Deuda pública

La deuda de la eurozona: por qué van tan mal y cuál es la solución

Los países del euro apenas han saneado sus cuentas públicas en 2023

El PIB de la eurozona creció a menor ritmo en tasa interanual en el segundo semestre
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La eurozona apenas ha saneado sus cuentas en 2023: tras haber cerrado 2022 con una ratio de deuda/PIB en el 90,8%, apenas ha rebajado este stock hasta el 88,6% en 2023. Desde el lado del déficit, las noticias son aún más desalentadoras: de un descuadre entre ingresos y gastos equivalente al 3,7% del PIB solo hemos bajado al 3,6%.

Entre tanta mediocridad, incluso España brilla con luz propia: su deuda pública se ha contraído desde el 111,6% del PIB al 107,7% y su déficit desde el 4,7% del PIB al 3,6%. La razón por la cual las finanzas públicas de la eurozona se han comportado tan mal y las de España tan (relativamente) bien es el crecimiento económico nominal: las subidas de tipos de interés han lastrado la capacidad de expansión de aquellas economías más expuestas a sectores cuyos ingresos dependen del crédito, como la de Alemania (y han afectado de un modo menos intenso a países como España, cuya estructura de producción ahora mismo es menos sensible al encarecimiento del crédito).

Cuando una economía crece, especialmente si se trata de un crecimiento acompañado de inflación, es más sencillo que sus pasivos se moderen en relación a la evolución de su economía; cuando una economía decrece, el endeudamiento público tiende a atragantarse.

En estos momentos, la situación dista de ser globalmente dramática: una ratio promedio de deuda pública sobre el PIB del 88,6% no es un enorme problema que amenaza la solvencia de la eurozona, si bien hay Estados que individualmente tienen la soga mucho más comprimida alrededor del cuello (Grecia, con un 161,9% de deuda sobre PIB, o Italia con un 137,3%, son los casos más paradigmáticos).

A medio-largo plazo, empero, los Estados de la eurozona sí deberían aprender a reducir el peso de su deuda sobre el PIB sin necesidad de abusar de la inflación como ha ocurrido en los últimos años: con déficits más pequeños y, sobre todo, con más crecimiento real (y precios estables). Si su única forma de minorar la deuda pasa, como durante los últimos años, por multiplicar la inflación para elevar el PIB nominal, entonces el desapalancamiento se logrará a costa de expoliar a los ciudadanos.