Tenis

Djokovic acapara toda la gloria en el Open de Australia

Se impone a Tsitsipas en la final por 6-3, 7-6 (7/4) y 7-6 (7/5), alcanza los 22 Grand Slams de Nadal y desbanca en el número uno a Alcaraz. Diez finales en Melbourne, diez títulos

Novak Djokovic celebra uno de los puntos en la final ante Tsitsipas
Novak Djokovic celebra uno de los puntos en la final ante TsitsipasJOEL CARRETTAgencia EFE

Novak Djokovic no tiene rival en el Open de Australia. No es lo de Nadal en Roland Garros, pero casi. El serbio ganó su décimo título en Melbourne después de diez finales. Su última víctima fue un muy notable Tsitsipas que cayó por 6-3, 7-6 (7/4) y 7-6 (7/5) en dos horas y 56 minutos. El empacho de gloria de Nole fue de los que hacen época: iguala los 22 Grandes de Rafa y desbanca a Carlitos Alcaraz como número uno del mundo.

El tenis quirúrgico de Djokovic nadie ha sido capaz de descifrarlo en Melbourne. Cuando el serbio se pone en modo robótico la desesperación invade el otro lado de la pista. Da igual como te llames y el ranking que ocupes. La capacidad de minimizar los errores de Nole genera una incomodidad en el rival que le descoloca y en vez de en una pista siente que está en un campo de minas. Eso fue lo que sufrió Tsitsipas en el primer set. El jugador dominador de las dos semanas anteriores fue silenciado en el arranque. La única diferencia del balcánico con los partidos anteriores era la ausencia del aparatoso vendaje en la pierna izquierda. ¿Lo demás? Lo que se vio ante De Miñaur, Rublev o Tommy Paul. Djokovic se fue directo a por el revés de Tsitsipas. El griego fue capaz de salvar las dos primeras bolas de break, pero no la tercera. Fue en el cuarto juego por la presión del serbio sobre su servicio. Una doble falta enterró sus opciones de salida porque con su saque, sólo cedió un punto con su primer servicio, fue intratable.

A Tsitsipas no le quedaba otra que armarse de paciencia y agarrarse a la fiabilidad de su servicio. Es el arma que más ha crecido desde que Mark Philippousis, el bombardero australiano, se sumara la temporada pasada a su cuerpo técnico. El saque y la derecha le sirvieron para reducir distancias. Y para hacer sentir a Djokovic que lo del primer set no se iba a repetir. La final se equilibró. El serbio experimentó los primeros problemas con su servicio y la temperatura del partido empezó a subir. Cada saque dejó de ser un monólogo. Los puntos se encarecieron y Djokovic se sintió contestado por primera vez en todo el torneo. ¿La evidencia? Miradas al palco y conversaciones con Goran Ivanisevic en busca de soluciones que raramente encontraba. Llegaron al límite. En el décimo juego, Tsitsipas tuvo su primera bola de break, una oportunidad para llevarse el set. No la aprovechó, pero la dinámica había cambiado. El peso del partido era del griego. Faltaba que lo confirmara en el tie break. El desempate fue una montaña rusa en el que pesaron más los nervios que el tenis. Tsitsipas cometió demasiados errores, con la derecha y con el revés. Djokovic dejó escapar una ventaja de 4-1, pero en la segunda oportunidad no hizo prisioneros. Con un buen saque resolvió un set en el que no estuvo cómodo. Tsitsipas había mandado, a diferencia de lo que sucedió en el primer set, pero la resolución fue cruel con el griego.

Tsitsipas fue capaz de volver a ponerse en pie con un break para arrancar el tercer parcial, pero... la respuesta de Djokovic fue inmediata. Llamada a la relajación, no gracias. Desactivada la ventaja, volvió a tomar los mandos y quedaba por ver hasta dónde iba a ser capaz de resistir el ateniense. Al resto no fue capaz de volver a molestar a Nole, pero como el servicio le siguió respondiendo pudo alcanzar el desempate. Ahí flaqueó. Un buen saque de Djokovic, un resto ganador del serbio, un error con la derecha, otro con el revés... los 22 Grandes, el décimo título en Melbourne, el número uno del mundo. El serbio se empachó de gloria en Melbourne.