Ciclismo

Van der Poel, ganar, ganar y volver a ganar

El neerlandés es el primer ciclista desde Francesco Moser en 1980 que gana tres veces seguidas la París-Roubaix

Mathieu van der Poel levantó su tercer "Adoquín"
Mathieu van der Poel levantó su tercer "Adoquín"TERESA SUAREZAgencia EFE

Hace mucho que, para el mundillo ciclista, Mathieu Van der Poel dejó de ser simplemente el nieto de Raymond Poulidor, aquel mítico corredor de los 60 conocido como «el eterno segundo» porque nunca logró ganar el Tour, aunque logró más de 100 victorias. Pero ahora, Van der Poel se ha coronado por derecho propio como rey de la primavera ciclista.

La de ayer fue su tercera victoria en la París-Roubaix, con el extra de ser la primera en la que ha logrado doblegar al gran campeón del pelotón mundial: Tadej Pogacar. Van der Poel, máximo favorito, derrotó al vigente ganador del Tour y campeon del mundo y se alzó con el tercer Adoquín. Porque, en Roubaix, hasta el trofeo tiene forma de piedra para que nadie se olvide dónde está.

De esta manera, Van der Poel se sitúa a sólo una victoria de igualar a las máximas leyendas del «Infierno del Norte»: Tom Boonen y Roger de Vlaeminck. La de Van der Poel es una victoria con repercusión histórica. Son tres en tres años, de forma consecutiva. No sucedía algo así desde Francesco Moser en 1980.

Habrá quien diga que ha ganado por un fallo de Pogacar, pero esa es precisamente la grandeza de la París-Roubaix. Que el mejor triunfa porque, muchas veces, el aspirante acaba extralimitándose y cometiendo errores. Y eso fue lo que ocurrió en aquella curva. La constatación de que Van der Poel estaba siendo superior.

Así pues, el trono primaveral del neerlandés, a los 30 años, es indiscutible. A sus tres Roubaix hay que sumar tres victorias en el Tour de Flandes –la semana pasada no pudo sumar la cuarta, pues Pogacar fue mejor que él–, dos en San Remo, la última otra vez por delante de Tadej e innumerables triunfos en clásicas adoquinadas. Las propias de la primavera ciclista. Con mención especial al Campeonato del Mundo en ruta. Y nada más y nada menos que siete títulos mundiales en Ciclocross, lo que le da una importante ventaja en los empedrados.

Ahora llega la parte final de la primavera, que es la que le falta en el palmarés: el Tríptico de las Ardenas. De ellas, Mathieu ya ha conquistado la Amstel Gold Race y ha logrado subir al podio en Lieja. En apenas dos semanas volverá a intentar ganar el que sería su cuarto Monumento del ciclismo. Más complicado lo va a tener para triunfar también en Lombardia, carrera para un perfil más escalador. Pero eso ya será en otoño. De momento estamos en primavera. Y aquí ya ha demostrado que, a día de hoy, no hay nadie que le discuta el trono.