llevó a la batalla la tropa de Pellegrino como para herir a todo un Barcelona. De modo que los azulgranas se fueron a dormir a orillas del Atlántico pensando en el clásico y, sobre todo, en que el PSG no le dé un susto el martes.