Opinión

¿Servirá la contrarreforma laboral para crear empleo?

La contrarreforma de Díaz y Sánchez ha quedado en poco más que un requisito formal para el acceso a los fondos europeos, pero no incorpora medidas capaces de activar y sanear nuestro mercado de trabajo

Julio Sánchez Fierro

La contrarreforma laboral que acaba de hacerse pública se está intentando presentar como un acuerdo histórico e incluso se la llegado a decir que es la reforma más importante de los últimos 40 años. Sin embargo, la realidad no corrobora semejantes aseveraciones. En primer lugar, porque su contenido no llega ni de lejos a la reforma de 1997, pactada por el Gobierno del PP con todos los partidos políticos (incluido Izquierda Unida). Aquella fue una reforma que dio vigor y estabilidad a un mercado de trabajo que por aquel entonces presentaba cifras de paro inaceptables y que se regía por el contrato temporal como medida de fomento del empleo, implantado en los 80 por el Gobierno socialista. La posterior reforma del PP de 2012 fue una respuesta a la profunda crisis económica heredada Sus resultados están ahí: más de 3 millones de empleos creados y el respaldo de las instituciones europeas y de la OCDE.

Ahora llega la contrarreforma de Sánchez y Yolanda Díaz, acordada, sí, pero con división de opiniones en la CEOE y con los sindicatos esperando que se produzcan cambios en la tramitación parlamentaria del Real Decreto Ley, cambios que reivindicarán, según anuncian, los socios del Gobierno. Veremos qué sucede. En cualquier caso, está por ver cual pueda ser la utilidad de la contrarreforma laboral para crear empleo. Y ello, porque:

a) No va acompañada de un paquete de incentivos a la contratación, sobre todo en favor de jóvenes, mujeres o parados de larga duración.

b) Porque, ignorando el actual contexto económico de gran incertidumbre para la actividad empresarial, se va a producir desde enero una subida generalizada de cotizaciones a la Seguridad Social, de la que solo se van a librar (de momento) las empresas en serias dificultades para subsistir (acogidas a un ERTE).

c) Porque no incluye una urgente reforma del SEPE (antiguo INEM), que es muy importante para la gestión de la contratación. Y ello a pesar de que es notoria la deplorable situación del SEPE, que está bloqueado por falta de recursos humanos y técnicos, tal y como denuncian los propios sindicatos.

Ante estas y otras incógnitas cabría decir, por tanto, que la contrarreforma ha quedado en poco más que un requisito formal para el acceso a los fondos europeos, pero no incorpora un paquete de medidas capaces de activar y sanear nuestro mercado de trabajo.

Ojalá que en la tramitación parlamentaria prime el sentido de Estado. Sería una muy buena noticia para trabajadores y empresas, porque así no se habría perdido una buena oportunidad para reconducir la grave situación de desempleo.

Julio Sánchez Fierro es abogado y ex secretario general técnico del Ministerio de Trabajo en la reforma laboral de 1997