Fútbol

Un español en Cabo Verde: el Mundial, el precio de la ropa y la natación

José María Ibáñez vive en el país africano desde 2015 y cuenta cómo se está viviendo la clasificación al Mundial 2026

José María Ibáñez, en Cabo Verde
José María Ibáñez, en Cabo VerdeLa Razón

Cuando el canario José María Ibáñez pensó en organizar la natación en Cabo Verde tuvo que empezar de cero. No es que no hubiese Federación nacional ni regionales, es que por no haber, no había ni piscinas. Sin embargo, este canario que en 2015 se marchó para trabajar a Cabo Verde para hacer un servicio externo a Coca Cola, cuya cerveza es la cerveza nacional, no consideró que eso fuera un impedimento para salir adelante. Ahora, «tenemos tres piscinas, todas de 25 metros, pero con pequeñas deficiencias, unas se pasan por unos centímetros, otras los superan, pero ya hay varios clubes, uno en Praia capital, que creé yo», dice Ibáñez, vicepresidente, director deportivo y seleccionador nacional de natación de Cabo Verde y que ha visto crecer ese deporte como ha visto crecer el fútbol.

Un país mal comunicado

Cabo Verde no es el país con menos población que disputa un Mundial, porque Islandia ya participó en uno, pero sí es el más pequeño: 4.000 kilómetros cuadrados repartidos entre sus 10 islas principales, no especialmente bien comunicadas. El barco es muy lento, no especialmente lujoso y el avión es demasiado caro. Sale a unos 200 euros ida y vuelta, mientras que el salario medio está en los 600 euros.

Esa dispersión hace que la liga de fútbol caboverdiana se juegue en cada isla y después se dispute una fase final con los campeones de cada una. Pero «no hay afición por los equipos, no se ha trabajado la marca, no hay equipo principal que represente a la ciudad», continúa José María Ibáñez. «Yo creo que falta potenciar la marca de la Liga de Cabo Verde, pese a las dificultades del transporte, lo que supone desplazarse de una isla a otra». La que se sigue de verdad es la Liga portuguesa, mientras que la propia no deja de ser un campeonato secundario, algo parecido a una división secundaria en el fútbol español.

Al fútbol le sucede lo que al resto del país: es principalmente importador, con todo lo que eso supone. «La ropa, para que no salga cara, tiene que ser de segunda o tercera línea, como sucede con la tecnología». Y la buena es mucho más cara. Un producto de Zara es mucho más caro allí que aquí. «Si cuesta 20 euros en España, aquí pueden ser 50», comenta.

El Mundial 2026 como escaparate

El Mundial del próximo verano puede ser un salto sustancial. O eso se espera, que sea un escaparate para el país, pero también para el fútbol. «Estaban tan poco acostumbrados al éxito que no tienen cánticos», describe José María. «En el estadio hay varias batucadas y se pasan el partido poniendo música. Pero yo me quedé con ganas de cantar algo del Mundial. Estaba convencido de que no me iba a seguir nadie».

En el estadio, con capacidad para 15.000 personas, no cabía nadie, las calles cercanas también se abarrotaron y llegar a la hora del partido fue una misión imposible. En cada isla pusieron pantallas para ver el partido. «Aunque haya mucha emigración, la gente es muy patriota y lleva el país muy dentro», cuenta Ibáñez. Además, el Gobierno hizo que fuese un día de «tolerancia de punto», es decir que las instituciones públicas, a partir de las 12 del mediodía, ya no trabajaron y las empresas privadas pudieron acogerse a eso. Fue una fiesta que recordó a los diversos festivales de música que se celebran en las diferentes islas y que son referencia para los fans.

En busca del próximo logro

Ibáñez cree que llegar al Mundial es más importante de lo que parece. «Todavía lo están digiriendo, creo que no tienen noción de lo que significa», apunta. «El caboverdiano se cree pequeñito, pero el Mundial de fútbol les puede ayudar a que se lo crea, que se puede conseguir», comenta.

Es decir, que el fútbol puede ayudar a transformar un país en vías de desarrollo, pero en el que «se puede vivir bien. Hay colegios, se pueden practicar deportes. Es verdad que en Sanidad se nota el país en el que vivimos, sobre todo a nivel de seguridad», dice Ibáñez. «Es un país con muchas dificultades, pero cada vez se ven más deportistas en diferentes competiciones. Ganar un partido en el Mundial sería el próximo logro».