Hundimiento

Los señalados en la debacle del Barcelona ante el Inter en la Champions

Xavi no logra frenar la psicosis del Barça en la Champions ni con un equipo renovado. El futuro pasa por él, pero queda marcado en el desastre ante el Inter

Xavi se saluda con Dembélé en el partido en el que el Barça se hundió ante el Inter
Xavi se saluda con Dembélé en el partido en el que el Barça se hundió ante el InterAlejandro GarcíaAgencia EFE

A Piqué le están recordando ahora en redes sociales las palabras que dijo tras el 2-8 contra el Bayern: «No podemos ir así por Europa, hemos tocado fondo, hace falta una renovación y si soy yo el que tiene que dar un paso a un lado, lo haré». Dos años después estuvo también en el desastre contra el Inter y es uno de los señalados por el doble error grave que cometió en el primer gol de los italianos, que fue el comienzo de la debacle. También repitieron, respecto al 2-8, Ter Stegen, Busquets y Sergi Roberto, y después entró De Jong. La realidad es que Piqué no iba a ser titular ante el Inter, pero las lesiones hicieron que tuviera que jugar, lo mismo que contra Mallorca y Celta en Liga contra quienes jugó grandes partidos. Pero en el día más importante, falló. Un ejemplo claro que se puede extrapolar a un equipo renovado que en España está funcionando, pero en la Champions mantiene el trauma colectivo, más allá de los nombres. Las bajas en defensa (Araújo, Koundé, Christensen y Bellerín) son demasiadas, pero tampoco excusa suficiente para explicar el bajón del equipo.

Hay un matiz en eso de que el Barça está bien en la Liga: es líder, sí, pero desde el parón por selecciones algo ha cambiado. «Hace tres semanas volábamos y ahora no», dijo Xavi. Contra Mallorca y Celta le dio con lo justo y con Ter Stegen, pero cuando le tocó pegarse con gente más mayor se vio la realidad y no fue suficiente con su portero. Es, por tanto, un poco engañosa esa cifra de que en Liga sólo lleva un gol encajado en ocho partidos y en Champions, siete en cuatro. El guardameta tapaba las carencias colectivas. Tampoco es justo señalar a Piqué como único responsable de un partido que no hubo por dónde cogerlo. «Nos olvidamos de defender», dijo Lewandowski. «Faltó sangre fría y calma», añadió el delantero, que habló para los medios con derechos de su país, lo mismo que en España hubo declaraciones a Movistar de Eric García y Busquets, pero más allá de las obligaciones por contrato, ningún jugador azulgrana salió a dar la cara.

No valen excusas

En la falta de calma tiene responsabilidad Xavi, que no sale limpio de este desastre. El futuro de este Barça pasa por él, sin duda. El crédito del técnico no es ilimitado, pero casi, aunque por primera vez desde que llegó al banquillo las miradas se giran en su dirección. No supo transmitir la idea de que se tenía que madurar el partido, tener paciencia, y el duelo enloqueció, lo que suele ser una mala noticia para el Barça, más cómodo cuando tiene el dominio. Tampoco arregló lo vivido en la ida, porque el equipo volvió a ser destrozado al contragolpe. No ha encontrado solución al gran problema que tiene, que va ligado a su gran virtud: el equipo es valiente y presiona arriba y cuando lo hace ordenado vuelca los duelos en una dirección, pero en cuanto se descoloca y el rival sale de esa primera embestida deja muchos espacios, se parte y sufre. La Champions fue tan cruel con el Barça en Múnich como con el Inter en el Camp Nou. No valen las excusas que puso para justificar la situación de desesperación en la que está el equipo. Los goles fueron errores individuales, sí, pero que te hagan tantas ocasiones es por un problema global en el que el entrenador sí tiene que ver. Xavi vio una primera parte «excelente» de los suyos, pero salvo los primeros minutos se vio más cómodo al Inter. Con el Barça, el catalán lleva seis partidos en Champions con una victoria, dos empates (en los dos partidos con más presión, los que necesitaba ganar, ambos en casa, el año pasado con el Benfica y éste con el Inter) y tres derrotas.

Dembélé, Lewandowski...

Tampoco los jugadores estuvieron a la altura de soportar la presión. Por mucha renovación que haya en la plantilla, la sensación de verse superados en cada gran cita europea viene arrastrada desde hace años ya y no desaparece. El entusiasmo de Pedri y Gavi no es suficiente. Dembélé lo intentó, pero se perdió, desesperado, e incluso mereció ser expulsado; Raphinha tuvo apenas un par de chispazos al final del primer tiempo; Busquets quedó señalado por el segundo gol y con varias pérdidas más; De Jong empezó en el banquillo y de los nuevos apenas hubo pasos adelante: Marcos Alonso, perdido; Ferran Torres entró tarde y sigue negado, lo mismo que Kessié, intrascendente como el veterano Sergi Roberto, sin ser su partido un desastre; y Ansu Fati continúa buscándose. Sólo Lewandowski dio la cara y también se puede poner un pero: que, después de haber tenido una noche muy mala en Múnich y otra invisible en Milán, apareció tarde en el Camp Nou.

El Barça quedó ante el Inter a expensas de las ganas, que no se le pueden negar, pero sin armas futbolísticas. Hay más piezas por encajar de las que parecían. Las consecuencias van a ser deportivas y económicas.