Fútbol

Puskas y Di Stéfano, la pelea por el balón del mítico Real Madrid-Eintracht de la quinta Copa de Europa

El Real Madrid disputa el miércoles en la Supercopa su segundo encuentro oficial contra el equipo alemán. El primero fue en 1960, en al final que ganó el conjunto blanco 7-3

Los jugadores del Real Madrd, Alfredo Di Stefano, Marquitos, Dominguez, Francisco Gento, Jose Santamaria y Ferenc Puskas celebran la Copa de Europa ganada al Eintracht de Frankfurt
Los jugadores del Real Madrd, Alfredo Di Stefano, Marquitos, Dominguez, Francisco Gento, Jose Santamaria y Ferenc Puskas celebran la Copa de Europa ganada al Eintracht de FrankfurtSMG©PA Photos / TopFoto /Cordon Pre

El Real Madrid ganó la quinta Copa de Europa, la que cerró el ciclo fundador y después, en vez de celebrar el 7-3 al Eintracht, rival el miércoles de la Supercopa, Bernabéu se reunió con los jugadores en el hotel, mientras esperaban a que saliese el avión sin dejar que se celebrase: «Había zumo de naranja y galletas amarillas y nada más», recordaba el defensa del Real Madrid, Santamaría, en un reportaje que hizo «The Guardian».

El Madrid era un modelo en el campo, pero también un modelo fuera de él y los futbolistas tenían que ser ejemplares en todo momento, De ahí que Santiago Bernabéu prohibiera cualquier tipo de juerga antes de llegar a Madrid para celebrar el quinto título consecutivo. No había nadie en Europa como los blancos, por eso era el gran favorito antes de empezar la final en el Hampden Park de Glasgow contra el Eintracht.

Lo que no se esperaba fue el partido que salió después. El Eintracht comenzó marcando y aquello fue como si se despertara a la bestia. Di Stéfano hizo dos enseguida, para dejar claro quién mandaba en el fútbol y en la segunda parte, Puskas, ese futbolista entrado en años y en peso, metió cuatro antes de que el equipo alemán marcase otros dos para maquillar el marcador 7-3. «Ha sido coronado en este larguísimo crepúsculo escocés, acunado por las marciales cornamusas de los Highlanders, en medio de las más entusiasta apoteosis que se ha ofrecido nunca a un equipo de fútbol», escribía o más bien dictaba por teléfono el cronista del Abc. «En las últimas fases, el arte del equipo español era tan inmensamente superior que sus jugadores parecían estar dando una exhibición. Ni siquiera el Eintracht de Fráncfort puede sentirse demasiado mal por haber sido derrotado por semejantes maestros», eran las frases que se leyeron en «The Guardian».

Los 120.000 espectadores que estuvieron en el campo tuvieron conciencia de que estaban asistiendo a algo único. También los futbolistas. En los últimos minutos, Puskas y Di Stéfano intentaban tener el balón el mayor tiempo posible para llevárselo a casa. Puskas fue más hábil y se quedó con la pelota el último minuto para quedársela él. Pero: «La cogí y me dirigí hacia el círculo central cuando el delantero del Frankfurt Erwin Stein se acercó y me lo pidió. Al principio, no quise hacerlo, pero a la tercera vez que me lo pidió, pensé: ‘’Realmente quiero este balón, pero este tipo ha marcado dos y ha perdido el partido. Es lo menos que puedo hacer’' así que se lo di», contaba el futbolista húngaro.

No se quedó el balón, pero sí la memoria. Lo escribió el Mundo Deportivo: «Y rugió de nuevo el monumental estadio de Glasgow, de cariño y simpatía (...) Rugidos que en todo momento parecían conmover los viejos cimientos del vetusto campo, donde a buen seguro habrán de transcurrir muchos años para que se olvide la brillante lección (...) que explicaron los catedráticos del Real Madrid».