Opinión

Orgulloso como atlético de ser un llorón

A los árbitros les salió mal la jugada con el empate del Atlético en el Bernabéu

Gil Manzano muestra tarjeta amarilla a Nahuel Molina en el derbi
Real Madrid - Atlético de MadridRodrigo JiménezAgencia EFE

Se sabía que iba a ocurrir y como no podía ser de otra forma ocurrió. Nada nuevo en el Comité Técnico de Árbitros (CTA) y sus secuaces. Lejos de estar avergonzados por el calamitoso arbitraje de Soto Grado en el derbi de la Copa del Rey, con distinto criterio para valorar las acciones de Atlético o el Madrid, el CTA decidió responder a las quejas de Miguel Ángel Gil designando a Gil Manzano para inclinar la balanza hacia el lado de siempre en el derbi de la Liga.

No es que muestren arrepentimiento alguno, es que se ríen en tu cara. Así son ellos. Los que realmente mandan en este negocio robándoselo a los verdaderos protagonistas. Los que no venden camisetas, ni llenan los estadios, pero que tratan a los jugadores como si fueran escoria humana. La actitud y las formas que los futbolistas tienen que aguantar del sospechoso habitual Gil Manzano dan para abandonar el campo. No se puede soportar tanta prepotencia del árbitro de turno.

La llegada del VAR ha servido para demostrar, lejos de lo que se pensaba, que tienen la precisión de un cirujano en su intención a la hora de tomar decisiones. Desgraciadamente para ellos, el tiro les salió por la culata, porque los del Cholo Simeone arrancaron un empate en el Santiago Bernabéu.

Está sublime el consejero delegado rojiblanco poniendo el grito en el cielo y dejando la niñería de los tweets para las categorías inferiores, porque todos los aficionados rojiblancos, agotados de no poder competir contra su máximo rival con las mismas reglas, necesitan representación. Poco o nada debe importar en el Metropolitano lo que piensen de las quejas arbitrales los periodistas objetivos, la federación, el Comité, el Vaticano, el Madrid... El negocio está así montado y la estafa continuará, pero lo importante es no mantenerse callado porque es ahí donde ganarían ellos. Eso es lo que buscan. Eso es lo que quieren. Robarte la cartera descojonados de la risa, hacer cómo que no ha pasado nada y llamarte llorón como se te ocurra alzar la voz. Hablen y griten, hinchas colchoneros, a lágrima tendida si hace falta y que se entere todo el mundo. Quéjense por todo lo alto, aunque no valga de nada, que mucho mejor ser llorón que gilipollas.