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Blas Pérez y el gol que llevó a Panamá al Mundial

El delantero panameño marcó uno de los goles en la victoria de Panamá contra Costa Rica que clasificó a los «canaleros» para el Mundial

Blas Pérez durante el último entrenamiento de Panamá / Efe
Blas Pérez durante el último entrenamiento de Panamá / Efelarazon

El delantero panameño marcó uno de los goles en la victoria de Panamá contra Costa Rica que clasificó a los «canaleros» para el Mundial.

«La pelota prácticamente nunca entró», confiesa Blas Pérez. El delantero panameño marcó uno de los goles en la victoria de Panamá contra Costa Rica que clasificó a los «canaleros» para el Mundial. El prácticamente sobra porque la pelota no cruzó la línea ni estuvo cerca de hacerlo, pero Blas se lo toma como una especie de justicia poética. «Muchas veces con Panamá se había sido injusto. Nos la estaban devolviendo», dice.

El Mundial le llega tarde, después de recorrerse el mundo detrás de un balón. Jugó en el Hércules, un año, y se convirtió en uno de los traspasos más caros del equipo alicantino, que pagó un millón cien mil euros al Cúcuta colombiano, con el que había alcanzado las semifinales de la Copa Libertadores en 2007. Eran otros tiempos, para el Hércules y para el precio de los traspasos. También para Blas, que estaba en el mejor momento de su carrera. Ahora, a los 37 años ya ha anunciado que deja la selección cuando acabe el Mundial y que se retirará a final de año. Ha elegido abandonar el fútbol en su país y ya se ha comprometido con el Árabe Unido, uno de los equipos en los que jugó en el comienzo de su carrera. En 20 años de carrera ha jugado en diez países y en dieciocho equipos, aunque en el Árabe Unido cumplirá su tercera etapa.

Para él el Mundial es un premio. Es el máximo goleador en la historia de su selección, igualado con Luis Tejada, pero nada le hace más ilusión que marcar en un Mundial. «Creo que soy el que más sueña con anotar un gol en el Mundial. Para mí eso sería lo más lindo que me pueda pasar», reconoce. Clasificarse fue para él «como cuando Roberto Mano de Piedra Durán ganaba un campeonato del mundo en cada pelea» o cuando Irving Saladino ganó el oro en salto de longitud en los Juegos Olímpicos de Pekín. Es lo que soñaba desde niño, cuando veía a su vecino Franklin Delgado jugar con la selección. «Algún día jugaré con mi país. Algún día voy a jugar un Mundial», se decía. Y ese momento ha llegado, aunque estuvo a punto de perdérselo. Hace cuatro años, la eliminación de Panamá en la fase de clasificación para llegar a Brasil coincidió con el fallecimiento de su padre. «Fue un golpe durísimo. Pensé retirarme», confiesa en el canal «Telemundo». Pero la ayuda de su mujer y de su madre le convencieron de seguir. «Tú sabes que a tu papá le gustaba que jugaras al fútbol», le decían. Y él entendió que no era el momento de dejarlo. «Dios sabe lo que hace», afirma. El premio le ha llegado cuatro años después, cuando es la edad la que recomienda ya dejar el fútbol.