Energía

No arrojar gasolina al fuego

La situación político-económica no parece propicia para que veamos nuevas bonificaciones estatales o descuentos en las gasolineras, pese a la subida del precio

¿Qué indican las siglas E5 y E10 que aparecen en el surtidor de gasolina?
Surtidores de gasolinaJesús G. FeriaLa Razon

Como ya señalé desde el inicio de éstos nuevos tiempos, la inflación venía para quedarse y la afectación al IPC sería reflejo del empobrecimiento constante de los ciudadanos y las pymes, como ya constató la propia OCDE en nuestro país.

El perverso equilibrio del juego de precios hace que en el momento en que se pueda pensar en un respiro, la mano “incolora” aprieta el suministro energético con medidas siempre de carácter externas y difícilmente controlables por el consumidor final. En éste caso el recorte de producción de los países pertenecientes de la OPEP y sus socios, en el que no podemos olvidar el papel influyente de Rusia, y de países integrantes como Argelia, conlleva indisolublemente a una subida de los precios de la gasolina; estamos acostumbrados a tener siempre la explicación perfecta para que los precios justo suban en periodos estivales, que no es otra que existir una mayor demanda, en éste caso en apenas unas semanas subió más de un 10% el crudo.

Del mismo modo la ya anunciada caída de la demanda en el consumo, que sufre sus primeros efectos en sectores determinados, no llegará hasta pasado el verano y una vez abandonada la inercia del mismo, razón que contribuye a que la demanda aún sea alta en éste entorno de recorte de producción. Tampoco parece la situación político-económica propicia para que veamos nuevas bonificaciones estatales o descuentos en las petrolíferas como vimos antaño, lo cual perjudicará seriamente a muchos negocios y familias de cara a un invierno que puede ser “caliente” y no precisamente por la temperatura. Además de todos es conocido que para subir el precio ante cierta incertidumbre se tardan unas pocas horas, y para bajarlo meses, por aquello de “ir sobre seguro”. Y entre tanto dependiendo de cada depósito de gasolina volveremos agastar de media más de 90 euros para llenar los tanques que nos conducen a los trabajos, a las personas que queremos y en definitiva a la vida.

Si a todo lo comentado le sumamos el efecto mariposa del resto de situaciones que vivimos, como son sequías cíclicas, que no solo afectan a los productos y precios, sino del mismo modo al tráfico de mercancías (como es el caso en el canal de Panamá), olas de calor que reclaman más demandas de consumo, huelgas que interrumpen suministros básicos, unas renovables que no alcanzan para todo, y una situación de incertidumbre política en la que nadie toma decisiones… no parece ideal arrojar gasolina al fuego.

Víctor Fermosel, profesor de EAE Business School