Macroeconomía

El Banco de España eleva el crecimiento del PIB de 2024 al 1,9%, pero avisa del parón económico y duda del cumplimiento de las reglas fiscales

No rebaja la tasa de paro por debajo del 11% ni en 2026 y advierte del estancamiento del impacto de los fondos europeos y del desplome de la inversión empresarial

La economía española mantendrá la «buena evolución» mostrada en el último trimestre de 2023, pero algunos «elementos de debilidad» en el crecimiento económico frenarán el ritmo de avance del PIB, que se habría «ralentizado ligeramente» en el primer trimestre del presente año. El avance del 0,4% está asociado casi exclusivamente al «dinamismo del consumo público», no a los principales soportes de crecimiento estable, como «la formación bruta de capital fijo –inversión– y el consumo privado», que han tenido un «comportamiento peor de lo esperado».

Así lo constatan las nuevas proyecciones macroeconómicas del Banco de España, que apuntan a que aunque el aumento del PIB se verá favorecido durante los próximos trimestres por la «disipación gradual del impacto negativo del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad, el crecimiento poblacional, la reactivación paulatina de la economía europea y global y el mayor despliegue de los fondos europeos ligados al Plan de Recuperación». En sentido contrario avisa del «agotamiento de algunos vientos de cola», que han impulsado recientemente el crecimiento –como la importante demanda embalsada– y de la «persistencia de considerables tensiones geopolíticas», que incidirán negativamente sobre el ritmo de avance futuro de la actividad en España.

Pese a ello, mejora las proyecciones de diciembre, revisando el crecimiento del PIB en 2024 al alza tres décimas, hasta el 1,9% –una décima menos que la previsión del Gobierno–, y mantiene sin cambios el de 2025 (1,9%) y 2026 (1,7%). Sin embargo, pone en revisión estas cifras además de por las citadas tensiones geopolíticas y por el impacto macroeconómico del endurecimiento acumulado de la política monetaria del BCE, por la «reactivación de las reglas fiscales», ya que su cumplimiento debe estar ligado al «diseño y la implementación de un plan de consolidación fiscal a medio plazo» que permita una corrección más acusada del déficit público estructural que la contemplada en estas proyecciones», apuntó Ángel Gavilán. El director general adjunto Economía y Estadística del Banco de España no oculta sus dudas sobre que el Ejecutivo lo pueda llevar a cabo. Por ello, estima que la implementación de ese plan de ajuste –recortes de gasto–, además de «incierto» según «cómo se diseñe», acarrearía «previsiblemente, un menor grado de dinamismo de la actividad». Así, el Banco de España empeora sus estimaciones sobre el déficit para 2024 y lo sitúa en el 3,5%, una décima más respecto a la anterior proyección y medio punto por encima frente a las proyecciones del Gobierno (3%). Para 2025 y 2026, recorta una décima la proyección de déficit para ambos años, al 3,5%, lo que dejaría a España en situación de incumplimiento frente a las reglas fiscales marcadas por la UE.

El supervisor también alerta sobre la extensión de las medidas del plan anticrisis –como la rebaja del IVA de los alimentos, las reducciones de impuestos energéticos o la subvención al transporte de viajeros, –sobre las que estima que pese a que aportarán tres décimas al PIB, tendrán un coste presupuestario en torno a seis décimas del PIB en 2024. Aunque este coste es inferior al que estas medidas tuvieron en 2023, si el Gobierno quiere cumplir con la recomendación fiscal europea para 2024 –que requiere que el crecimiento nominal del gasto en 2024 no supere el 2,6%–, cree el Banco de España que sería necesario «implementar medidas compensatorias adicionales de ajuste del gasto o de incremento de los ingresos».

Respecto al mercado laboral, prevé que la tasa de paro permanecerá por encima del 11% hasta 2026, por lo que continuará siendo la más alta de toda la UE. Tampoco despega el ritmo de ejecución de los fondos europeos y, por tanto, su impacto sobre la actividad empresarial se mantendrá como en 2023, retrasando su impacto máximo a 2025 y 2026. Señala que en los últimos trimestres «la inversión ha sorprendido a la baja en nuestro país», por lo que advierte que si esta debilidad se prolongase en el tiempo más allá de lo esperado «presionaría a la baja la economía y la inflación», que cerrará este año en el 2,7%.

Sí espera que la inflación retome una senda descendente en los próximos meses, que reflejará una moderación gradual del ritmo de avance de los precios de los alimentos y de la inflación subyacente, que compensará el repunte que mostrarán los precios energéticos. Así, la inflación general se reducirá gradualmente desde el 3,4% observado en 2023 hasta el 2,7% en 2024, el 1,9% en 2025 y el 1,7% en 2026. Por su parte, la inflación subyacente, que en 2023 se situó, en promedio anual, en el 4,1%, se reducirá hasta el 2,2% en 2024 y registrará un ligero descenso adicional en el bienio posterior. En comparación con las anteriores proyecciones, las actuales incorporan una notable revisión a la baja en la inflación general de 2024.

Este panorama de "debilidad" de la economía -pese al avance del crecimiento- tiene un claro reflejo en el parón de la inversión empresarial, que mantiene en el primer trimestre de este año la misma "atonía" que tuvo durante 2023, lo que augura un comportamiento «peor del anticipado», tras contraerse un 2% intertrimestral. Este retroceso inversor, mayor que el observado en el tercer trimestre (del 0,7%), fue generalizado, aunque destacó la caída de la inversión en maquinaria y bienes de equipo (del 4,8%). El Banco de España apunta que esta «acumulación de sorpresas negativas» podría estar reflejando una «mayor debilidad estructural» de la inversión empresarial que la considerada unos meses atrás, y señala la «fragilidad» que tendrá la inversión empresarial este año. La inversión total sigue un 5% por debajo de niveles prepandemia y no alcanzarán esa cota por lo menos hasta 2026. Sólo la inversión en vivienda mostró un tono más positivo, aunque alerta del contexto de aumento del precio de la vivienda -del 4,2% interanual a finales de 2023-, provocado por una oferta insuficiente para atender las necesidades de la demanda.