Deportes

Fútbol

El Madrid da la bienvenida al territorio de los milagros

El Real Madrid ganó la Copa de Europa más épica que se recuerda gracias al renacido miedo escénico del Santiago Bernabéu

El Real Madrid ganó la Décimocuarta en Saint-Denis ante el Liverpool
El Real Madrid ganó la Décimocuarta en Saint-Denis ante el LiverpoolYOAN VALATEPA-EFE

En la retransmisión de Movistar, Carlos Martínez narra el pase de Carvajal, el lateral derecho con la vena hinchada de fe: «La pone Carvajaaal», se le oye, estirando la «a» mientras, probablemente, sigue con su mirada la pelota que toca levemente, casi no, Asensio, lo suficiente para que llegue perfecta a Rodrygo, que había salido hacía unos minutos y que hacía menos minutos, muchos menos, había marcado el gol del empate contra el City. La «a» de Carvajal se estira mientras la pelota vuela y es rematada y acaba dentro de la portería. Carlos Martínez grita, los comentaristas gritan gol y en las casas los aficionados gritan gol y en el Santiago Bernabéu, los hinchas, que como razonaría Valdano después, eran ya más creyentes que hinchas, se agarran con los familiares con los que van al fútbol, con los amigos, con los extraños de al lado, porque ya no son tan extraños, porque es gol y el anterior y los anteriores y el que vendrá en la prórroga, han tejido una red, han creado una comunidad, como solo lo pueden hacer esos momentos en los que todo estaba perdido y después, todo está ganado. O al menos, a punto de ser ganado.

Pasó contra el City, pero fue primero contra el PSG de Mbappé, cuando Kylian era bueno y de los nuestros, cuando no hablar de su futuro parecía que era decir sí y en realidad eran dudas no expresadas, silencios que son no, pero no lo sabemos. Mbappé protagonizó una eliminatoria memorable, primero en París, aunque solo acabó con un 1-0 y más tarde en el Bernabéu, superior a todos los futbolistas en el campo en los minutos en los que jugaron dos equipos iguales. Después, cuando uno de ellos se convirtió en leyenda, ni Mbappé ni Messi ni Neymar fueron capaces de dejar a un lado el miedo cargado de pasado que provocó el Santiago Bernabéu.

Mbbapé, antes, hizo un gol legal y metió otro fantástico, regateando a Courtois sin tocar la pelota, anulado, sin embargo, por fuera de juego. Mbappé dejó su huella antes de que la borrara Benzema, primero con un tanto de pillo frente a un guardameta que sufrió el miedo escénico en el cuerpo antes de entenderlo; y después, con dos goles, consecutivos, tan rápidos, que muchos aficionados no vieron el segundo (que era el tercero, el milagro) porque aún seguían abrazados a sus familiares, amigos o desconocidos que estaban dejando de serlo.

Llegó después el Chelsea y lo que iba a ser una victoria plácida y de trámite, volvió a ser un paseo por el abismo. El conjunto inglés marcó tres goles con los que se vengaba y se ponía por delante tras el 1-3 (tres tantos otra vez de Benzema) en su campo en un barrio de Londres. El Madrid estaba muerto hasta que Modric encontró a Rodrygo con el tiempo en los talones y empató la eliminatoria y el miedo escénico, el mismo que el del PSG de semanas anteriores y que el de la Quinta del Buitre de años míticos y no vividos por tantos jóvenes, se posó en los jugadores del club inglés hasta que, como los franceses, se rindieron.

Así que cuando llegó el City, que no logró golear al Madrid en su campo, y se puso con ventaja en el Bernabéu y dos ocasiones a un milímetro (a un toque de Mendy o de los tacos de Courtois) del gol, cuando llegó el City a los últimos minutos y Rodrygo marcó el primer tanto, todo fue inevitable.

Lo que sucedió después y lo que pasó en París, en los suburbios encajonados y olvidados de la Ciudad de la Luz, con el tanto de Vinicius al Liverpool. Inevitable; después del primer gol de Rodrygo con el City, el marcador anunció que quedaban seis minutos y un clamor inundó el Bernabéu: los jugadores de Guardiola temblaron y puso el balón Carvajal y Carlos Martínez gritó: «Este es el territorio de los milagros».