Mercados
España paga casi cuatro veces más por financiarse que en marzo
El BCE interviene para cortar el ascenso de la rentabilidad de unos bonos desatados y reducir la prima de riesgo. El español a 10 años roza el 3%
Poner freno al deterioro financiero de los países de la UE por culpa del fuerte repunte de las rentabilidades exigidas a los bonos de la eurozona, sobre todo a las economías periféricas, las más débiles –entre las que se encuentran España, Italia o Grecia–, para evitar que el alza de las primas de riesgo afecte a la política monetaria activada por el Banco Central Europeo (BCE). Ayer mismo, el organismo tuvo que organizar una reunión de urgencia para intentar cortar de raíz el despegue que los mercados habían encendido después de que la semana pasada pusiera fin a las compras netas de activos –con fecha 1 de julio– e incrementara los tipos de interés en 25 puntos básicos, algo que, a priori, tenía pensado repetir en el mes de septiembre, aunque eso iba a depender de la actualización de las perspectivas de inflación. Ese era el plan inicial.
Pero la pandemia y la guerra de Ucrania lo han cambiado todo y se reflejan problemas en las economías de la zona del euro que contribuyen a una transmisión desigual de la normalización de su política monetaria en todos los países.
Y se ha visto con la elevación de los tipos. Todos sabían que el ascenso en la rentabilidad de los títulos de deuda emitidos por el Tesoro español implicaba que los inversores iban a pedir a nuestro país un tipo de interés mayor para prestarnos dinero, una vez que el BCE acabó con la barra libre del dinero gratis. Por tanto, al Estado ya no le iba a salir gratis endeudarse, sino que ahora debía pagar un porcentaje cada vez más alto por ello y eso iba repercutir directamente en las cuentas públicas al tener que hacer frente al pago de los intereses de la deuda. Lo que no se esperaba es que ese ascenso de la rentabilidad de los bonos y de la prima de riesgo fuera tal alto y tan rápido.
Así, el bono español a 10 años, el más estandarizado, se ha multiplicado casi por cuatro desde el pasado 1 de marzo, cuando marcó un rendimiento del 0,85%. El pasado martes alcanzó su nivel más alto desde 2018, hasta el 3,16%. Ayer, tras el golpe en la mesa del BCE, el rendimiento del bono español a largo plazo bajó al 2,87%, 23 puntos básicos menos respecto al cierre anterior. En lo que se refiere a la prima de riesgo –la diferencia entre el rendimiento del bono español respecto al alemán–, se sitúa por encima de los 124 puntos básicos. Hace justo un mes, esta se ubicaba en 105 puntos, lo que implica un ascenso de más de un 25%.
Para guarecerse de esta tormenta perfecta abrió ayer el paraguas el BCE, que no dudó en activar de inmediato un instrumento «anticrisis» para aliviar la presión de los mercados y rebajar las primas de riesgo, que se han disparado tanto por aspectos relacionados con la liquidez del mercado como por la especulación o, simplemente, porque la incertidumbre es tan elevada que es difícil calcular el riesgo para los inversores.
Por ello, el plan del emisor bancario para evitar la fragmentación financiera de las economías se sustentará en la reinversión con flexibilidad de los bonos adquiridos en la pandemia que vayan venciendo. Esto significa que reinvertirá más bonos de un país en problemas porque su prima de riesgo se ha disparado en el mercado. También se adelantarán las reinversiones de los bonos que vencen en los próximos 12 meses para comprar bonos de forma flexible a corto plazo y reducir los diferenciales de rendimiento. La idea del BCE es que, al mantenerse en el mercado, se presiona a la baja los tipos de interés.
Pero si esto no es suficiente, el organismo se guarda una carta más bajo la manga: si estas reinversiones no son suficientes para impedir que suban los tipos, ordenará a los comités relevantes de los bancos centrales nacionales y a los servicios del BCE acelerar el nuevo instrumento antifragmentación, que evite que suban los tipos de interés en algunos países más que en otros, y que deberá aprobar se en el Consejo de Gobierno del Banco Central.
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, se apresuró ayer a alabar el paso dado por el BCE y a destacar que la prioridad de la institución monetaria europea debe ser «preservar la estabilidad financiera y la integridad de los mercados de deuda pública», decisión que ha considerado más necesaria en «un contexto de incertidumbre y volatilidad generado por el ataque de Rusia». Calviño admitió que la pandemia ha dejado vulnerabilidades duraderas en la economía española.
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