España, campeona de Europa
La Roja, un ejemplo para España
La selección es una familia que ha trabajado en la misma dirección a pesar de las diferencias culturales y de edad. Un equipo con valores que representa a un nuevo país
Nico Williams se acordaba del sufrimiento de su familia para que él haya llegado a ser campeón de Europa con España después de ser elegido el mejor jugador de la final. «Mis padres han sufrido mucho para llegar hasta aquí, son los que más han sufrido. Mis padres me han inculcado un respeto y una lealtad increíbles y al final creo que los futbolistas tenemos mucho impacto en la sociedad. Estoy muy contento por hacer historia», explicaba el jugador del Athletic.
Sus padres huyeron de Ghana y llegaron a España después de cruzar a pie el desierto del Sáhara y de saltar la valla de Melilla. Nico es uno de los símbolos de una nueva España multirracial y multicultural, igual que su amigo Lamine Yamal, hijo de marroquí y de ecuatoguineana. «Ha habido un cambio histórico. Estamos muy agradecidos», dice el futbolista del Athletic.
De la selección homogénea que ganó todos los títulos desde 2008 hasta 2012 se ha pasado a una selección multirracial y multicultural. Un reflejo de la España actual y un ejemplo de convivencia y de integración.
«Es fútbol, pero esto son valores. El deporte son valores. Y yo creo que es una generación de futbolistas que es un ejemplo para la sociedad. Gente joven, gente veterana, con ambición, con ganas de trabajar, con solidaridad, con generosidad, con compañerismo. Todo eso ayuda a tener posibilidades para competir, luchar y ganar algo», asegura Luis de la Fuente. «Lo más importante no es el logro que consiguen sino todo ese proceso. Estos futbolistas son un ejemplo para esta sociedad por esos valores que representan. Y espero que la gente vea a estos jugadores no como niños mimados sino como gente que trabaja muchísimo, que se ha dejado la piel, que es un ejemplo en todos esos valores y sería bonito que se pusiera en valor para que los jóvenes aprendieran la línea que se tiene que seguir en esta vida», añadía el seleccionador ya con el título de campeón de Europa.
Esos valores se transmiten desde arriba hacia abajo, desde el seleccionador a los futbolistas. De la Fuente es un entrenador mayor para las costumbres actuales, que ha llegado a la élite cumplidos ya los 60 años. El seleccionador comparte generación con los otros tres entrenadores que han ganado títulos europeos este año: Carlo Ancelotti, ganador de la Liga de Campeones; Gian Piero Gasperini, ganador de la Liga Europa, y José Luis Mendilibar, vencedor de la Conference League. «Cada uno tiene que ser como es, lo que no hay que hacer es impostar. Lo que no me gustan son las imposturas, los cinismos. Sí me siento cercano a estos entrenadores», admite el seleccionador. «A Carlo Ancelotti, del que siempre me he declarado admirador; con Mendilibar tengo una bonita amistad, jugamos juntos con 18 años, imagina la relación que tenemos, extraordinaria. Prefiero ese tipo de carisma que seguramente algunos no lo llaman carisma pero que es más carisma que el otro, que da titulares pero seguramente no dé el éxito y el recorrido que da otro tipo de actitud. Me quedo con este tipo de personas, con cómo soy yo, cómo trato de ser natural siempre. Soy como soy», asegura.
El ejemplo de esos valores son jugadores como Lamine, que se ha sacado el título de la ESO cuando estaba ya concentrado con la selección. Eso se ha cuidado históricamente en la Federación. Hace ya muchos años Ginés Meléndez y el preparador físico, Juan Carlos Gómez Perlado, se encargaban de dar clase a los chavales de la sub’16 y de la sub’17 para que no perdieran el ritmo escolar en las concentraciones de la selección.
Ellos se ocupaban también de que los futbolistas fueran conscientes de que había que ser bueno no solo en el campo sino fuera de él. Fueron varios los jugadores a los que dejaron de convocar por su comportamiento extradeportivo, a veces con su familia, a veces en el entorno escolar. O simplemente por no respetar los valores del deporte.
Y esa escuela es la que ha llegado hasta esta selección absoluta. Muchos se han criado así en la Federación. Otros se han integrado perfectamente en esa forma de ver el fútbol y la vida. Como Le Normand y Laporte, dos franceses nacionalizados españoles que han superado algunos prejuicios, como los que expresó públicamente el cantante de Taburete, sin más ruido que el que hacen en el campo. Y, además, dejando por el camino a su selección de nacimiento, aunque Le Normand no pudo jugar por sanción.
Esta selección que ha conseguido ser una familia es también una promesa de futuro. El grupo, exceptuando quizás a Nacho y a Joselu, que tienen 34 años, y a Jesús Navas, que tiene 38, pueden repetir en el Mundial de 2026 que se disputa en México, Canadá y Estados Unidos. Independientemente de lo que decida el capitán, Álvaro Morata, sobre su futuro en la selección.
El ejemplo en el que se miran es la selección de 2008, que luego encadenó un Mundial y otra Eurocopa. Aquel equipo también era una familia. «Es solo el principio» es el lema que se podía leer en el autobús en el que los internacionales españoles recorrieron las calles de Madrid. Y los jugadores ya han perdido el miedo a plantearse otros desafíos para el futuro. «Este equipo es único. Vamos todos en la misma dirección y se ha notado. Estamos muy contentos por esta Copa, hemos ganado todos los partidos, estamos muy felices y a por el siguiente reto», dice Nico Williams.
De momento son campeones de Europa y por el camino han dejado un ejemplo de amistad, de trabajo en equipo y de compañerismo a pesar de las diferencias de edad, de procedencia y culturales. Algo que ya vivió Francia en 1998, con un equipo lleno de futbolistas de origen magrebí, subsahariano e incluso armenio. Un ejemplo de convivencia y de integración que no se ha sostenido en el tiempo, como se ha visto en las últimas elecciones. España debe aprender de los errores del vecino. La Roja es el ejemplo.
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