Empleo

De aprendiz a jefe: un joven francés de 19 años rescata la panadería de su pueblo y contrata a sus padres

El joven panadero organizó una ruta de reparto que llega actualmente a una treintena de municipios de los alrededores

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Barras de panLa Razón

Muchos oficios tradicionales están en peligro de extinción, y es que cuando a los más pequeños de la casa les preguntan qué quieren ser de mayores lo primero que responden es futbolista, profesor, policía o veterinario, entre otras profesiones. Sin embargo, panadero, carpintero, carnicero, joyero, zapatero o agricultor no se encuentran en esa lista. Esta situación hace que muchos negocios de toda la vida no encuentren los trabajadores que necesitan y se vean obligados a echar el cierre para siempre. No obstante, hay todavía jóvenes que desafían esa tendencia y demuestran que el relevo generacional es posible.

Bryan Jonniaux es uno de ellos. A los 19 años decidió hacerse cargo de la panadería de su pueblo, Signy-le-Petit, en el norte de Francia, cuando el negocio estaba a punto de cerrar, según informa la página de información sobre emprendedores France Active. Su edad le hizo dudar al principio y le frenó un poco, pero el deseo de mantener vivo el oficio de su comunidad pesó más. Con el apoyo de France Active, que le concedió una garantía territorial, y una ayuda económica para jóvenes emprendedores, Bryan consiguió financiación para reabrir el horno y renovar la actividad.

"La reanudación de la actividad evitó el declive del negocio local en el pueblo, revitalizando tanto a este como a sus vecinos", explican desde esta página. El joven panadero organizó una ruta de reparto que llega actualmente a una treintena de municipios de los alrededores, llevando pan fresco a vecinos que antes tenían que recorrer varios kilómetros para conseguirlo. Además de la calidad del pan, los clientes destacan el impacto que ha tenido la reapertura en la vida social del pueblo.

Gracias al éxito del proyecto, se crearon siete puestos de trabajo, entre ellos los de sus propios padres, que ahora trabajan junto a él en la tienda. "Nunca pensé que trabajaría para mi hijo, a su edad muchos prefieren irse de fiesta", comentó el padre.

El caso de Bryan demuestra que la iniciativa y el compromiso local pueden frenar la despoblación rural. Su historia se ha convertido en un ejemplo de cómo los jóvenes pueden transformar la tradición en motor de futuro: mantener un oficio de siempre, pero con nuevas ideas y energía.