
Agricultura
El campo necesita aliados ante el debate presupuestario
La Comisión Europea prepara sus propuestas sobre el Marco Financiero 2028-34 y la nueva PAC. Es necesario garantizar la soberanía alimentaria de la UE

El campo europeo, incluido el español, se juega en los próximos meses el futuro de su financiación con cargo a las arcas comunitarias. En este contexto necesita buscarse aliados, fundamentalmente entre la opinión pública, para lograr que, por lo menos, se mantenga el dinero destinado a financiar las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC). Pero, vayamos por partes. La Comisión Europea ha anunciado que el 16 de julio presentará dos propuestas claves para los agricultores y ganaderos. La primera se refiere al Marco Presupuestario para 2028-34, incluido el dinero que habrá para financiar la PAC durante ese periodo de tiempo. La segunda es la relativa a la nueva reforma de esa misma política, que debería aplicarse a partir del año 2028. Después comenzarían las negociaciones en el seno del Consejo de Ministros de la UE, incluida la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, a los que corresponde acordar el presupuesto para esos siete años, y entre los titulares de la cartera de Agricultura. En paralelo, los eurodiputados deberán dar su opinión también, ya que el Parlamento Europeo tiene poder de codecisión con el Consejo de Ministros, tanto en los asuntos presupuestarios como en los de carácter agrícola.
Ahora mismo la pelota está en el tejado de la Comisión Europea. Cuando se conozcan las propuestas a mediados de julio sabremos el peso real que tiene el comisario de Agricultura entre sus colegas. De momento hay dos cuestiones fundamentales en lo relativo al presupuesto. La primera se refiere a la cantidad de dinero que habrá para financiar la PAC a partir de 2028. Existen tres posibilidades: que se incremente la cifra actual, algo bastante improbable, ya que la Comisión Europea ha establecido un gran número de nuevas prioridades para su mandato; la segunda alternativa es que se mantenga la partida actual, lo que significaría de hecho un recorte por efecto de la inflación que se va acumulando y la tercera hipótesis es que se reduzca la cantidad vigente que se destina a financiar la PAC, lo que equivaldría a un fracaso estrepitoso del comisario Hansen y demostraría que tiene muy poco peso político. Pero, en relación con el dinero, hay otro problema adicional, no menos importante: hasta ahora en Bruselas se maneja la hipótesis de unificar todos los fondos europeos en uno solo, lo que supondría la pérdida de independencia y autonomía que tienen los dos fondos agrícolas y, en consecuencia, la pérdida de identidad de la propia PAC. Esta posibilidad ha sido rechazada de plano por una parte de los ministros de Agricultura de los Estados miembros (otra cosa bien distinta es lo que digan sus colegas de Finanzas o de Economía) y también por todo el sector agrario de la UE.
Para lograr arrancar la mayor cantidad de dinero posible destinada a la PAC y para mantener su autonomía y la de los fondos que la nutren, el sector agrario debe buscar aliados y «venderse en positivo», resaltando el papel estratégico que representa la producción de alimentos en la UE y garantizar su soberanía alimentaria. Esta línea de actuación va en el mismo sentido que lo dicho por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando comenzó su mandato y afirmó que es necesario que la UE recupere su autonomía en sectores estratégicos como son la industria, la digitalización de la economía y, más recientemente, la puesta en marcha de una política de defensa. A ellos se podría agregar la producción de alimentos.
De lo que se trata en definitiva es de influir en la Comisión Europea todo lo que sea posible durante estos dos meses que faltan hasta la presentación de las propuestas citadas, para que salgan lo más favorables posibles a los intereses del campo y del sector agrario. El gran poder del Colegio de Comisarios, que se olvida con bastante frecuencia, es su capacidad de iniciativa y de elaborar propuestas. Luego, los ministros y los eurodiputados pueden cambiar algunas de las medidas que se plantean desde Bruselas, pero el gran poder de los comisarios radica en que se debe negociar sobre lo que ellos plantean inicialmente. De ahí la importancia de influir en las próximas semanas y, para ello el campo europeo, que ya dejó claro su malestar a principios del año pasado, debe buscar aliados entre la sociedad, poniendo de manifiesto el papel que desempeña como productor de alimentos, pero también en su vertiente de vertebración del territorio y el mantenimiento de la población en el mundo rural, que es uno de los principales problemas que tiene la UE en estos momentos.
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