Análisis

Motivos para el optimismo y para el pesimismo con Nadal después de su última lesión

El objetivo de Rafa sigue siendo llegar en condiciones a la tierra batida. Los partidos jugados en Australia le demuestran que no necesita ritmo, que de tenis va sobrado, pero el físico le traicionó a la primera exigencia

Rafael Nadal of Spain celebrates winning a point in his match against Dominic Thiem of Austria during the Brisbane International tennis tournament in Brisbane, Australia, Tuesday, Jan. 2, 2024. (AP Photo/Tertius Pickard)
Rafa Nadal, durante uno de sus partidos en BrisbaneASSOCIATED PRESSAgencia AP

Rafa Nadal confirmó que no va a jugar el Open de Australia, que comienza el 14 de enero, algo que parecía más que posible después de cómo se despidió de Brisbane, el primer torneo que disputó tras un año sin poder competir por estar recuperándose de una lesión en el psoas que requirió incluso de cirugía. Los dos primeros partidos en este ATP 250, ante Thiem y Kubler, duraron hora y media y fueron más que satisfactorios para el zurdo, pero la acumulación de esfuerzos y un tercer duelo muy exigente de tres horas y media contra Jordan Thompson le pasó factura. Se hizo daño cerca de la zona que le ha tenido tanto tiempo parado, y se mostró preocupado, pero optimista, creyendo que era una sobrecarga lógica después de la inactividad. Siguió más o menos su hoja de ruta, viajó a Melbourne para preparar el Open de Australia, y allí descubrió que ni una cosa ni otra: ni es la lesión del año pasado ni es una molestia pasajera.

"Hola a todos, durante mi último partido en Brisbane tuve un pequeño problema en un músculo que como sabéis me tuvo preocupado. Una vez que llegué a Melbourne tuve la oportunidad de hacerme una resonancia magnética y tengo un microdesgarro en un músculo, no en la misma parte donde tuve la lesión y eso es una buena noticia. Ahora mismo no estoy preparado para competir al máximo nivel de exigencia en partidos de 5 sets. Vuelvo a España para ver a mi médico, recibir tratamiento y descansar", explicó el balear en sus redes sociales. Deja un punto de optimismo que confirma en su siguiente mensaje: "He trabajado muy duro durante el año para este regreso y como siempre mencioné mi objetivo es estar en mi mejor nivel en 3 meses. Dentro de la triste noticia para mí por no poder jugar frente al increíble público de Melbourne, esta no es una mala noticia y todos seguimos siendo positivos con la evolución de la temporada. Tenía muchas ganas de jugar aquí en Australia y he tenido la oportunidad de jugar algunos partidos que me han hecho muy feliz y positivo. ¡Gracias a todos por el apoyo y hasta pronto!".

Optimismo y pesimismo

Rafa Nadal se lesionó el 18 de enero de 2023. Su intención era reaparecer ese año en la gira de tierra, pero se le complicó y tuvo que operarse. Ha estado casi 11 meses sin jugar: volvió a jugar finalmente el pasado 2 de enero en Brisbane y el regreso a tenido dos caras. Lo bueno: en los tres partidos que jugó, incluso el que perdió, Rafa tuvo un rendimiento inmediato en lo que se refiere al tenis. Jugó bien de derecha, de revés, sacó de maravilla, fue agresivo, buscó tiros ganadores... No necesita rodaje para ser competitivo. Lo malo: todas esas buenas sensaciones que tenía las supeditaba a cómo iba a reaccionar su físico al esfuerzo, y el primer partido exigente de verdad, más la acumulación de los otros dos, le pasó factura y se lesionó.

La esperanza de la tierra

Nadal no se rinde. Desde que regresó aseguró que su objetivo en esta primera etapa no era ganar torneos, era disputar partidos y ver cómo se encontraba su cuerpo. Este contratiempo de la pequeña lesión es sin duda un paso atrás, pero no definitivo para saber cómo se desenvolverá en la gira europea de tierra batida, su parte del calendario preferida, en la que ha forjado gran parte de su leyenda, con Roland Garros como colofón. Siendo objetivos, es complicado pensar que pueda volver a ganar en París, donde también se disputan los Juegos Olímpicos, pero como otras veces ya lo ha hecho en condiciones adversas... Con Rafa nunca se sabe. La última Copa de los Mosqueteros que conquistó, la décimo cuarta, en 2022, lo hizo con un pie prácticamente dormido, infiltrándose cada día para ignorar el dolor. De hecho, el mayor riesgo que tenía era el de hacerse, por ejemplo, un esguince por la poca sensibilidad que tenía en la zona.

La maldición de Australia

Su baja en el Open de Australia es un capítulo más de los muchos que ha tenido en el primer Grand Slam del año: se lo perdió en 2006 (estaba recuperándose de su lesión crónica en el pie, que empezaba a dar guerra a un todavía muy joven tenista) y en 2013 (estaba superando la tendinitis en la rodilla que le hizo ser baja en los Juegos Olímpicos de Londres, donde iba a ser el abanderado); se lesionó en la espalda en la final de 2014 contra Wawrinka y en un muslo en los cuartos de 2011 contra David Ferrer, el día que dijo a su tío Toni aquello de "no me retiro ni cagando". Aguantó en ambos duelos, pero no pudo competir, como el año pasado ante MacKenzie McDonald en la segunda ronda por el daño en el psoas de la pierna izquierda que le ha tenido once meses de rehabilitación. En 2018, en las semifinales contra Cilic, también se lesionó el psoas, pero de la pierna derecha, y no pudo terminar el encuentro que iba por el quinto set. Por otro lado, en Melbourne no han faltado momentos extraordinarios, sobre todo las dos veces que levantó el trofeo, en 2009 contra Roger Federer, en una batalla de cinco sets después de la paliza de más de cinco horas que se había dado el balear en semis contra Verdasco. El día del partido el zurdo estaba mareado, convencido de que no iba a poder jugar, y su tío le dijo: "Imagina que hay alguien en la grada apuntándote con un rifle que va a disparar si dejas de correr". Y vaya si corrió. La segunda victoria fue la remontada contra Medvedev en 2022 en un partido que tenía prácticamente perdido.