Escalada de la inflación

Los precios se desbocan y enfrían la recuperación

La electricidad cierra septiembre un 271% más cara que hace un año, lo que dispara un 4% el IPC. La inflación tensiona las pensiones, los sueldos de los funcionarios y los PGE

La mayor escalada de los precios en 13 años, tras siete meses de subidas consecutivas que se han intensificado durante el verano, comienza a traer de cabeza al Gobierno, que ve trastocadas todas sus previsiones una detrás de otra. El alza del 4% en el Índice de Precios de Consumo (IPC) complica la recuperación de toda la economía, desde la industria hasta el turismo, y tensiona los gastos del Estado, empezando por las pensiones, vinculadas al IPC, y las negociaciones salariales, tanto del sector privado como, sobre todo, del público.

El principal factor que ha disparado la inflación es la escalada de los precios de la electricidad. Ese 4% de alza interanual en septiembre, siete décimas más que en agosto y la tasa más alta desde 2008, está vinculado a los costes de las materias primas, como el petróleo y el gas natural, que rondan los 80 dólares el barril en el primer caso y los 80 euros el megavatio hora, el segundo. Todo ello ha catapultado hasta cotas nunca alcanzadas el precio de la electricidad. De hecho, ayer se cerró la cotización de la electricidad en el mercado mayorista para el día de hoy con otro registro récord de 189,83 euros MWh, el segundo más alto tras el de ayer, en el que se alcanzaron los 189,9 euros MWh. Con estos registros, el mes de septiembre se cierra con una media de 156 euros por MWh después de situarse por encima de 150 euros hasta en 19 jornadas. Se trata de una subida interanual del 271%, ya que septiembre de 2020 el precio medio rondó los 42 euros, casi cuatro veces menos que hoy.

Octubre discurrirá, además, por similares derroteros. De acuerdo con el operador Mibgas, el precio del gas, que condiciona el eléctrico, rondará los 85 euros MWh en octubre, un 9,5% más.

En paralelo a la escalada energética, también de los carburantes, los precios han repuntado con fuerza desde marzo de 2021, con avances cada vez más intensos: 1,3% en marzo, 2,2% en abril, 2,7% en mayo, 2,7% en junio, 2,9% en julio, 3,3% en agosto y un 4% en septiembre que tendrá que ser confirmado a mediados de octubre. De hecho, sin tener en cuenta el subidón energético generalizado, la inflación subyacente –que además excluye de la canasta los alimentos no elaborados por ser que más fluctúan– se situó en el 1% en septiembre, tres décimas por encima de la de agosto y tres puntos por debajo del IPC general, lo que supone la mayor diferencia entre ambas tasas desde el inicio de la serie en 1986.

El precio de la energía ya está complicando la recuperación de sectores como el alimentario, el turismo y la hostelería.

También la gran industria, para la que los gastos energéticos suponen el 50% de los costes, ve peligrar la salida de la crisis. En su último barómetro energético, la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE) calcula un precio a fin de año de 116,44 euros MWh para las industrias electrointensivas, más del doble que en Francia y unos 36 euros más que en Alemania.

Además, el Gobierno encara con todas las previsiones en contra la mayor subida de las pensiones de la historia. La revalorización de las mismas a la evolución de los precios, blindada por el acuerdo político del Pacto de Toledo y contenida en la primera parte de la reforma del sistema de pensiones recién aprobada, se ve presionada por un IPC en ascenso. En el último escenario macroeconómico del Gobierno contempla un deflactor del PIB –homologable al IPC puesto que el Ejecutivo no pronostica la evolución de los precios– del 1,2% para este año y el siguiente. Para este 2021, el último en el que la revalorización se realizaba de acuerdo a las previsiones de inflación y no con las del IPC real del año anterior, las prestaciones han subido un 0,9%. Sin embargo, como todo apunta a que esa previsión quedará desbordada, el Ejecutivo tendrá que compensar a los pensionistas con una cuantiosa «paguilla».

El Gobierno deberá abordar pues dos subidas: la de ajuste compensatorio de 2021 y la correspondiente a 2022. La subida de las pensiones del 0,9% para 2021 (del 1,8% para las pensiones no contributivas) supuso un coste de 1.464 millones de euros para 11,12 millones de pensiones, incluyendo las clases pasivas. De acuerdo a sus previsiones, el Gobierno prevé inyectar 4.500 millones adicionales a las pensiones en los Presupuestos que aún negocia para abordar ese sobrecoste. Sin embargo, dicha partida podría quedarse corta si los precios prosiguen por esta senda, algo que parece más que probable en los próximos meses de acuerdo a las proyecciones de los mercados energéticos.

La subida del sueldo de los funcionarios, que el Gobierno pretende elevar al 2%, más del doble que el 0,9% de este año, no cuenta con el aval de los sindicatos porque pronostican un alza del IPC bastante superior al 2% lo que haría perder capacidad adquisitiva a los empleados públicos.

Después de que el INE rebajara 1,7 puntos el crecimiento del PIB en el segundo trimestre, hasta el 1,1%, ya nadie duda de que el 6,5% de alza que la ministra Calviño mantiene es demasiado optimista por culpa, entre otros factores, del IPC, lo que complica aún más la negociación del «sudoku» de los Presupuestos.