Inflación
Derramas a discreción
El Gobierno, que en noviembre auguraba que la inflación era “transitoria”, se niega a bajar los impuestos para sostener su política de “cupones”
En el Zimbabue de la hiperinflación, un periodo que arrancó con el nuevo siglo y que aún perdura, con «ipecés» del 92,5%, los precios se llegaron a duplicar cada 24 horas. Entonces 10 billones de dólares zimbabuenses equivalían a 4 de sus hermanos gringos cuando casi habían estado en paridad años atrás.
La espiral inflacionaria se enciende siempre con malas decisiones y se alimenta desde el Estado (Zimbabue llegó a aprobar subidas de hasta el 200% a funcionarios y policías para aplacar el descontento). El siguiente estadio, es la intervención total de la economía (Zimbabue prohibió por ley la propia inflación) y culpar de todo a elementos exteriores. ¿Les suena?
La misma pauta se vive en otros lares, como Argentina, donde a más control de la economía, más descontrol de precios, un 51% más caros el pasado año, o Venezuela -con una inflación del 2.700% en 2021, según el FMI, y del 686%, según Maduro.
En España, al grito de «el Estado soy yo», Pedro Sánchez nos pide apretarnos un cinturón al que no queda correa mientras esboza una muesca de condescendencia cuando nos explica que se niega a rebajar su apetito recaudador. «¿Cómo vamos a desarmar ahora el Estado del Bienestar?», nos espeta desde el Congreso. No debería sorprendernos que, con un Gobierno populista –que abriga comunistas– todos seamos mucho más pobres que cuando comenzaron a administrar el poder.
Y lo es porque su fin no es el bienestar de los ciudadanos, sino ese llamado «Estado asistencialista del Bienestar». El Estado de las subvenciones, limosnas, descuentos y cupones, que acaban en el racionamiento, y que se financia asfixiando a la economía productiva y a las futuras generaciones (más deuda).
Por eso, no habrá bajada de impuestos, sino la enésima derrama del Gobierno para seguir parcheando los problemas a costa de los que pagamos los gastos de comunidad.
A finales de noviembre pasado, la intermitente ministra Calviño aseguraba que la inflación era «transitoria» y que los precios se estabilizarían en la primavera. Sin embargo, ahora Sánchez insiste en que el influjo de Putin sobre el alza de los precios se remonta mucho más atrás que a la invasión. Por lo visto, su vicepresidenta primera no estaba enterada hace unos pocos meses. Ninguno de los dos ha dimitido y ya preparan otra derrama más en primavera.
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