Amarcord

Nadal y el primer capítulo de una historia que llega a su fin

La operación padecida por Rafa Nadal en pleno Roland Garros coloca al mundo del tenis ante la inminencia del fin de una época. El 5 de junio de 2005 ganó su primera Copa de los Mosqueteros

Nadal besa su primera Copa de los Mosqueteros
Nadal besa su primera Copa de los MosqueteroslarazonLa Razón

La historia cuenta, con todo tino, que Rafael Nadal Parera inauguró su extensa lista de victorias en torneos del Grand Slam un 5 de junio de 2005 en París, con su victoria sobre un argentino llamado Mariano Puerta. Sin embargo, esa evidencia formal no debería restar importancia al día de la consagración real, el 3, cuando un chiquillo de Manacor con aspecto de guerrero cherokee desarboló en cuatro vibrantes sets (6-3, 4-6, 6-4 y 6-3) al elegantísimo Roger Federer, el mejor tenista que han contemplado –y contemplarán– los siglos, que ya estaba en la cima de su arte. Jamás como aquel viernes vibró, por la electricidad que ascendía de la pista a la grada, el Stade Philippe-Chatrier.

El domingo, con la pompa propia de los grandes eventos, Rafa Nadal ganó su primer Roland Garros con la habitual parafernalia, bordada con exquisitez parisina, de presencia de autoridades, gente guapa en los graderíos y guiño al muy madridista tenista español: le entregó su primera Copa de los Mosqueteros nada menos que Zinedine Zidane, ídolo local y estrella de la plantilla galáctica por aquel entonces. De aquel campeón disruptivo –melena asilvestrada, pantalón pirata, camiseta sin mangas– se decía que tendría una carreta corta debido al descomunal dispendio de energía que hacía en cada punto. Casi dos decenios después, sigue luchando contra los malos augurios.

Porque el tiempo de Rafa Nadal, con estatua colosal en la puerta de la pista central de Roland Garros, parece tocar a su fin cuando la semana pasada, en vísperas de su 37 cumpleaños, se sometió a una operación en el psoas que conllevará no menos de cinco meses de convalecencia. El regreso para un último baile parece impensable, pero él (¿o en realidad somos todos nosotros?) sueña con disputar –y no por mero afán de figuración– los Internacionales de Francia en 2024 y, ¿por qué no?, despedirse en agosto en el mismo Bosque de Bolonia con una tercera medalla olímpica. Veremos si tal cosa pasa. Lo que nadie moverá de los libros de historia es lo que ocurrió.

Con dieciocho años de distancia, podría pensarse que esa victoria contra Mariano Puerta resultó sencilla. Nada más lejos de la realidad. El cordobés ni siquiera era cabeza de serie, pues la mejor clasificación de su carrera fue un 68º puesto, pero en 2005 había ganado en la tierra batida de Casablanca su tercer título ATP y había sobrevivido a la caída de un ascensor, lo que disparó su confianza: en su camino a la final de París, había eliminado a dos "top 10" como Ljubicic y Davydenko, además de a un "qualy" suizo que terminaría ganando en Roland Garros: Stan Wawrinka. A Nadal, le ganó el primer set y lo llevó al límite en el cuarto (6-7, 6-3, 6-1 y 7-5) en una de las finales más competidas de las disputadas por el balear en París.

Tres días después de haber cumplido 19 años, Rafa Nadal ganó el primero de los veintidós torneos del Grand Slam que figuran en su palmarés y al acento, por tanto, no debe ponerse en la precocidad –Alcaraz conquistó el US Open con una edad muy similar–, sino en la durabilidad. Porque, en efecto, cuatro tenistas ganaron un «major» siendo más jóvenes (Michael Chang, Boris Becker, Mats Wilander y Bjorn Borg) pero ninguno ha extendido su reinado durante diecisiete años y con la friolera de catorce títulos en París: no existe, ni probablemente existirá, un récord más asombroso en el deporte de alta competición.

Todo el mundo sabe qué fue de Nadal tras aquella final de 2005. Quizá sea menos conocida la trayectoria de Mariano Puerta. Sancionado con dos años de suspensión por dopaje a finales de ese verano, el argentino reapareció en 2008 en el circuito secundario, el «Challenger», en el que enriqueció su palmarés con una victoria en Bogotá. No volvió a disputar un solo torneo ATP.