Opinión
Xavi, el estilo y la realidad
Lo de que el Barça sea líder en Liga y esté en condiciones de alcanzar la final de Copa es un ejercicio de abstracción notable
Xavi Hernández era un jugador extraordinario. Si no ha sido el mejor futbolista español de la historia andaba muy cerca. Que era el más listo y el que mejor leía los partidos pocos lo discuten. Que iba a ser entrenador estaba cantado. Y que iba a sentarse en el banquillo del Camp Nou lo sabían hasta los guiris que van del revés en la Barceloneta. Aunque para Jan Laporta, su pancarta en el Bernabéu y sus palancas estuviera lejos de ser la primera opción.
Con lo que no contábamos era con sus meteduras de pata en las conferencias de prensa, con su defensa talibán de un estilo que hizo grande a su club y a la selección... hasta que las circunstancias le obligaron a descubrir que la verdad no es una por muy bonita que sea. El futbolista que fue capaz, con la ayuda de su amigo Casillas, de cerrar las heridas de los Madrid-Barça en beneficio del equipo de todos ha convertido a los portavoces del Gobierno en una mezcla de Demóstenes, Winston Churchill y Mandela.
Si al Xavi que regresó al Camp Nou le aseguran que su equipo va a ser el rey de las victorias por la mínima en la Liga y que en las semifinales de Copa va a ganar en Chamartín con un gol de rebote y un esquema ultradefensivo le hubiera dado un soponcio. Xavi está ajustándose a la realidad en un club en el que es mejor no abrir muchos cajones. Sufrir dos eliminaciones europeas en un curso y descubrir que mientras estabas en Qatar, en tu casa se hacía de todo menos cosas bien hechas no debe ser agradable. Por eso que el Barça sea líder en la Liga y esté en condiciones de ser finalista de Copa es un ejercicio de abstracción notable.
Menos mal que el deporte español sigue respirando más allá del fútbol. Con los grandes nombres y con los pequeños. A Fernando Alonso le quedan un buen puñado de grandes carreras; Adrián Ben, diploma olímpico y mundial, ganó el 800 en los Europeos que dejaron la imagen más fea del domingo, la brutal caída de Quique Llopis en los 60 vallas. La más bonita llegará en la madrugada del miércoles cuando los Lakers retiren la camiseta de un tal Pau Gasol.
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